Capital 51. Louis lo sabe.

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Bobbie POV.

Louis cerró la puerta tras entrar. Nosotras aguardabamos al lado de la camilla hablando en susurros con Irene. Ella estaba débil y el médico había pedido calma y reposo hasta analizar su radiografía y sus papeles.

—¿Cómo esta mi pequeña?—dijo también en bajito. La besó en la frente y se sentó a su lado, cogiéndola con cuidado por la mano.

—Débil—susurró ella con una leve sonrisa.

—La han indicado reposo, al menos hasta que traigan los análisis.

El doctor justo entró a la sala mirando unos papeles. Luego alzó la vista y se fijo en mi y Alexandra.

—¿Los padres de Irene Edison?—preguntó comuna sonrisa.

—Están de camino.—le informé yo.

—Vale, pues le daremos la baja en unas horas y bueno...—comprobó los papeles.—El bebé está en perfectas condiciones y el mareo ha sido provocado por el embarazo. Tienes que comer más, ahora tienes a dos corazones a los que hacerles latir.

El doctor nos hace firmar unos papeles y se va. No sabemos como reaccionar ninguna de las tres. Irene se tapa la cara con las manos y Louis abre la boca y los ojos intensamente. Nos miramos todos entre todos sin saber que decir ni que hacer. Hay tensión en las paredes y parece que si alguien va a decir una palabra esas paredes nos estrujarán dejándonos sin aire.

Aun así, Louis se arriesgó.

—Dejadnos solos.—su voz sonaba severa y rasgada con cierto dolor.

Alex me cogió de la mano para que reaccionara y salimos las dos de la sala.

*

—No me lo puedo creer. Sabía que podía pasar esto. ¡Lo sabía, joder!

—Louis, déjame explicarte.

—Irene, lo sé todo. No me jodas, te oí hablar por teléfono con él. Pero pensé que tenías dos dedos de frente o que al menos tendrías los putos ovarios de contármelo.

Irene le miró con los ojos mojados y se llevó una mano a la boca sin intención de decir nada. Cuando Louis se cabrea es mejor dejarle que lo suelte todo y luego decir algo.

—Un bebé... Solo tienes dieciocho años. ¡Es una locura! ¿Y tu carrera?

—La sacaré después de tenerlo.—dijo ella  con esperanza.

—No puedes ser más gilipollas. ¡Es nuestro profesor de Historia! Ese cabrón te folla y se queda tan feliz.

—No digas eso, Louis.

—¡Digo la verdad!—gritó histérico.—Pensé que no eras una...

—¿Una que? ¡Vamos, dímelo a la cara, gilipollas!

—Una puta, Irene. ¡Estas embarazada de un profesor!

—¿Y? Me quiere.

—Eso no es verdad. Te quiere, si, pero no cómo tu te piensas.

—Louis, vete.

—No—Irene resopló y se sentó sobre la cama.—Contestame: ¿Tu le quieres a él?

El silencio se hizo dueño de cada una de sus agitadas respiraciones y Louis se dirigió a la puerta.

—¿Le quieres, si o no?

—¿Por qué me haces esto? ¿Acaso no piensas ayudarme en, probablemente, la cosa más difícil que voy a vivir?

—No voy a apoyarte en esto. Mas que nada porque no puedo ver como te destruyes a ti misma y no puedo hacer nada.

Las jugadas de la casualidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora