Capítulo 39

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- Me aburro.- dijo de nuevo Stiles y le di una colleja.- ¡Hey!

- Eres muy pesado, Stilinski, ¿Nunca te lo han dicho?- sonreí y él señaló a Theo.

- Se ve que la idiotez se pega.- dijo desde el asiento trasero y reí mirando a Theo conducir el coche.- Oye, de verdad, ¿Cuánto queda?

- Poco, mira.- señalé a la lejanía un pueblo.- Allí está.

Hemos decidido venir hacia un pueblo cercano a la zona, que se encontraba junto a un oasis. Detrás de nosotros venían Scott, Malia, Lydia, Liam y Hayden.

Theo frenó el coche y abrí la puerta, bajándome del auto. Sonreí al ver tal preciosidad delante de mis ojos, hace tiempo que no vengo y esta igual que siempre. Theo agarró mi mano y Stiles se fue en busca de Lydia.

- ¿Es bonito por dentro?- preguntó Hayden.

- Sí, sobretodo en la noche.- miré a los demás.- ¿Quién falta?

- Derek, Braeden, Mason y Corey, que están allí.- Scott señaló detrás de nosotros, a un coche negro que se acercaba con rapidez.

Cuando todos estábamos fuera de los coches entramos en el pueblo. Alguno de los comerciantes me saludaban, recordando cuando estuve aquí en aquel baile. Los puestos estaban en la calle y no había tanto viento como en el desierto, sino uno que movía tu pelo como una caricia.

Los niños salían a correr por las calles y las madres detrás de ellos. Se escuchaba el alboroto de gente que llenaba las calles y hacía que fuera difícil pasar por estas. Llegamos hasta un edificio guiados por mí, allí entré y la mujer de avanzada edad me sonrió.

- Thalia Brook.- ella apuntó mi nombre, recordándolo.- Prometiste que volverías.

- Promesa cumplida.- sonreí y le dije los nombres de los demás, para que los apuntara en las habitaciones de cada uno.

Derek y Braeden iban juntos, Scott con Stiles, para que Malia fuera con Lydia, Corey con Mason y Liam con Hayden, después solo estábamos Theo y yo en la misma habitación que estuve cuando llegué aquí la primera vez.

Abrí la puerta de madera antigua y dejé a Theo pasar primero, que dejo la maleta en la cama. Cerré la puerta y observé cada rincón de la habitación. Una cama grande y las paredes de un amarillo claro. Al lado de la cama se encontraban dos pequeñas mesillas con sus respectivas lámparas. No había arena, ni polvo por ningún lado, ni siquiera en la pequeña terraza que sobresalía, adornada por unas pequeñas macetas de cactus de distintos tipos.

- Es genial.- dijo Theo rodeando mis hombros con su brazo y nos quedamos mirando fuera de la terraza.- Has tenido una gran idea.

- Gracias.- dije orgullosa mientras sonreía y nos miramos antes de besarnos.

Dejamos la ropa en el armario que había al lado de una pequeña mesa de cristal redonda con dos sillas a sus lados y un jarrón con dos flores en ella. Bajamos, encontrándonos con Stiles y Lydia en la recepción, besándose.

- Tortolitos.- dije cuando estuve bastante cerca.- Aquí hay niños.

- Lo mismo te diré cuando vea a Theo y a ti hacerlo.- dijo Stiles separándose de ella.

Lydia rió y nos quedamos allí, hablando de cualquier cosa hasta que los demás bajaran. Cuando estábamos todos fuimos en busca de algún lugar donde desayunar, cuando lo hicimos, Stiles parecía el más feliz del mundo al volver a comer comida humana, es decir, unos cereales con leche y un vaso de zumo, además de unas tostadas llenas de mermelada, sí, estaba hambriento.

Después de eso decidieron ir por el pueblo, para ver todas sus calles. Todos estaban felices, olvidándose de Aría. Llegamos hasta la catedral, donde algunos decidieron entrar junto a mí, haciendo de guía y otros se quedaron fuera.

Volvimos a las habitaciones poco después de visitar todos los sitios del pequeño pueblo. Yo me fui a duchar mientras que Theo se sentaba en una silla mirando por el pequeño balcón que había, después le tocó a él el turno.

Me tumbé en la cama y cerré los ojos queriendo dormirme, pero no pude, porque sentí sus dedos yendo desde mi cintura hasta mis hombros y luego sus labios fueron besando poco a poco mi cuello, subiendo hasta mi mejilla y llegando a mis labios, dándome la vuelta.

Se puso encima de mí con cuidado y empezó a repasar mi cuerpo lentamente, haciendo que lo desee más aún. Yo le quité la camiseta y empecé a acariciar tanto su espalda como su abdominales, hasta que por fin él quitó la mía y fue bajando desde mis labios hasta mi sostén, quitándolo y besando mis pechos para ir bajando hasta el pantalón.

Se levantó y quitó sus pantalones para luego quitar los míos con rapidez y volver a subir a mis labios, dejando antes chupetones en mi cuello. Fui bajando mis manos por su espalda hasta llegar a sus bóxer, acariciarlos y después quitarlos. Él hizo lo mismo con mi ropa interior y se separó para mirarme a los ojos. Yo le sonreí perdiéndome en ellos y él hizo lo mismo antes de entrar en mí con cuidado.

Los dos, deseosos, nos movíamos al mismo ritmo con algún suspiro y gemido de por medio. El ritmo fue aumentando y con ellas nuestras respiraciones y latidos. Clavé mis uñas en su espalda después de llegar junto a él, después de un tiempo que me pareció muy poco, y suspiré al sentir como salía por última vez de mi. Se colocó a mi lado, con su brazo alrededor mío, y me apoyé en su pecho desnudo, tranquilizándonos y durmiendo.

Dark Wolves (Theo Raeken)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora