Capítulo 42

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La miré amenazante a los ojos, ella solo me sonrió desde la lejanía. Los pasos detrás de mí se acercaban a paso lento, pero ella no se movía, intentaba hipnotizarme de nuevo, pero si llevo sobre mi espalda el espíritu del lobo no podrá manipularme.

- ¿Thalia?- escuché a Theo detrás de mí.- ¿Pasa algo?

- Aría.- gruñí y noté como levantaba su cabeza orgullosa de escuchar su nombre.

- Vámonos.- su mano agarró mi brazo e intentó tirar de el.- Thalia, vamos.

Gruñí de nuevo y le miré a él, después a donde ella estaba, pero solo estaba la arena sobrevolando el suelo formando de nuevo un pequeño torbellino. Pestañeé volviendo a tener el color miel en mi iris y me fui junto a Theo de nuevo a la guarida.

- Descansa.- dijo dándome un corto beso y dejándome en mi habitación.

Bufé y me tumbé en la cama sin fuerzas. Miré hacia el techo notando el escozor en mis ojos, aquel que avisaba que debía pestañear o estos se quedarían secos. En cambio, sólo los cerré y abrí.

Miré alrededor mío, todo estaba más oscuro de lo normal. Me levanté de la cama y miré como la puerta se abría poco a poco, enseñando el pasillo oscuro. Pasé por esta, que se cerró detrás de mí con fuerza, formando un estruendo que hizo caer algo de arena.

- ¿Theo?- empecé a andar.- ¿Ted?

A lo lejos, en la inmensidad de la oscuridad, se escuchó una respiración suave, que parecía estar enfrente de mí. Tragué saliva y seguía andando hacia la dirección donde procedía esa respiración.

- Eres tú...

- ¿Qué?

- ¡Eres tú!

Las palabras retumbaron por las paredes y aparecieron unos ojos dorados que brillaban más de lo normal en los perros salvajes. Di un paso hacia atrás, pero sentí una pared en mi espalda, me di la vuelta y no había nada. Giré mi cabeza de nuevo, encontrándome con los ojos justamente delante de mi.

- Eres tú.

- ¿Qu...qué?

Los ojos dorados dieron un paso más hacia delante y aparecí yo, con las manos llenas de sangre y una sonrisa tenebrosa. Intenté decir algo, pero fui interrumpida por las paredes, que empezaron a hacer ruido y a derrumbarse. Salí a correr, pero caí al suelo y fui arrastrada mientras arañaba el suelo con las garras y desaparecía entre el polvo, la arena y la oscuridad.

Me desperté entonces y me senté con las piernas fuera de la cama, intentando buscar aire. Miré a mí alrededor, viendo que estaba en mi habitación, donde me había dejado Theo, y que todo había sido una pesadilla.

Dark Wolves (Theo Raeken)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora