Capítulo 30

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12:45 p.m.

Bajé las escaleras gracias a la puerta que no dejaba de sonar, seguro mis padres y hermanos habían llegado.

—Hola cejas de azotador.

—Chocolatito —Sonreí—, ¿qué haces aquí?

—Hola Lauren. —Mi corazón dió pequeños saltitos, yo conocía esa voz.

—Te traje una sorpresa. —Normani se movió hacia un lado con una sonrisa pícara.

—Hola Keana —Saludé con la mano. Se veía preciosa con esos pantalones ajustados, esa camisa holgada y un suéter amarrado a su cintura—. ¿Quieren pasar? —Pregunté abriendo la puerta y dándoles paso.

—Conmigo es un "¿qué haces aquí?" Y con ella un "¿quieren pasar?", que perra Jauregui. —NORMANI CÁLLATE.

—En realidad... Quería ver si podía quedarme contigo. —Keana dió un paso hacia al frente y Normani rió.

—¿Quedarte conmigo?

—Así es culo blanco, estabamos haciendo el trabajo de historia —Abrí los ojos como platos. ¿¡Qué trabajo!?—, pero tengo que salir y ella quiso venir a visitarte así que... —Ella quería venir a visitarme.

—¿Eso es cierto? —Pregunté mirando a Keana, ella tenía las mejillas sonrojadas casi todo el tiempo pero esta vez creo que lo estaban aún más.

—Te la dejo Lauren, tengo que irme.

—Pe-pero-

Normani se fue haciendome la ceña de peace and love. Negué con la cabeza, Normani hacía y deshacía lo que quería conmigo.

—¿Puedo pasar? —Reacciona Jauregui tienes a una hermosa compañera aquí.

—Claro, pasa.

Keana y yo entramos. Ella veía cada parte de mi casa con una enorme sonrisa, siempre estaba haciéndolo. Me gustaba mucho que fuera tan... No sé era demasiado hermosa akdakhdak.

—Linda casa.

—Gracias...

—¿Y tus padres?

—Salieron —Se formó un pequeño silencio, y no era para menos. A penas y la conocía—. Yo... ¿Tienes hambre?, puedo encargar una pizza. —Me encaminé hasta el teléfono de la casa y marqué, ella asintió desde su lugar.

01:57 p.m.

—Entonces por eso nos mudamos aquí a Miami.

—Ya veo...

Habíamos reído mucho, Keana era una chica increíble y muy muy muuuy hermosa. Su papá era el típico empresario que había ascendido de puesto en su trabajo y había tenido que mudarse a otra ciudad, pero supongo que era mejor eso a estar lejos de su familia.

—¿Puedo poner música?

—Claro. —Sonreí.

Privilegios IlegalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora