Capítulo 26

768 68 0
                                    

Me senté en la silla de nuevo agarrando mi tronco con suavidad, ya que aún me dolía. Miré a Stiles, él seguía dormido mientras curaban a Malia, que se ponía cada segundo peor. Zeus me contó hace unos minutos que los coyotes suelen tener más fuerza en los desiertos, además de que se curan más rápidos que los lobos, pero sólo si el arma que les ha herido no estaba envenenada. Las garras de Aría lo estaban.

Según Dalila hay una sustancia, color azul esmeralda y que al ser muy tóxica lanza humo de azul oscuro, como si se estuviera quemando. Los perro salvajes antiguos lo usaban para defenderse con más brutalidad porque a ellos no les afecta, solo tienen que ponerse una gota de esa sustancia llamada orión en la punta de sus garras y se expandirá hasta el final de estas. Para los lobos es letal, si no se saca a tiempo pueden morir en minutos, para los coyotes es más fácil aguantarla por sus raíces al desierto. Por suerte a mi no me clavó sus garras, sino sus nudillos en mi mejilla provocando varios moratones que sanaran en unas horas.

- Tierra llamando a Thalia.- dijo Stiles mirándome.

- ¿Qué?- pregunté saliendo de mi trance.- Stiles, duérmete.

- Pasa algo, ¿No es así?- negué con la cabeza y se sentó en la cama con las piernas fuera.- No me mientas, Thalia, tienes moratones por todo tu rostro.

- Está bien.- bufé.- Malia ha sido atacada por Aría, yo la he salvado a tiempo y ahora la están curando.

- ¿Qué? ¿Cómo está?- preguntó preocupado, tal vez no sea ya su novia, pero aún hay una fuerte conexión entre ambos aunque no lo parezca.

- Está bien, estamos bien.- afirmé calmándolo y me miró sin pestañear.- Bueno, ella no tanto, pero lo estará.

- Voy a verla.- tuvo intención de levantarse pero lo frené.- Thalia voy a ir.

- No, no lo harás, te quedarás descansando.

- ¿Más? Si no tengo sueño, lo único que hago es cerrar los ojos e intentar pensar cómo solucionar lo que está pasando.

- Stiles, duérmete, ¿Vale? Haz un intento.

- ¡No puedo Thalia! Me necesitáis y lo sabéis.

- Stiles...

- Llevo días intentando dormir, pero no puedo, así que solo pienso como traerte a casa y como salvar a los perros salvajes y, ¿Sabes qué? ¡No lo sé! Así que déjame hacer algo que sé que puedo hacer y es salir de esta habitación, caminar hasta llegar a Malia y ver cómo está por mis propios ojos.

Me qué en silencio observando las facciones de su cara. Tenía una ceja más levantada que la otra y sus ojos no muy entrecerrados, sus boca estaba un poco abierta y sus manos estaban sudorosas, así que pude oler su sentimiento de preocupación y sentir como de alterado estaba. Suspiré y me hice a un lado, dejando que se levantara y se fuera en busca de ella.

Fui detrás de él viendo si se tropezaba o algo, pero parecía estar más que recuperado. Cuando llegamos a la enfermería estaba Scott quitándole el dolor, mientras que Zeus y otro perro salvaje intentaban curarla. Stiles la observó durante un corto tiempo, luego se colocó al lado de Scott colocando su mano en el hombro de él y mirando preocupado a Malia, que no paraba de gruñir y rugir de dolor mientras que sus ojos brillaban más y más con el color azul claro de los coyotes.

- Vamos Malia, aguanta.- susurró y yo me puse al lado de Zeus, que la agarraba de los hombros.

El otro perro salvaje sacó una pequeña daga envuelta en arena, sopló quitando algunas piedras, pero al arena no se iba. Se acercó a su costado, donde tenía un profundo arañazo de lado a lado que no paraba de sangrar. La daga empezó a cortar por la mitad del profundo corte, saliendo de ahí humo de azul oscuro. Malia rugió más aún levantando su cabeza de la camilla y sus rodillas se doblaron, yo agarré sus tobillos al ver como iba a levantarlos y miré a Zeus, que me correspondió y luego los dos hicimos fuerza hacia abajo pegándola a la camilla de nuevo.

El perro salvaje hizo otros cortes en las demás heridas, sacando el mismo humo hasta que terminó y volvió a guardar la daga en la arena. Malia estaba casi inconsciente, pero aún no había sanado por mucho humo que había salido, hasta que por fin sacó el líquido tan espeso por sus fosas nasales, un líquido azul claro, orión. Estaba a salvo.

Dark Wolves (Theo Raeken)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora