Bien. Bien. Casi me caigo por las escaleras. Y es que yo me cago en el puto anónimo. El también esta con alguien. O ella. A lo mejor es una lesbiana que esta loca. No a ver, un tio. Un tio cursi. Cursi pero bonito. No esta mal que te hagan este tipo de juegos románticos alguna vez, es divertido. Pero aun así no puedo dejar de pensar en porque un tio me esta mandando cartas de amor si tiene pareja. ¡Venga ya!
Cuando llego al piso de abajo diviso a Harry mirando su movil. Me acerco a él pero no se mueve, escribe como un loco. Le miro por encima de su movil y rápidamente lo bloquea y lo guarda. ¿Pero que?
—¿Ocurre algo?—Le pregunto.
—No—contesta seco. Yo me muero de odio. Y es que no soporto cuando se pone asi.—¿Vamos?
Se pone a caminar. Yo resoplo y me pongo a su altura. Caminamos durante un buen trayecto en silencio, silencio realmente incomodo. Llegamos al frio rio que atraviesa Londres: The Thames.
—¿Que hacemos aquí?—Le pregunto aun algo molesta.
—¿Has montado alguna vez en canoa?
-Styles, ¿porque cojones siempre me respondes con una pregunta?
—¿Por? ¿Te molesta?—Rie al notar que lo ha vuelto hacer.
—No se, pero tal vez deberías probar mejorarlo—le toco el hombro y me acerco a la orilla. A unos diez pasos a mi derecha hay 5 barcas de madera y un barquero que las guarda mientras se fuma un puro. Harry me agarro de la mano, en verdad le agradecí el gesto. No me gusta que estemos así enfadados. Pero lo del móvil me preocupa bastante.
—Buenas—sluda el barquero.
—Denos la mejor—le dice Harry. El hombre, mayor de barba blanca se levanta de su silla cutre de playa y desata la primera barca.
Harry y yo montamos en ella y se balanceo bastante.
—¿Sabes remar, no chico?—Pregunta el barquero mientras la barca se aleja de la orilla.
—No, ¡pero no importa! Tan solo quiero deshacerme de ella—grita refiriéndose a mi. El barquero ríe y yo le miro levantando una ceja. Pero al segundo los dos reimos.
Yo me tumbé en un banco y cerré los ojos. Harry reinaría. Todo mi cuerpo se relajo, me sentia bien. Londres siempre ha sido mi ciudad de nacimiento y su aire, sin duda, es el mejor. Es puro, agradable.
—Pero mira que eres fea. No se como puede existir alguien tan sumamente feo—la voz de Harry siempre lo estropea todo. Tiene que ser perfecto por fuera y horrible por dentro. Pero sin duda ese horrible interior a mi me traía loca.
—Harry, no me vas a ofender—dije aun con los ojos cerrados. Toda la barca se movió y yo intente agarrarme al banco en el que estaba tumbada. Pero al segundo entendí lo que pasaba. Noté su peso sobre mi pecho y sus labios tocaron los mios. Despacio, sin prisa. Nuestros labios congeniaban. Congeniaban tan bien...
—Eres una puta—volvió a besarme—Zorra. Te odio tanto—Abri los ojos y lo primero que vi fue sus oyuelos, la forma de su cara mostrándome una sonrisa de oreja a oreja. Cuando me fijé en sus ojos. Sus ojos tan perfectos...Verdes con cierto azul. Iluminados, con cierto brillo. No se porque, pero con la mirada me dijo 'Te quiero'. Sus ojos son tan expresivos, tan hermosos. Tanto como el. Recorrí mis manos por sus brazos, sus brazos fuertes. Ojala me pudiera abrazar a ellos toda mi vida. Quería parar el tiempo ahora mismo. Al Harry que tenia encima no era Harry Styles. Era dulce, sincero. ¿Porque no podía ser así siempre?
—Te odio tanto. Siempre te he odiado con todas mis fuerzas, Bobbie. Eres tan jodidamente cabezota. Tan jodidamente sexy.
Yo no podía creer sus palabras. Era lo mismo que me pasaba a mi. Le odiaba con todo mi odio.
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Las jugadas de la casualidad.
Подростковая литература«¿Crees en la casualidad?» Entonces lo miré y lo agarré por el cuello decidida. «A la mierda la casualidad»