CAPÍTULO XVII: Coincidencia

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Si no supiera de los riesgos que existían, MinHo se habría suicidado hace días. Y después de muerto, se habría disparado de nuevo, solo por si acaso, porque si permanecía otro maldito día encerrado en esas malditas paredes de ese maldito departamento, se iba a volver loco y, Dios lo amparase pero prefería morir con una bala atravesando su sien que de desquiciado.

Iba a salir, de eso estaba seguro. Iba a salir, iba a tomar aire puro, iba a caminar por entre la gente para sentirse normal y no como si fuera un condenado prófugo culpable de algún crimen. Iba a salir no por un acto de rebeldía, sino porque necesitaba convencerse de que estaba vivo, que allá afuera todavía tenía la oportunidad de una vida, que no estaba muerto como realmente se sentía.

Y hoy, era el día perfecto para hacerlo; el Sr. Park estaba haciendo trámites en el banco y tardaría unas cuantas horas, el hombre se había llevado el auto y a MinHo, no podría importarle menos.

Dejó los trajes de lado y se colocó un pantalón de jean, una polo blanca, una sudadera azul, un gorro con visera del mismo tono y lentes oscuros. Tomó dinero, su teléfono celular y salió del departamento. Cuando caminó por el pasillo hacia el elevador, se detuvo en la puerta en donde sabía, vivía TaeMin.

'Toca, no seas cobarde' se dijo a sí mismo. Su puño estaba a centímetros de la puerta, pero no podía mover el brazo para golpear. Tenía ansias de ver a TaeMin, de mostrarse a él, decirle que estaba vivo y que toda la mentira sobre su muerte había sido una invención de KaRye pero, contradictoriamente, algo le detenía. MinHo cerró los ojos, su corazón latiendo con dolor dentro de su pecho.

- ¿Busca a alguien?

Sorprendido, MinHo se giró, notando a la señora de edad que se asomaba por la puerta contigua, mirándole con sospecha. El moreno sonrió, apartándose y sonriendo con amabilidad, lo que no parecía convencer a la señora.

- Y-yo, yo, creo que me equivoqué de puerta

- ¿Quién es usted? No lo había visto antes – le recriminó la mujer, luciendo a la defensiva.

- Vivo ahí, yo, soy el dueño de ese departamento...

- ¿Así que, es el nuevo vecino?

- Lo soy...

- ¿Cuál es tu nombre hijo?

- Choi... - MinHo suspiró cuando su estúpida boca se movió más rápido de lo que su mente, en advertirle que no debía darle su nombre real.

- Choi, ¿Qué...?

- YunKyum... - añadió, dándole a la mujer el nombre de su fallecido padre – Choi YunKyum, ese es mi nombre

La mujer cambió su semblante y sonrió conforme.

- Pues, bienvenido a nuestra comunidad querido, espero tengamos una buena convivencia – le dijo la señora Jung – Cuando quieras, puedes venir a tomar el té a casa, no recibo muchas visitas y a veces me siento algo sola así que, eres bienvenido cuando gustes...

MinHo sonrió cuando las palabras del pequeño MinGuk tomaron algo más de sentido ahora que conocía personalmente a la solitaria anciana: "...la Señora Jung es viejita, huele a galletas y vive con tres gatos, tiene dos hijos que vienen cada fin de semana a verla con sus nietos y siempre me hace un pastel para mi cumpleaños aunque sabe horrible, papá me enseñó que al menos debo comer un bocado en forma de agradecimiento".

- No quisiera importunarla

- No serás molestia querido, tú me recuerdas a mi fallecido esposo... - suspiró la mujer – Mi amado que en paz descanse...

[ Brisas de Primavera ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora