76 [¿Zaida estas embarazada?]

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—¡Zaida! —Me doy media vuelta y Zayd me arrebata el celular de las manos y corta la llamada. —¿Quién te dio el permiso de tomar mi celular?

—Soy tu esposa no necesito permiso alguno.

—Respeta mi privacidad como yo respeto la tuya.

—En el matrimonio no existe privacidad.

—Pues seremos la excepción y en esta sí. Sal de mi cabina no te quiero aquí.

—Luego no me vengas a pedir disculpas —Salgo disgustada por su ofensa y entro a mi cabina por mis cosas.

Entro al ascensor y espero a que se abra nuevamente, salgo y tomo un taxi hacia el lugar acordado.

¿Qué le está pasando a Zayd? Siempre lo veo con Julieth y ahora que Julieth decida irse de la empresa me parece aun mas extraño. Ellos ocultan algo y yo no puedo quedarme con los brazos cruzados, necesito saber que pasa.

Su comportamiento es muy brusco y atrevido en cuanto antes de ayer estábamos tan bien y de repente se comporte de esa manera es muy extraño. Algo debió de haber ocurrido.

—Deténgase aquí —Le pido al joven, le extiendo su dinero. —Muchas gracias —Me bajo del auto y camino un poco.

Tomo asiento en una mesa en el exterior y llamo a Sara.

—Assalamualeikum, ya estoy en camino ¡señor apúrese!  —Sonrío.

—Waleikumsalam, deja de gritarle al pobre señor mejor aprende a conducir.

—Mejor bájeme aquí y tome su dinero.

—¡MAL AGRADECIDA! —Chillo el conductor enfadado.

—¡TU MADRE!

—Sara que vocabulario.

—Nunca me pudiste conocer totalmente, en realidad estoy loca. Ya llegue.

Me levanto y cuelgo la llamada, la recibo con dos besos en ambas mejillas y tomamos asiento.

—Nunca más voy a volver a tomar un taxi son unos mal educados mejor están los Uber’s que hasta agua te ofrecen y van más rápido.

—Pero si de todo te quejas nunca vas a poder progresar.

—Uff —Rueda los ojos. —¿Qué tal todo? —Se pone un poco más seria.

—Allahamdulillah todo muy bien.

—¿Y cómo está el bebe?

—Allahamdulillah, estoy intentando no comer tantas porquerías.

—Es un gran progreso —Dice con un tono sarcástico.

—¿Y tú?

—Allahamdulillah todo bien excepto con mi suegra que me dan ganas de aplaudirle con un ladrillo en la cara.

—Ya Allâh bendice a esta loca necesita mucho de ti —Digo mientras miro hacia arriba.

—¡Dramática!

—Por supuesto tomando clases privadas por ti.

—Disculpen, ¿le puedo tomar la orden? —Interrumpe la mesera.

—Queremos marisco ya lárgate —Responde Sara haciendo una mueca.

—¿Qué tipo de marisco?

—Yo deseo camarones —Contesto sonriente.

—¿Y usted? —Cuestiona mientras dirige su mirada hacia Sara.

—Lo mismo ya lárgate.

La joven se va y Sara la mira de pies a cabeza con desagrado.

Segundo PlatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora