Capítulo 1

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Corría por el bosque junto a mis betas heridos. Unos cazadores averiguaron nuestra madriguera y la convirtieron en una trampa anti hombres lobos. Mi hermano, Ted, cojeaba con una flecha clavada en su tobillo izquierdo mientras mi mejor amigo Jack llevaba el brazo ensangrentado.

Frené mientras entraba en una cueva oscura y los resguardé a todos junto a la pared. Los cazadores pasaron de largo y por fin pude respirar lentamente.

Los miré a todos. Estaban doloridos y cansados, debía hacer algo. Me dejé de apoyar en la pared fría y me coloqué en frente de ellos.

- Betas- todos me miraron y cogí aire- Hay que levantarse y seguir huyendo.

- No podemos más, alfa.

- Volverán, sabéis que nos encontraran.

- No estamos acostumbrados a ser vistos sin quererlo, Thalia.

- Lo sé, Ted, pero hay que levantarse y correr.

- Ya no tengo fuerzas.

La pequeña niña apareció entre las piernas de su madre y sonreí. Su pelo estaba revoltoso y estaba manchada de barro por toda la cara y ropa. Me acerqué a paso lento y me puse a su altura.

- Claro que tienes fuerza, solo tienes que sacar tu lado más bonito.

La niña sonrió y en sus pequeños ojos apareció un amarillo brillante que iluminó la cueva. Me levanté y les miré.

- Vamos, manada, enseñémosles lo que somos- mis ojos tornaron rojos y aparecieron brillantes y puntiagudos colmillos en mi boca- Enseñémosles nuestro verdadera personalidad.

La cueva fue iluminada poco a poco por ojos amarillos brillantes y cada uno se fue quitando el arma que tenía clavada. Esperaron que yo saliera y me siguieron. Mañana sería luna llena y se notaba más que nunca.

Mirando hacia las estrellas y luego a mi manada, relamí mis colmillos, mis garras aparecieron en mis manos y rugí con fuerza, a continuación, mis betas siguieron mi rugido despertando a todo ser viviente en este bosque.

Salimos a correr como si estuviéramos jugando y dejamos nuestro sentido de orientación guiarnos hasta los cazadores, esos que han profanado nuestro lugar de encuentro y que ahora pagaran por lo que nos han hecho.

Después de correr kilómetros sin parar capte su olor, el olor del hombre que ha estado a punto de quedarme ciega con una de sus estúpidas balas. Cambié mi rumbo bruscamente y mis betas me siguieron hasta encontrarnos un grupo de hombres vestidos de negro y armados.

Mis betas fueron rodeándoles en silencio mientras yo observaba cada movimiento que hacían, para saber si alguno de los míos podría ser encontrado. Cuando todos estaban rodeados mi cuerpo apareció entre los árboles y todos me miraron.

Mis ojos brillaron más que nunca y puse mi cuerpo tenso mientras me apuntaban. Apreté mi mandíbula y di un pequeño rugido, haciendo aparecer a mi manada desde los árboles y arbustos, también enseñando sus garras y dientes.

- Retirada.- dijo una chica.

- No, aún no.

- No son ellos, no son la manda que buscamos.

- No importa, nos matarán.

- Vámonos.

- ¡Quedaos!

La jefa de los cazadores gritó con fuerza haciendo a los demás pararse en el sitio. Ella me miró directamente a mi y saqué mis dientes de nuevo para que se fueran.

- ¿Quién eres joven alfa?

- ¿Quién eres tú, profanadora de madrigueras?

- Soy la jefa del grupo de cazadores llamado Los Calaveras, ahora respóndeme mujer loba.

- Mi nombre es Thalia.

- ¿Una verdadera alfa?

- No, señora, robé el poder a un alfa que mantenía a su manda en malas condiciones, me hice con sus poderes y les salvé.

- Esa es tu versión.

- No creo que pueda saber otra que no sea esta.

- Siento lo de tu madriguera.

- ¿A quiénes buscaban y buscan?

- A una manada muy poderosa, tanto que podría destruir un pueblo entero sin que los policías puedan hacer algo.

- Se equivoca de manada.

- Me he dado cuenta...tu manera de actuar no es la que buscaba del alfa que quiero encontrar.

- Lárguense de mi bosque y no vuelvan a acercarse a mi manada.

Ella sonrió y se acercó un poco más a mí, yo solo la miré y gruñí.

- ¿O qué?

- O me acercaré yo a la vuestra.

Levantó su cabeza y con la mano en los bolsillos se fue de allí junto a los demás y los gruñidos de mis betas.

Dark Wolves (Theo Raeken)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora