Capítulo 3

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Caminaba junto a Liam, Hayden, Mason y Corey por el pasillo, creo que Ted está expulsado o castigado porque no lo he visto. Hayden me estaba contando cómo y en qué momento ella fue convertida junto a Corey. Al parecer era malos tiempos para su manada, la de Scott. El móvil de Liam, de repente, empezó a sonar y se alejó un poco para hablar por este.

- Chicos.- se acercó de nuevo a nosotros- Scott ha llamado, al parecer Argent necesita su ayuda y también los Calaveras.

- ¿Sólo a él?

- ¿Conocéis a los Calaveras y a los Argent?

- Nos quiere a todos en la veterinaria y sí, conocemos al grupo de cazadores los Calaveras y a lo que queda de los Argent.

- ¿Quieren que os reunáis con él en una veterinaria?

- Sí, el dueño sabe todo que sea sobrenatural.

- Vaya...

- ¡Thalia!- mierda- Te dijimos que no tenías que llamar la atención.

- Y yo te dije que no fueras al bosque, mamá, podrían haber cazadores.

- ¿Cómo sabes que estuve en el bosque?

- Tu pelo tiene una hoja.

Los chicos se rieron, incluido mi hermano, que estaba junto a ella. Ella solo se quito la hoja y me miró enfadada.

- No fue mi culpa, madre, me convertí sin querer.

- No fue sin querer, hija, el material que cogiste era acónito.

- Cazadores.

- Hola.- dijo Liam mirando esperando que los presentara.

- Betas.

- Sí, madre, él es Liam, ella es Hayden y ellos dos son Corey y Mason.

- ¿Él sabe...?

- Sí.

- Menos mal.

- ¿Estás bien?- preguntó Ted.

- Sí, gracias Ted, por lo de antes.

Entonces escuché un aullido lejos del instituto. Era uno de mis betas pidiendo socorro. Los tres nos miramos y mis ojos tornaron rojo.

Empecé a correr mientras que mi madre y mi hermano me seguían, junto los demás que se encontraban confundidos, sobretodo Mason. Mis colmillos asomaron rápidamente al igual que mis garras y atravesé una carretera solo para llegar al bosque y ahí la encontré.

Era la niña que aquella noche decía no tener fuerzas e hizo brillar mis ojos. Estaba tumbada y llorando, su mano con pequeñas garras tapaban una herida, un arañazo de hombre lobo.

Fui a socorrerla y sus ojos lloraban como cuando era un bebé. Coloqué mi mano en su herida y con la otra agarré la suya, quitándole el dolor.

- ¡Thalia para!- rugí mientras mis ojos brillaban más de lo normal- ¡Te matará!

Ted me cogió de los hombros y me empujó hacia atrás, haciendo que soltara su mano y mi cuerpo se relajara después del dolor. Me levanté y volví junto a ella, entonces su madre apareció a lo lejos junto a su padre y en segundos estaban conmigo.

- ¿Qué hacemos alfa?

- No lo sé...

La observé mientras sus ojos se empezaban a cerrar y sus padres lloraban. Ted tocó mi hombro suavemente y acaricié el rostro de la chica.

- Sé de un sitio.

- ¿Qué?- miré a Liam y asintió.

- La veterinaria.

Ahora todos le miraban y yo confié en él, levanté con cuidando a la niña y Liam empezó a correr velozmente conmigo detrás y los demás. A continuación, llegamos a un sitio pequeño y Liam abrió la puerta sin llamar y entré detrás de él.

Me encontré a un señor moreno y sin pelo, pero con un pequeño bigote. Nos miró y luego a la pequeña niña que se iba muriendo poco a poco. La colocamos en la camilla y él empezó a curarla.

- Será mejor que salgáis fuera, os avisaré cuando deba hacerlo.

Los dos salimos y nos encontramos a los padres fuera. Les afirmé que estaban ayudándola y ellos se quedaron pegados a la pared junto a mi madre escuchando lo que hacia dentro.

- Se llama Deaton.

- ¿Quién?

- El hombre, se llama Deaton- dijo Corey- Es una buena persona y nos ayuda bastante.

Sonreí y agarré la mano de mi hermano mientras me sentaba con él en el suelo.

- Irá bien, ¿verdad?

- Claro que sí, pequeña, eres una gran alfa.

- Gracias por salvarme antes, solo quería salvarla.

- No hará falta.

Deaton apareció sorprendiéndonos. Su camiseta estaba manchada un poco de sangre y sintió mí mirada fijamente, ya que me miró y asintió. Diciendo que ella estaba bien. Respiré relajadamente y sonreí mientras sus padres se abrazaban y entraban a la veterinaria junto con Ted y mi madre.

- Liam.

- Dime Thalia.

- Has salvado a uno de los míos.

- Yo no, Deaton.

- Pero tú tuviste la idea cuando yo me bloqueé. A partir de ahora mi manada os ayudará si lo necesitáis.

Él asintió y yo entré junto a los demás en aquella pequeña sala. Los padres y mi familia me dejaron sitio y me coloqué al lado de ella. Le agarré la mano y sonreí mientras abría sus pequeños ojos. Los míos se volvieron de nuevo rojos y los suyos, mientras sonreía, amarillos.

Dark Wolves (Theo Raeken)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora