Capítulo 47

28.8K 1.8K 983
                                    

—¿Entonces... Me tengo que quedar aquí?

—Sí. Te mandaré un mensaje cuanto salgamos de aquí, ¿de acuerdo?

—Sí...

—Nos vamos en la noche...

—Claro Camz. —Tomé sus mejillas con cariño y dejé un pequeño beso sobre su frente. Lauren sonrió y puso sus manos sobre las mías, acariciándome con sus pulgares—. Te amo...

—También te amo. —Salí del cubículo después de un último beso y con el corazón revoloteando de felicidad. Acomodé mi ropa e intenté peinar un poco mi cabello antes de salir del baño.

Divisé a lo lejos a mi madre volteando para todos lados cruzada de brazos. Pobre mi mami... No imagino cuanto tiempo llevaba buscándome y yo estaba de lo más feliz en el baño haciendo el amor con mi pequeña tonta.

—¡Mamá! —Grité un poco más cerca para captar su atención levantando el brazo.

—¡Ahí estás chamaca pendeja, me tenías preocupada! —Mamá tomó mi cabeza con sus manos y me besó la coronilla. Sólo reí, al parecer ella nunca me dejaría de tratar como una niña.

—Mamá ya tengo casi 20 años... —Me soltó de su agarre y encarnó una ceja. ¿Soy yo o acababa de olerme?

—¿Dónde estabas? —Mierda.

—¿Porqué?

—Hueles raro... ¿Corriste?

—Ahmm... Estaba... Estaba en el baño. —Mi madre me miró confusa.

—Pero te busqué ahí.

—¿Enserio?

—Sí... —Sus ojos se achicaron, podía sentir cómo me quería sacar la verdad penetrando mi alma.

—Tal vez entraste al baño de hombres... —Sus ojos se abrieron y sus cejas se alzaron parpadeando repetidas veces.

—Ni le vayas a decir a tu papá... —Solo asentí como la mujer bien portada que era. Apreté un poco las piernas con incomodidad.

—Mamá, ¿podemos irnos?... Me quiero bañar.

—¿Y eso? —Porfavor, deja de preguntar.

—Es que... —Negué repetidas veces con la cabeza—. ¿¡Bueno, tengo que dar explicaciones para todo!? —Sentí un manotazo en el brazo.

—¡Mira nomás, chamaca grosera!

—Ya ma... Que vergüenza, vámonos a la casa. —Mi madre se cruzó de brazos de nuevo, resongando y ambas salimos de la heladería .

Caminamos por el parque hasta llegar al auto que había rentado, papá y Sofi ya se encontraban ahí. Subí a regañadientes a la parte trasera. Papá encendió el auto y empezó a andar mientras mi madre se quejaba.

—Se está malcriando Alejandro.

—¡No me estoy malcriando!

—¡Mira que malcriada! —Gruñí.

—A ver... ¿Que pasó allá? —Mi madre empezó a relatar la historia, y la dramatizó el triple de como realmente había sido—. Camila tu mamá tiene razón, estuvimos como media hora buscándote. —Reprochó.

Privilegios IlegalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora