CAPÍTULO L: Sueños de muerte

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Abrió los ojos lentamente, sintiendo sus párpados pesados, hinchados y con dolor por todas las lágrimas que no dejó de llorar incluso cuando se había quedado dormido. La habitación estaba completamente a oscuras, iluminada vagamente por la luz del sol de la mañana que entraba por la ventana. Su cuerpo se sentía cansado, como si hubiera corrido una maratón o le hubiera arroyado un tren, solo que la fuente de su dolor estaba dentro, en su destruido corazón.

Cuando llegaron del hospital, habían estado llorando por horas, juntos en la habitación de MinGuk. TaeMin tocaba las cosas de su fallecido hijo; sus juguetes, sintiendo el aroma de su ropa, recostado en su cama mientras lloraba junto a uno de los tantos peluches que tenía el niño, hasta que se había quedado dormido y MinHo le había llevado a la habitación para acostarlo en la cama y él, abrazarse al cuerpo del castaño.

MinHo volteó la cabeza sin incorporarse de la cama y sus ojos notaron que estaba solo. Adolorido se incorporó hasta quedar sentado y luego, se puso de pie. Buscó a TaeMin en el baño, pero no estaba ahí. Entonces salió del cuarto, caminando por el pasillo hasta llegar a la habitación de MinGuk y ahí lo encontró.

TaeMin estaba recostado nuevamente en la cama del niño, abrazado a unas prendas de ropa. Estaba pálido, lucía roto y casi enfermo. Sus ojos aunque estaban cerrados se veían hinchados, sus mejillas tenían surcos de lágrimas secas y sus labios se veían partidos por la deshidratación.

- MinGuk... - susurró TaeMin entre sueños, derramando lágrimas de forma inconsciente mientras dormía.

MinHo se acercó, arrodillándose a un costado de la cama y así, poder acariciar el cabello de TaeMin. El castaño suspiró, abriendo sus ojos lentamente para quedar mirándole, mordiendo su labio con nerviosismo.

- MinHo... - le habló en un hilo de voz – ven...

TaeMin palmeó el lado de la cama junto a él y ve cómo MinHo parece titubear si es que debía acercarse o no, cosa que hace lento sin estar demasiado seguro. MinHo se sienta en ese espacio y le mira sin saber qué decirle ni menos cuando el castaño comienza a llorar de nuevo sin darse cuenta de las lágrimas que se pierden en la almohada y que él muere por secarle con sus besos.

- ¿Qué de-debo hacer?- susurró MinHo, dándole la espalda cuando no es capaz de seguir viendo cómo TaeMin llora aunque parece estar conteniéndose - ¿Qué puedo hacer para remediar, aunque sea un poco, tu dolor...?

El castaño cerró los ojos y suspiró. Él sabía lo que sus palabras, lo que fuera que dijese, iban a provocar en MinHo, pues sus intenciones eran claras. Pero esto no era solo por él. Lo que MinHo estaba preguntándole, abría la puerta a un ofrecimiento que también incluía su propio dolor, su propia pérdida.

Y entonces, TaeMin le respondió.

- Mátalos...

"Mátalos..." MinHo se giró, viendo la decisión en los ojos de TaeMin; la decisión y la sed de venganza. El castaño estaba pidiéndole algo que MinHo sabía, jamás le pediría. Pero las circunstancias habían cambiado, las cosas ahora eran diferentes y MinHo no tenía ninguna intención de negarle a TaeMin lo que le había pedido.

Porque si TaeMin le hubiese pedido que destruyera el mundo, MinHo lo habría hecho. Si le hubiera pedido que se matara por su responsabilidad a lo que le había pasado a MinGuk, entonces MinHo se habría lanzado desde el mismo balcón del departamento. Todo lo que TaeMin le hubiera pedido, MinHo lo habría hecho. Cualquier cosa.

- A los que se llevaron a mi hijo, quiero que los encuentres... - añadió, su voz sonando dura y fría - ...encuéntralos y mátalos a todos, quiero que los mates

[ Brisas de Primavera ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora