48 [¡TU SEGUNDO PLATO!]

581 47 31
                                    

—¿Qué pasa amor? —Dice esta separándose.

《¿Amor?》

—Disculpa —Me interpongo alejando a Zayd de esta chica.

Me parece reconocida, siento que la eh visto en algún lugar.

—¿Quién eres y como te atreves a tocar a mi marido?

—¿Marido? El esta casado conmigo. Seguro tienes alguna confusión.

—Ninguna confusión, estoy casada con el y tengo el acta de matrimonio.

—Yo también tengo el acta de matrimonio.

—¿Zayd? —Mira hacia Zayd confusa por la situación.

Este solo mira hacia mi confundido y preocupado.

—Zayd que esta pasando —Digo mirándolo fijamente.

—Zaida, yo quería decírtelo antes pero…

—¿Pero que? —Digo preocupada.

—Zaida es complicado decírtelo.

—¡Solo dilo! —Exclamo furiosa.

—Ella es mi… —Agacha la cabeza en gesto de pena.

—Ella es tu primera esposa y yo la segunda —Digo con un hilo de voz.

Las lágrimas no tardan en aparecer.

—Soy tu segunda esposa, tu segunda opción. ¡TU SEGUNDO PLATO! —Chillo lo último con mucho odio y dolor.

—Zaida amor entiéndeme.

—¿Entender que? ¡DIME! ¿¡ENTENDER QUE!?

—Si te hubiera dicho que estaba casado y tengo una mujer, no aceptarías casarte conmigo y es lo menos que quería. Yo te amo y siempre lo haré.

—La verdad siempre por delante, tu mentira solo me rompe el corazón.

—Zaida entiende.

—Zayd explícame que pasa —Dice su primera esposa.

—Ahora no Sara, por favor vete y no empeores las cosas más de lo que están.

Esta se dispone a salir del comedor y llevar sus cosas junto a ella, la anciana va detrás de ella y yo me dirijo hacia mi cuarto.

—¡Zaida! Espera ¡Zaida!

Me adentro al cuarto dejando la puerta abierta.

—Cariño —Comienza a caminar hacia mi dirección.

—Detente, no lo hagas por favor —Digo entre sollozos. —Cada vez me lastimas más y más, no aumentes más el dolor.

—Zaida entiéndeme.

—No puedo entenderte, mi dolor es más grande y profundo que tu absurda explicación. Eres tan predecible que ahora vas a decir que no me lo dijiste porque sabías que no me casaría; si sabias que no me casaría sabiendo que estabas casado ¿Por qué lo hiciste?

—Por que te amo.

—Si me amarás no me hubieras hecho algo así.

—Zaida…

—No digas mi nombre, no lo hagas..solo vete y déjame sola esta noche. Ve a pasar la noche con tu mujer…seguro te necesita —Le doy la espalda y muerdo mi labio intentando resistir el dolor.

Segundo PlatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora