40 [¡No Hables De La Madre De Amir!]

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Me toma del brazo y me hace caer al suelo, da fuertes puñetes sin parar, toma mi rostro y lo choca contra el suelo.

—¡FARAH! —Zayd separa a Farah difícilmente de mi e intento levantarme pero es en vano. No tengo fuerzas. —¿¡COMO PUEDES HACERLE ESO A TU HERMANA!? ¡ESTA SANGRANDO!

—¡SE MERECE ESO Y MAS! —Toco mi rostro y visualizo sangre.

—¿Qué pasa? —Escucho la voz de mama Naime y esta se impresiona al verme.

Veo salir a mis madres y mama Safiyeh corre para ayudarme a estar de pie. Mientras las demás solo me miran sorprendidas.

—¿Estas bien? —Niego con la poca fuerza que me resta.

—¡SUELTELA MAMA SAFIYEH TODOS SABEMOS QUE ELLA SE ESCAPÓ EL DÍA DE SU BODA!

—Luego me cuentas lo que sucedió luego de la escapada. —Susurra. —Aliye puede traer el botiquín de medicina. —Asiente y se adentra a la casa.

—¡NO TE LO MERECES DESGRACIADA! ¡MANCHASTE LA REPUTACIÓN DE NUESTRO PADRE! —Intenta acercarse a mi pero Zayd no se lo permite.

—¡DEBERÍAS DE CONTROLARTE, LA HAZ LASTIMADO FÍSICAMENTE MÍRALA COMO ESTA! ¡NO LA VUELVAS A TOCAR!

—¿Por qué la defiendes tanto eh?

—Porque es mi esposa y es mi responsabilidad cuidarla y protegerla.

—¿Ella se escapó contigo?

—¡Si y yo fui el que planeo el escape, ella incluso se estaba negando!

—¡ZAYD COMO PUEDES! ¿¡ACASO NO ENTIENDES QUE ESTOY LOCAMENTE ENAMORADA DE TI!? ¡PARA CASARTE CON ESA BUENA PARA NADA! —Me fulmina con la mirada.

—Esa buena para nada es mi esposa.

Mama Safiyeh me ayuda a tomar asiento, no puedo quitar la mirada de mama Sana, esta no me habla ni me ayuda. Solo me mira con furia.

—Iss. —Me quejo por el dolor.

—Si ya terminaron deseo llevarme a Zaida de aquí.

—¡Zayd! —Farah voltea a Zayd. —¿¡Nunca te enamoraste de mi!?

—¡Fuiste tu la que se creó falsas ilusiones e esperanzas!

—Pero yo... —Le hace un gesto para que se calle.

—Vamos cariño. —Me carga en sus brazos. —Gracias. -Le dedica una sonrisa a mama Safiyeh y comienza a dirigirse hacia el auto. —Estas pesada eh. —Ríe pero me mantengo sería.

Nos comenzamos a dirigir hacia la casa de Zayd, el no deja de ver hacia mi pero no quiero hablar con nadie.

—¿Estas bien? —Asiento.

Entramos y rodea el auto tomándome en brazos, deja que el guardia deje su auto en el garaje y entramos a la casa.

—¿Qué te sucedió Zaida?

—Luego te cuento.

Zayd me acuesta en la cama y me acomodo con delicadeza intentando no herirme.

—¿Tienes hambre? —Niego.

—Déjame sola, no quiero hablar ni ver a nadie. —Ruedo los ojos y suspiro cansada.

Este se va del cuarto y comienzo a llorar, no puedo contenerlo, se que mama Sana esta enojada, no se acercó, no me pregunto si estaba bien. No hizo nada.

No puedo dejar de pensar en como me miraba, como me hablaba con los ojos. Se que si la llamo no contestará ¡no puedo vivir sabiendo que esta enfadada!

Segundo PlatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora