39 [De regreso]

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—¿Zayd? —Sonrío falsamente.

—¿Por qué no me dijiste sobre esto?

—¿Sobre que? -Intento disimular mi nerviosismo.

—Deja de actuar como si no supieras nada. —Me toma fuertemente del brazo acercándome un poco hacia el. —Deja de mirarme como niña inocente y comienza a hablar.

—No se de que me hablas. —Intento soltarme del agarre pero me hace quedar firme y mirarle a los ojos.

—Zaida, contesta a mi pregunta.

—¿Qué pregunta?

—Uff, que son estas llamadas a media noche, tu comportamiento, tu nerviosismo.

—Primero suéltame. —Accede. —Lo que sucede es que alguien se entero de nuestra relación y nuestro escape y me tienen vigilada e amenazada, quieren 40 mil dólares dentro de 5 días, me habían dado 2 días pero luego del escape nada fue posible y ayer me llamaron nuevamente.

—No vuelvas a ocultarme algo así y para la próxima que te llamen yo contestaré. —Dice con un tono molesto pero sin perder la calma.

—Quiero regresar a la ciudad, quiero arreglar las cosas con mis padres.

—Esta bien, ahora descansa que mañana tendremos un largo viaje. —Me acuesto e intento descansar.

En la mañana.

Luego de mucho rato me dio sueño a noche, tengo unas ojeras que parezco zombie.

Me levanto y me ducho para luego hacer el desayuno y servir.

—¿Estas enfadado?

—No.

—Entonces porque desayunas sin ánimos y con esa carota que  cualquiera que te viera se daría cuenta que estas enfadado.

—Porque me da la bendita gana.

—Provecho. —Me levanto sin terminar de desayunar para luego dirigirme hacia la cocina y lavar los platos.  —Sabia que iba a cambiar de actitud, pues claro vamos a regresar a la ciudad.

—Apúrate, en 5 minutos nos vamos.

—Apiriti in 5 miniti nis vimis. —Digo para mi misma.

Termino de lavar platos y me pongo enfrente de el.

—¿La maleta?

—¿Qué maleta?

—¿No guardaste nuestra ropa?

—Recuerda que me escape ¿qué ropa iba a traer conmigo? —Digo sarcástica.

—Hubieras empacado la mía.

—Levántate y hazlo con tus propias manos. —Me tumbo en el sillón cruzándome de brazos.

—Cómo desees. —Se levanta molesto y se va.

Ruedo los ojos y tomo el Gur’an para recitar un poco y calmar mi enojo.

Luego de unos minutos Zayd aparece con una pequeña maleta  y sin decir nada sale de la casa dando un portazo.

Segundo PlatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora