Capítulo 28

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- ¿Pasa algo Anne?- apoyé mis manos en el respaldo de la silla.

- Quería hablar contigo.

La había seguido hasta la sala de reuniones. Estaba sentada en la silla del final de la mesa, yo estaba en la del principio mirándola, intentando saber que quería saber ahora. Ella apoyó sus manos en la mesa, haciendo sonar los brazaletes, anillos y colgantes de oro que adornaban su cuerpo.

- Adelante- di paso a la conversación y sonrió.

- No puedes luchar, no si quieres salvarle.- miró mi vientre y empezó a hacer girar uno de sus anillos más grandes y pesados en su dedo.

- ¿Por qué?

- Porque lo sabe, sabe tu punto débil.

- Puedo hacer que no pueda usarlo en mi contra.- levantó su cabeza intrigada por mi plan de salvación.- Ella sabe esconderse entre la arena, pero seamos inteligentes, Anne, yo soy la única capaz de hacerlo sin dejar rastro.

- No te sigo.

- Saquémosla de aquí, lo acabas de decir, usan el desierto para su poder, así que saquémosla de aquí.

- Los perros salvaje nunca han salido del desierto, nacieron y se criaron aquí todas las generaciones.- apoyó su espada en el respaldo.- ¿Por qué o haríamos ahora?

- Vamos Anne, temes por la vida de tu manada, siempre ha sido tuya.- sonreí tirando un poco mi cuerpo hacia delante.- Sabes que ignorándola o intentando luchar aquí, fallaremos en la misión, así que solo tienes que hacer eso.

- Me niego, estábamos hablando de tu hijo, no del plan.

- Yo ahora estoy hablando del plan.- su rostro era serio, su ceño estaba fruncido y podía oler su enfado aumentar poco a poco.- Puedo cuidarme sola, no necesito un príncipe azul ayudándome, no necesito una manada que no es mía preocupándose por mi y menos la madre de mi ex amante la cual me odia por dejar a su hija.

- Thalia...- gruñó y cerró sus manos con fuerza.- No hablaré de esto.

- O sí, sí que lo harás- no sé en qué momento me he desviado tanto del temo, pero igual que ella, estaba enfadada.- Estoy harta de tus miradas de odio y desconfianza, sé que me quieres como una madre, pero venga, sé que no me has perdonado que lo abandonara.

- Thalia, no lo he hecho por el simple de hecho de que prometiste hacerlo feliz.- se levantó de la silla pero siguió en el mismo sitio.- Y fallaste su promes.a

- La gente cambia, Anne y me di cuenta de que no me necesitaba más, pero que yo necesitaba volver a mis orígenes. Había olvidado mi espíritu, olvidé al lobo para pensar en el perro y tenía que volver, por eso le doy tanta importancia al bosque como vosotros al desierto.

- Entiendo...- su voz disminuyo y sonreí.

- Solo necesito que la llevéis hasta el final des desierto, lo demás será todo mío.

- ¿Sólo tú?

- Solo yo.

- ¿Por qué?

- Porque me quiere a mí, yo dejé a Zeus y cuando se iba a casar con ella seguía enamorado de mi, así que no pudo, solo me quiere a mi.- ella me miró durante segundos y asintió en silencio y con lentitud.- Bien, ahora mantenga esto en silencio, solo podrá hablarlo con su manada y estos no podrán decir nada.

- No podrás sola, Thalia, no cuando llevas un punto débil tan fácil de atacar.

- Hablaré con los Calaveras, serán menos que antes pero tienen la misma fuerza o más.

Me fui de la sala buscando a Araya, pero no la encontré por ningún lado. asta que lo divisé, Severo estaba apoyado en sus muletas mientras caminaba por el pasillo. Me acerqué a él y toqué su hombro con suavidad.

- Déjame que te ayude.- quité una de sus muletas y se apoyó en mi.

- Gracias, Thalia.- me miró mientras empezamos a caminar.

- ¿Sabes dónde está Araya? La estoy buscando pero no la encuentro.

- Está fuera.- dijo con su típico acento mexicano.- Con algunos cazadores.

- Gracias Severo.- frené delante de la puerta de su habitación.- Vamos.

Lo dejé en su cama y las muletas a su lado, para cuando quiera levantarse. A continuación salí de la habitación y fui hacia la salida de la guarida, la arena volvió a dejar paso al agujero por donde se salía y eso hice. A unos pocos metros estaba ella, hablando con dos de sus cazadores.

- Hay que encontrarla y eso es lo que quiero que hagan.- dijo Araya mientras me acercaba.

- Araya.- la saludé y se giró sonriendo.- Al fin.

- Desde que nos atacaron no te veo, salvaje.- miró a sus cazadores borrando su sonrisa.- Hagan lo que les he dicho, ¡Vamos!

- Adiós.- me despedí de los dos hombres que entraban en los coces y arrancaban los motores.- Te e buscad por todos lados hasta que Severo me ha dicho dónde estabas.

- Hace unas horas lo dejé en su habitación, ¿Cómo está?- puso sus manos en los bolsillos y me contempló esperando respuesta.

- Ha salido a dar un paseo y lo vi cuando volvía a la habitación, está bien.

- Bien, ¿Por qué me buscabas?

- Esperaba que preguntaras como estaba yo, por un momento se me olvidó que eras una cazadora.

- Exacto, salvaje, que no se te olvide.- ella sonrió.- ¿Y bien?

- Tengo un plan, para acabar con ella.

- Te escucho.- empecé a contarle el plan detalladamente y ella me atendió en todo momento.- Así que nosotros te ayudamos a matarla, pero tu manada no.

- Exacto, no quiero que ninguno salga herido por algo que no les pertenece, en cambio tú quieres vengarte y ella solo me quiere ver muerta a mí, usaré a los perros salvajes para traerla a mi terreno.

- Fuera del desierto.- afirmó y asentí con la cabeza.- Parece un buen plan.

- Mejor que mandar solo a dos cazadores en medio del desierto en busca de ella, sin saber que la arena se mueve cada segundo modificando el paisaje haciendo que sea más difícil orientarse.- e miró sorprendida.- Están dando vueltas, Araya, mira allí.

Señalé a lo lejos, donde se veían dos punto negros borrosos por la arena, eran los coches, que no paraba de dar vueltas alrededor de nosotros pensando que se movían de sitio. Reí levemente y ella sonrió igual mirándome.

- Panda de idiotas, ojalá alguno sea como tú algún día.

- ¿Un alfa?

- Uno que sepa orientarse, al menos.- reímos levemente viendo como los coches seguían rodeándonos.

Dark Wolves (Theo Raeken)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora