CAPÍTULO XLVI: Kim KaRye

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MinHo seguía durmiendo. Tal como TaeMin lo suponía. De hecho, que MinHo no notase que se había levantado de la cama y vestido, se debía simplemente a que TaeMin había sido muy astuto, o arriesgado, en meterle una de sus pastillas para dormir recetadas por KiBum luego de la golpiza de JongIn, a la taza de té que le había ofrecido por la noche.

Eran cerca de las siete y media de la mañana, TaeMin tenía el tiempo justo para salir del edificio y manejar hacia el punto de encuentro que el secuestrador le había indicado. Hoy recuperaría a su hijo y para él, no había motivación más grande que esa.

Con pies descalzos fue hasta la sala. Afortunadamente, el Sr. Park estaba en el departamento contiguo y JinKi, al igual que JongHyun y KaRye, se habían marchado la noche anterior, haciéndoles su escape mucho más fácil.

Al observar la sala, vio los bolsos con dinero en un rincón. Eran varios, por lo que le tomaría tiempo el poder llevarlos al auto. Pacientemente y, haciendo el menor ruido posible, TaeMin los llevó uno a uno al ascensor, procurando que éste tuviese las puertas abiertas mientras lo cargaba. Cuando finalmente lo hizo, se subió dentro y apretó el botón que lo llevaría al estacionamiento subterráneo.

Al llegar, hizo lo mismo, trabó las puertas del elevador y uno a uno, fue sacando los bolsos con dinero para llevarlos a su auto. Cuando lo logró, quitó la alarma y los colocó dentro del maletero. Rodeó el vehículo y se subió, poniéndolo en marcha para manejar fuera del estacionamiento y lejos del edificio.

Jamás había sentido tanto coraje. Nada lo había motivado más que recuperar a su hijo. TaeMin ni siquiera consideraba los riesgos a los que se estaba exponiendo, pero con tal de traer a casa a MinGuk, él era capaz de hacer cualquier cosa. Lo que fuera.

Manejó por unos cuantos minutos hasta que tuvo que detenerse a causa de una luz roja. Estaba bien el tiempo, llegar a Myeongdong le tomaría unos cuarenta minutos, por lo que no había motivo alguno para ponerse nervio. Pero entonces, un golpe en su ventana lo hizo saltar y, cuando vio a un mendigo del otro lado, con ambas manos apoyadas en su ventana, TaeMin suspiró del alivio.

Apretó el botón y la ventana automática comenzó a descender.

- Una moneda por favor... - dijo el hombre que, bajo la ropa sucia y cara llena de polvo, lucía bastante joven.

- Claro, aguarde un momento...

TaeMin desvió su atención a una caja porta vasos que había en su auto y de ésta, sacó unas cuantas monedas. Al girarse para entregárselas al mendigo, su mano quedó pendiendo en el aire cuando vio un arma apuntándole directamente a la cara.

- No se mueva... - le dijo.

El castaño asintió, oyendo cómo la puerta del copiloto se abría y su auto se movía con el peso de alguien más ingresando a este. La otra puerta se cerró. TaeMin ya no estaba solo.

- Gracias Vernon, puedes irte...

Cuando TaeMin oyó aquella voz y el "mendigo" quitó la pistola de su cara para finalmente marcharse, se volteó y pudo comprobar por sí mismo, quién había subido con él.

- ¡¿Qué haces aquí?!

- Eso es lo mismo que te puedo preguntar yo TaeMin, ¿Qué cree que estás haciendo? – le dijo mirándolo con desaprobación.

KaRye usaba pantalones negros y un polerón deportivo del mismo color. Traía su cabello atado en un moño bajo y perfectamente engominado, con una gorra negra que cubría casi la mitad de su cara.

- Maneja...

El castaño asintió y aceleró el auto justo cuando la luz cambiaba a verde. Por minutos ninguno de los dos dijo algo, el silencio se sentía pesado dentro del vehículo.

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