CAPÍTULO XLIII: Amenazas

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Había pasado ya una semana. Una dolorosa, lenta y tortuosa semana para todos. Muchas cosas habían pasado en ese tiempo. Eran ya cerca de diez días desde el secuestro de MinGuk y cada día se tornaba peor que el anterior.

Jo, la niñera de MinGuk, había sido declarada culpable de negligencia en el cuidado de un menor, asociación ilícita y de cómplice de secuestro. Le habían dado una sentencia de cinco años en una cárcel de mujeres. Para fortuna de ella y gracias a su cooperación con la investigación que JongHyun llevaba a cabo, la madre de la joven, había obtenido protección policial durante el tiempo que su hija estuviera cumpliendo su condena, lo que aminoró el dolor por la ausencia que Jo tendría en la vida de su madre. No es que la joven hubiera estado feliz por ir a la cárcel, pero al menos tendría la tranquilidad de que su madre estaría protegida y a salvo de cualquiera que quisiera hacerle daño.

Por otro lado, el Sr. Park había cumplido su palabra. Usando los recursos de MinHo y debido a que los padres de JongIn parecían haber estado ausentes de la vida de su hijo desde ya muchos años, el Sr. Park retiró el cuerpo del hombre de la morgue y le encargó los servicios a una funeraria. JongIn tuvo un breve responso en la sala fúnebre de un hospital, en donde algunos compañeros de trabajo y amigos fueron a mostrarle sus respetos, sin saber realmente qué había pasado con él o cómo había muerto. El Sr. Park fue quien tomó la cabeza y responsabilidad en todo el asunto, por lo que también lideró el trayecto del féretro hacia un cementerio local. El cuerpo de JongIn fue cremado y sus cenizas puestas en una zona de respetable posición en el cementerio. "Kim JongIn; amado amigo, descansa en paz" decía la placa junto a su ánfora. El dinero reunido en el velatorio, el Sr. Park lo envió por carta certificada a los padres de JongIn, de quienes no supo nada durante el funeral de su hijo ni después de éste.

SeHun obtuvo el abogado que quería, pero tal como JongHyun se lo había dicho, no ganó demasiado con aquello. El tribunal lo sentenció a una condena de doce años sin beneficios por su participación en el secuestro de MinGuk, asociación ilícita y violencia física contra un menor. Como su sentencia aún estaba atada a los avances que JongHyun pudiera hacer y, como SeHun no fue tan cooperador con la información que le había proporcionado, los años que tendría que pasar en prisión aún podrían aumentar si es que el fiscal Kim lo acusaba de otro delito. Solo el trato que había hecho con JongHyun lo mantuvo tranquilo el día que su sentencia había sido leída; sus abuelos serían protegidos con custodia policial para evitar represalias. Tal como JongHyun esperaba, SeHun no le dio ningún nombre, el chico no lo admitía pero era obvio que temía por su vida y por la de su familia si decía más de lo debido, por lo que tomó toda la carga legal de sus actos sobre sus hombros.

El oficial Kim WooBin en cambio, seguía es custodia provisoria. Como su participación en el secuestro de MinGuk aún no era del todo clara, sobre todo por la falta de pruebas concretas en su contra, el tribunal había dictado tres meses de investigación, lo que traducía aquello en la cantidad de tiempo que WooBin estaría en prisión. Ante el escándalo de su presunta involucración con el secuestro de un menor más todo el revuelo periodístico, la Policía Nacional, lo destituyó de sus funciones sin salario durante todo ese proceso, sin un compromiso claro de que le restituirían su empleo si es que resultaba inocente.

Toda esa semana, los medios estaban dándose un verdadero festín con lo que estaba pasando. Ya se había esparcido el rumor de que miembros de la policía, así como del poder judicial, podían estar involucrados con bandas criminales. Los cambios de funcionarios hechos de manera dudosa, alimentaron más aquellas noticias, lo que hizo de todo aquello un verdadero escándalo. JongHyun era acosado a cada lugar que iba, siendo atacado con preguntas, con cámaras sacándole fotografías y grabándolo en todas partes.

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