Capítulo V: Mr. Rabbit

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Había, algo raro. Algo extraño sucedía, podía notarlo. Sabía que dormía o al menos, eso recordaba. Sí, se había cepillado los dientes luego de la cena, dado una ducha, puesto su pijama y acostado a las diez de la noche como cada día. No. Algo más había sucedido la noche anterior; los ruidos de su jefe caminando ebrio hasta el baño, habían hecho de esa jornada, algo inusual. La altanería y grosería del hombre no le extrañaban, menos cuando estaba ebrio como era de costumbre pero que no le permitiese ayudarlo era distinto.

Ya no importaba.

Se quejó en su dormir y confirmó nuevamente, que algo pasaba. Se sentía incómodo. Trató de girarse en la cama pero no pudo, de estirar los brazos y le fue imposible, de mover las piernas pero, tampoco pudo hacerlo, ¿Qué estaba pasando?

Abrió los ojos de golpe cuando sintió un pinchazo y un ardor extenderse por su brazo izquierdo y quemarle la piel. La luz del sol dio de lleno en su cara, obligándole a girar el rostro para ocultarse.

- ¿Qué hora es? – preguntó contrariado cuando vio a MinHo frente a él con una aguja en la mano - ¿Se-señor...?

MinHo no le habló, tan solo retrocedió unos cuantos pasos para tomar una silla de un rincón, arrastrarla y acercarla a él, sentándose. Lucía diferente; estaba limpio, el pelo más corto y peinado a la perfección, se había afeitado y vestía un traje que le calzaba a la medida y que no sabía que existía. MinHo lucía, terroríficamente mejor y eso, no era bueno.

- ¿Sabe qué es esto, Señor Park? – le preguntó mostrándole la jeringa – Es tiopentatio de sodio...

- 'Suero de la verdad'

- Sí, así es; debería surtir efecto en pocos segundos, es una gran dosis pero, creo que podrá soportarlo bien

- ¿Qué, ha hecho...?

- Esa, no es la pregunta indicada ahora mismo sino, ¿Qué ha hecho usted a mis espaldas todos estos años?

El Sr. Park se removió en la silla, tenía los pies y manos atadas con cinta de embalaje al igual que el torso, impidiéndole el movimiento. Se recompuso y notó cómo su cabeza comenzaba a dar vueltas y sus ojos se nublaban. Podía sentir el efecto del barbitúrico en su sistema y sabía que no podía hacer nada para contrarrestarlo, él como psicólogo sabía muy bien los usos que se le daba a esa droga y cómo funcionaba a nivel neurológico pero, ¿Cómo es que MinHo la había conseguido?

MinHo se incorporó y le tomó por el mentón sin cuidados, mirando sus ojos y dejándole libre cuando supo que era el momento de hacer cantar al canario.

- ¿Te llamas Benedict Park? – dijo iniciando el interrogatorio, poniendo a prueba el efecto de la droga y qué tan hondo había calado en el sistema del viejo hombre.

- Sí

- ¿Tienes familia?

- No

- ¿Naciste en Inglaterra?

- Sí

- ¿Quién es tu jefe?

- MinHo, Choi MinHo... - respondió, sin poder controlar lo rápido que parecía trabajar su lengua con cada pregunta.

- ¿Trabajas para alguien más además de él?

- Sí

- ¿Quién es esa persona? ¿Es Kaito?

El hombre no respondió, movió la cabeza tratando de reaccionar, parpadeando torpe para luego negarlo.

[ Brisas de Primavera ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora