CAPÍTULO LI: La última noche

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MinHo dejó el teléfono celular sobre la mesa y exhaló. Llevó su mano al costado de su cuerpo, en donde la herida que KiBum le había curado sangraba otra vez, manchándole la camisa. Del bolsillo interior de su chaqueta, sacó una de las jeringas y, quitándole la tapa con los dientes, se clavó la aguja en su muslo izquierdo, dejando que la droga entrase en su sistema.

Cerrando los ojos se reclinó en la silla, acompasando su respiración a medida que la morfina que KiBum le había dado surtía efecto, aplacando el dolor que comenzaba a sentir.

- ¿Por qué haces esto?

Cuando escuchó aquel susurro, MinHo se incorporó, girando el rostro para ver a la mujer que estaba sentada en el suelo, en un rincón del comedor, sujetando a sus hijos en un abrazo apretado.

- Esa pregunta deberías hacérsela a tu esposo – le respondió MinHo, poniéndose de pie con sumo esfuerzo.

- Él es un hombre bueno, no sería capaz de hacer las cosas que me has dicho que hizo...

- ¿Tanto lo amas? ¿Tan profundo es tu amor por él, que estás completamente cegada? – le cuestionó MinHo, dando cortos pasos hacia ella – Estás casada con un extraño

- Lo conozco, él es un buen hombre, un buen esposo y un excelente padre

- Mira a tus hijos – dijo MinHo, notando que los niños le miraban con un dejo de temor por entre los brazos de su madre – Tu esposo, secuestró y mató al hijo del hombre que amo – añadió - ...MinGuk era tan inocente como lo son tus hijos

- Po-por favor, Señor, no nos ma-mate...

- Sht, YooGeun... - le calló su madre.

MinHo vio al niño y de pronto se preguntó de dónde había escuchado ese nombre antes; "¡¿Serás mi amigo?! ¡Anda, por favor, di que serás mi amigo! ¡Ya puedo ver la cara de tonto de YooGeun cuando le diga que tengo un amigo policía, se pondrá tan celoso y dejará de molestarme!" Sí, ahora lo recordaba.

Podía ser coincidencia o no, pero tal vez, este YooGeun, hijo de Jay Park, podía ser el mismo YooGeun que MinGuk le había mencionado como uno de sus compañeritos de colegio que le molestaban constantemente. Había sido la ocasión en que conoció al niño, cuando éste se había colado en su departamento con su ropa adorable, plática extraña y ese conejito que MinHo aún guardaba y traía consigo.

Su corazón dolió. En ese momento, recordar a MinGuk como alguien del pasado, hizo que su corazón doliera y su alma se desgarrase nuevamente. MinHo no era capaz de concebir que el pequeño niño molesto y demasiado hablador, que resultó ser el hijo de TaeMin, ahora estuviese muerto. Era demasiado cruel y tortuoso siquiera concebir que aquello era verdad.

- Eres un niño obediente YooGeun – le dijo MinHo dejando a un lado sus pensamientos mientras secaba las lágrimas que habían caído de sus ojos – Sé un niño bueno, conviértete en un hombre mejor que tu padre y haz el bien, ¿Comprendes?

- S-sí, sí Señor...

- Protege a los indefensos, cuida a los más desvalidos y no te aproveches de los más débiles, sé un hombre de bien...

El niño asintió. Conforme, MinHo le sonrió levemente y luego, guardó su pistola tras la cinturilla de su pantalón, caminando entonces hacia la puerta de la casa.

- ¡¿Qué pasará con mi esposo?! – le gritó la mujer, justo antes de llegar a la puerta.

MinHo se volteó, encontrándola en medio de la sala, con un niño en cada mano.

[ Brisas de Primavera ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora