Capítulo 4.

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Bobbie POV.

No se si lo recordais. Pillé a mi padre acostándose con otra mujer. Al día siguiente los gritos en casa fueron lo único que se oía. Ángel, mi hermano, me abrazaba y escuchábamos la música alta. Pero nada remediaba lo que pasaba en el piso de abajo. Mi padre tardó exactamente tres días en irse de casa. En irse para siempre.

No se supo nada más de él en años. Al principio mandaba postales en Navidad, en nuestros cumpleaños. Mi madre se negó a que pagara algo nuestro. Nos quería mantener ella, aun que tuviera que tener diez trabajos. Ángel pronto se marchó a la universidad y se puso a trabajar. Y bueno, aquí estoy yo. Acabando mi primer año de carrera.

Hacía tanto tiempo que no veía "Papá" en la pantalla de mi móvil.

Estaba sentada en la cama. No quería ver nadie. Me quedé en tal shock que ni siquiera lo cogí. No sabía que hacer. ¿Y si había pasado algo malo? ¿O había perdido el teléfono y le dieron a mi número?

La cuestión es: ¿Le devuelvo la llamada?

Mis pensamientos fueron interrumpidos de nuevo por el sonido de mi móvil. Decidí cogerlo, no me preguntéis el porque.

-Papá-le llamé. Le oí suspirar en la otra línea.

-Hola, cariño. ¿Como andas?-preguntó, le noté sonreír por el tono de voz.

-Bien-contesté desconcertada. -Y...¿Y tu?

-Aquí andamos..._hubo un silencio entre respiros agitados.-Crees que ¿podré verte? Tenemos muchas cosas de las que hablar y...te echo mucho de menos.

-Ahora mismo me viene bien-dije rápido. -Bueno, estoy de vacaciones en casa de un amigo, con mis amigas y eso...Prefiero que sea hoy.

-Calcelaré lo que tengo para comer y quedamos en media hora en la cafetería que solíamos ir antes, ¿que te parece?

-Genial, papá. Hasta ahora.

-Te quiero-soltó sin más.

-Y yo.

Colgué rápido de los nervios.

«Y yo, papá. Y yo»

Me vestí con un vestido azul marino con algo de vuelo. Puede que vaya muy arreglada, pero quiero que mi padre me vea como una mujer madura y no como la niña que recuerda. Me puse unos tacones marrones y salí corriendo por las escaleras.

-Bobbie-me llamó Harry. Louis estaba a su lado. Eran los dos tan guapos. Y yo tenía tanta suerte de tenerlos a los dos. De distinta manera pero, al menos les tenía.

_Quiere verme-le dije acercándome a ellos.

-No tienes que ir si no quieres-dice Louis.

-Quiero ir-aseguro rápido. Intento relajar mis músculos pero me resulta imposible. Beso a Harry en la boca y a Lou en la mejilla.

Salí y conducí hasta llegar en la cafetería que acordé con él. Llevamos viniendo aquí desde que somos pequeños. Ángel siempre pedía su Magdalena de chocolate y yo siempre pedía mi batido de fresa.

Mi padre estaba esperándome en la mesa del fondo, observándome. Le saludé nerviosa con la mano. Si no fuera por que mis piernas se movieron solas, juro que nunca me hubiera movido de ese sitio. Estaba aterrada y...sólo era mi padre.

-Hola, papa-le saludé aún de pie, al llegar a la mesa. Se levantó rápido y me abrazo.

-Cariño...-se separó y me miró. -Estas tan preciosa. ¡Que mayor!

_Llevas muchos años sin verme-le sonreí y nos sentamos.

Hablamos de muchas cosas. Hasta incluso le conté mi relación con Harry. Exclui el tema de las drogas y de las peleas continuas. Si quitabas eso.. Nuestra relación hasta sonaba perfecta de contar.

Las jugadas de la casualidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora