BOBBIE POV.
Al cabo de unos minutos de silencio, llegamos al portal de Harry. Avisé a mi madre que hoy dormiría con Alex e Irene. No es que me guste mentirla, pero si la digo que dormiré con Harry...Podría ponerse histérica.
—Voy a por un poco de vino ¿Quieres?—Me preguntó.
—¿Normalmente tomas vino o lo haces para seducirme mientras estoy borracha?—Le pregunto quitandome la cazadora.
—¿Se te sube rápido el alcohol?
—Bastante—Contesté.
—Entonces mejor unas cervezas, ¿Va?—Me guiña un ojo y baja por unas escaleras que llegarán a lo que es el sótano. Yo mientras me metí en el salón. Las paredes eran blancas y la sala era oscura. Había unas pocas velas y una lamparita vieja. Me senté en un sofá blanco de piel y encendí la tele. Tan sólo eran las 12, así que pondrían alguna de esas películas que duran hasta casi las 2 de la madrugada. Cambie de canal y apareció Logan Lerman, en la película de Un verano en la playa. La podía haber visto unas 800 veces porque no me cansaba. Era una de mis películas preferidas. Harry llegó con dos cervezas, una en cada mano. Me miró extrañado. Estaba embobada con la película que ni me di cuenta de su presencia. Se sentó a lado mío.
—¿No quieres ir a dormir?—Me preguntó besandome el hombro.
—No, calla.—Le dí con el dedo indice en sus labios para que se callase y me dejara ver a Logan. ¡Que guapo es ese actor!
—Está bien...—Me pasó el brazo musculoso y lleno de tatuajes por mis hombros, yo me acurruqué en su pecho. Hace a penas horas le odiaba, odiaba con toda mi alma a Harry Styles. Pero ahora, me sentía agusto, protegida. Como si de un momento a otro haya dejado de ser el asqueroso mujeriego de siempre, a ser un Harry con el que se puede ver una película.
Estuvimos hasta, cómo supuse antes, las 2. Harry me llevó de la mano hasta la habitación.
—Puedes ponerte un pijama de mi hermana que está en el cajón de la mesita de noche.
Él se fue a cambiar y yo me senté en la cama. El edredón era suave, blanco como la cal. Pero yo no pensaba ponerme esos pijamas. Seguro que es de alguna guarra.
Abrí el armario, me quité la falda y la camisa, y me puse una camiseta de Styles. Me llegaba por las rodillas, pero me hacia una chica hipster. Me recogí el pelo con un moño desecho. Más tumblr todavía. Me miré al espejo. Estuve a punto de ir a por mi móvil para sacarme foto insta, pero me puse a bailar y poner caras raras frente al espejo, como una niña de 12 años. Aún que yo tenga 18.
Harry pasó con unos pantalones cortos de pijama y sin camiseta. Yo fingi que me estaba colocando el moño. El me miró y fruncio el ceño.
—¿De qué te ríes?—Preguntó al ver mi sonrisa y mis mofletes colorados. Casi me pilla haciendo el retrasado en frente del espejo.
—Yo...Yo...De nada.—Me tiré a la cama de un salto. Y miré al techo suspirando.
—Me encantan tus braguitas negras.—Dijo bostezando. Yo, roja como un tomate me tapé, al darme cuenta de que al tirarme a la cama se me había visto todo.
—Imbécil.—Le insulté. Rió descaradamente observándome.
—Boo, ¿Porque llevas una de mis camisetas? ¿Es de eso de lo que te reias?—Me pregunta. Yo sonrío, aún mirando al techo.
—No.—Comentó graciosa. Noté como la cama se hundió a ambos lados de mis rodillas. Harry se acercó jugueton a mi rostro y me beso dulcemente. Yo le seguí el juego.
¿No estaba siendo demasiado cariñoso conmigo? Normalmente Harry es brusco, pervertido e idiota. O al menos, eso dicen todas. Pero...¿Porqué conmigo no?
—Me vas a decir de lo que te reías...—me obligaba, pasando los dedos por mis brazos.
—No...—Contesté segura.
—¿A no?—Pregunto juguetón.
—No.
Empezó a besarme el cuello.
—Me lo vas a decir...—Insinuó contra mi piel. Le sentí sonreir. No le pienso decir que estaba bailando y haciendo gestos raros frente al cristal. Y menos por 4 o 5 besos que para mi, no significaban nada.
—Harry, no soy como las demás. Tus besos me da exactamente igual.—Le digo separandolo de mi cuerpo. Me está agobiando.
—Está bien.-Se quitó de encima de mi y se tumbó a mi izquierda.—Buenas noches.—Dijo borde.
Me senté sobre el colchón cabreada. ¿En serio se había enfadado? Aquí está el idiota de Harry que yo conocía. Sabía que el Hazza dulce duraría po...Espera. ¿Le acabó de llamar Hazza? ¡Dios! ¡No puede ser!
Me dejé caer sobre el colchón resignada. Suspiré. No voy a ser como otra de sus víctimas. En eso consiste la apuesta: Una semana con Harry, sin enamorarse.
Mal voy si le llamo Hazza. Harry. Harry. Harry. Basta. Ni siquiera voy a pensar en él. Pero eso es muy difícil si le tengo al lado. Me destapo y me siento el colchón. Me remuevo el moño pensativa.
—Nena, parate quieta. Estoy cansado.—dijo con su voz ronca. Yo le miré con asco. Aún que con la luz apagada él no podía verme.
Me levanté y salí de la habitación.
—¡Joder, Bobbie! ¿Dónde cojones vas?—Me grita desde la cama.
—¡Tengo hambre!—Grito histérica. Qué horror de hombre.
Me adentro en la cocina y busco entre las estanterías. Latas de cerveza, alcohol, latas de atún, comida precocinada...Normal, es hombre.
Y es que encima, no hemos echo nada. Me trae a su casa, nos liamos en la discoteca, vemos una peli juntos ¿Y qué? Nada. No hemos echo nada de nada. Ya que tengo que cumplir la apuesta con mis amigas al menos podría ser más divertida. Cuando me doy la vuelta le veo con su pelo rizado todo despeinado y con una cara de dormido que no podía con ella.
—Bobbie, ¿te ocurre algo? No hay comida.
Yo me gire y cogí un paquete de galletas María. Se las mostré exageradamente y sonreí falsamente.
—Perdón, pero tengo sueño. Y no paras de moverte.
—Harry, no estoy enfadada contigo.
Estoy enfadada conmigo misma. ¿Por qué? Por qué llevo 3 horas con él, y es raro estar con él. No Bobbie, no. No tengo que pensar en Harry, tan sólo es una distracción. Una apuesta.
—Está bien, nena. Me voy a la cama. Mañana nos tenemos que levantar pronto para ir a la universidad—Su maldita voz de dormido es muy jodidamente sexy.
Volví a dejar las galletas en su sitio. ¡No tengo hambre! Le seguí y me tumbe en la cama. Él estaba de frente mio. Abrió el ojo izquierdo.
—Buenas noches, Boo.
—Buenas noches, Styles.
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Las jugadas de la casualidad.
Teen Fiction«¿Crees en la casualidad?» Entonces lo miré y lo agarré por el cuello decidida. «A la mierda la casualidad»