74 [Ayúdame]

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Luego de una semana.

Narra Julieth.

—No lo sé Julieth, no lo sé pero de alguna manera tendrás que casarte con ese hombre, le quitarás su empresa y dinero y le darás el divorcio. Quiero que lo dejes en la calle —Dice lo último levantando ambas cejas.

—Pero padre el esta casado, no le puedo hacer eso.

—De paso tendrás que hacer que el le de el divorcio a esa jovencita y me la traes. Yo se que hacer con ella —Sonríe morboso.

—¡No lo haré! —Me doy media vuelta y comienzo a caminar hacia la puerta.

Escucho un vidrio romperse y me volteo llevándome la mano a la cabeza.

—¡De aquí, no sales! —Uno de sus hombres me sostiene y…

Narra Zaida.

—¿Dónde está el bebe de tía? ¿dónde? —Sonrío mientras le hago cariñitos en la barriga.

—Zaida, ¿ya le has dicho a Zayd sobre tu embarazo? —Dice mientras dobla ropa de Zamir.

—No todavía no, quiero esperar un poco.

—Lo mejor es que se lo digas.

—No lo sé pero mi corazón me dice que espere un poco.

—Bueno, espero que esto no le valla a molestar.

—Yo se que no.

En la noche.

Entro al cuarto y encuentro a Zayd tomando un café con la mirada perdida.

Ni siquiera se habrá percatado de que entre.

Me apoyo de la pared y aprecio cada facción de su rostro, sus cejas, sus pestañas, sus ojos, nariz y labios.

Sonrío tontamente y me mira confundido.

—¿De qué te ríes? —Le da un sorbo al líquido que contiene la taza y la deja en la mesa cruzándose de brazos.

—Me acabo de percatar lo guapo que es mi marido —Suelta una risa y este me mira ofendido pero con una sonrisa en los labios.

—Basándonos en lo que acaba de decir señorita Haddadi, puedo decir que usted intento decir que era feo —Intenta imitar una voz sofisticada.

—Así es —Lo imito.

—Eso ha sido una falta de respeto.

—¿Ser honesta es una falta de respeto?

—Oh, entonces me lo estaba afirmando.

—Véalo en el sentido positivo, no me casé por su belleza.

—Ven acá pequeña —Me acerca y lo abrazo posando mi cabeza en su pecho. —Creo que nunca me cansaré de repetirte lo cuanto que te amo y el cuán miedo tengo de perderte.

—Entonces no hagas estupideces y quita ese miedo.

—Te amo mi despistada.

—Y yo a ti mi grandulón, no me arrepiento de haberme escapado contigo.

—Y yo no me arrepiento de tomar esa decisión.

Siguiente día.

Narra Julieth.

Estoy secuestrada por mi propio padre, tengo una toalla amarrada en la boca y cuerdas en los brazos y pies.

No me soltará hasta que no acepte destruir a Zayd.

Hace años cuando Zayd y yo estábamos en la universidad, yo le conté que mi padre me violaba cuantas veces el deseaba, como cualquier otra persona Zayd no pudo contener la rabia y fue a mi antigua casa, golpeó tanto, tanto a mi padre que casi lo llevan a prisión pero en este caso el que fue a prisión fue mi padre, más tarde el salió de prisión me encontró y me amenazó en decirle algo a la policía, ya no me violaba, ni me tocaba pero luego de un tiempo me di cuenta que estaba planeando como dejar a Zayd en la calle y ahora quiere cumplir ese plan.

—¡DE ACUERDO! LO HARÉ MALDITA SEA —Chillo mientras sollozo.

Obviamente no lo haré, me libraré de este secuestro aceptando y le pediré ayuda a Zayd, seguro entenderá mi situación y me ayudará.

—¿Cómo? —Se acerca mi padre hacia mi esbozando una sonrisa de triunfo.

—Acepto destruir a Zayd, hacerlo pedazos y dejarlo en la calle. Sin mujer y sin dinero.

—Repítelo cariño.

—¡ACEPTO MALDITA SEA!

—Suéltenla —Le ordena a sus hombres y estos obedecen. —Quiero que comiences desde ya.

—De acuerdo —Pasa su pulgar por mis mejillas y me planta un beso en la frente.

Me alejo bruscamente y salgo de aquel lugar.

Narra Zayd

Tomo asiento y de inmediato me entra una llamada de Zaida, se corta y vuelve a llamar.

Contesto preocupado.

—¿Estas bien? —Cuestiono rápidamente.

—Si Allahamdulillah y ¿tú?

—Allahamdulillah, como llamaste y cortaste me preocupe.

—Se cortó solo.

—¿Pasa algo?

—Cuando vienes de regreso por favor tráeme un chocolate.

—Zaida ya tiene medio rostro lleno de granos, ¿quieres más? 

—Siii, tráeme mi chocolate yo me encargo de los granos.

—Zayd, ayúdame —Entra Julieth y de inmediato se me borra la sonrisa al verla en ese estado.

Dejo el celular en el escritorio y me levanto para sujetarla.

—¡Julieth! ¿estás bien? ¿qué te sucedió?

—Ayúdame, ayúdame —Repite con la voz cansada.

La sujeto y le ayudo a tomar asiento en una de la silla.

—Zaida, te llamo luego —Cuelgo sin esperar alguna respuesta de ella y me apresuro para llenar un vaso de agua. —Toma —Le ayudo a beber agua.

—Ayúdame, necesito que me ayudes, nuestras vidas corren peligro.

—¿Qué sucede? Aquí estoy para ayudarte.

—Necesito que actúes para salvar nuestras vidas.

—Sin rodeos Julieth, dime que pasa.

—Mi padre quiere que me case contigo, te quite tu dinero, empresa y mujer. Quiere a Zaida.

—¿¡COMO!? —Me levanto sorprendido por lo último.

—Necesito que le demuestres que me amas y nos vamos a casar, por favor, si no lo haces mi padre me matará.

—¡EL QUE LO VA A MATAR SOY YO! —Me dirijo hacia la puerta dispuesto a matar a ese hombre desalmado.

—No Zayd, compréndeme —Me detiene.

—No puedo hacer eso, voy a perder a Zaida.

—La puedes perder pero la puedes volver a tener. En cambio mi vida no, si no actúas que nos vamos a casar mi padre me matará y me quedaré sin vida.

—¿Cuál es tu plan?

—Que le demostremos a mi padre que estamos haciendo los preparativos de la boda, que vengas a mi casa con flores y chocolates, le pidas disculpas a mi padre por lo que paso hace años y luego cuando yo vea que ya se la esta creyendo, me ayudas a viajar a otro país y te encargas de enviarlo a prisión —Hago una mueca indeciso. —¿Aceptas ayudarme? —Tiende su mano.

¿Aceptará?
¿Cómo se lo tomará Zaida?
¿La perderá

Segundo PlatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora