Familia y Pelea.

306 37 8
                                    

Riker al ver a su abuelo en su hogar sintió una gran sorpresa, que rápidamente de convirtió en una gran rabia. Estaba furioso. Hizo puños sus manos y se acercó a él. Vanessa sólo observaba callada.

—¿No crees que es un poco tarde para regresar? —fue sarcástico. El tono de voz que usaba era algo nuevo para Vanessa y la sorprendía, él casi nunca se enojaba.

Él anciano asintió y suspiró cansado.

—Lamentó mucho todo lo que sucedió —él rubio rió con sarcasmo —. Fui un completo cobarde y no me atreví a aparecer antes —la sinceridad de su tono no inmutó a Riker, que se cruzó de brazos esperando algo más, algo que no llegó.

—¡Era sólo un niño y tú me abandonaste! —su voz se quebró un poco.

—No estabas solo, tenías a tus amigos —se defendió él anciano. Riker rodó los ojos.

—Ellos fueron como una familia, pero yo necesitaba a una familia de verdad. Una familia unida —dejó salir el dolor que guardó durante muchos años.

Vanessa se dio cuenta de que las cosas no iban bien y decidió que era hora de intervenir. Se paró al lado de su novio, acarició su hombro. Riker recordó que ella estaba ahí y relajó un poco su cuerpo, tenía que controlarse por ella.

—No peleen, ustedes son una familia —les recordó.

Él anciano se sentó en el sillón. Vanessa empujó a Riker para que lo siguiera, él lo hizo a regañadientes. Vanessa se sentó frente a ellos.

—Siempre te quise, pero no estaba en condiciones para poder cuidarte —explicó él anciano —. Estuve mucho tiempo en rehabilitación, para poder cuidarte como era necesario —Riker abrió la boca sorprendido, no esperaba aquella declaración.

—¿Eso es cierto? —lo miró fijamente, esperando que sus ojos hablaran.

—¡Estaba asustado! —se defendió —. Sabes como es la vida de un millonario, a tú padre prácticamente lo criaron los empleados —Riker sintió rabia nuevamente con aquella confesión.

—¡Yo también estaba asustado! —gritó. Sintió la mirada de Vanessa fija en él, eso le dio algo de lástima. Además, no podía ser tan malo. Después de todo, aunque haya sido algo tarde, él había aparecido y rehabilitado —. Y ahora que sé la verdad... creó que puedo intentar perdonarte.

La sonrisa del anciano fue sincera, su rostro se lleno de lágrimas mientras abrazaba a Riker. Él rubio también comenzó a llorar, recordar su niñez no había sido algo sencillo. Vanessa los observaba conmovida y tampoco pudo evitar llorar junto a ellos.

—...—

Ross abrió la puerta del lugar, la dejó abierta y vio iluminación finalmente. Laura estaba amarrada, pero lloraba amargamente, se veía muy asustada y no podía dejar de gritar. Vio que en el suelo del lugar, había un chico tirado y era rodeado por un montón de sangre. Sintió deseos de vomitar, pero se contuvo. Lo importante aquí era salvar a Laura.

—Ahora verás a tú chica sufrir —Carlos toma la pistola, Laura grita e intenta soltar los amarres pero es imposible. Apunta a la cabeza de Laura, pero al intentar apretar el gatillo: la pistola se había quedado sin balas. Ross sintió que su alma regresaba a su cuerpo al ver aquello. Carlos debido a su rabia golpeó la cabeza de Laura con la pistola, lo hizo con tal brusquedad que la chica quedó automáticamente inconsciente.

Ross al ver a su novia en esas condiciones, sintió como la rabia crecía en su cuerpo. Sin pensarlo dos veces, golpeó al chico en el rostro. El impactó fue tan poderoso que cayó al suelo. Iba a golpearlo de nuevo, pero él lo pateó tirándolo también. Comenzaron una pelea. Los dos eran fuertes. Ross consiguió que la nariz del pelinegro sangre, con ddo ya tenía una ventaja. Se levantó del suelo con la idea de tomar la pistola y con ella golpearlo en la cabeza fuertemente, para que quede inconsciente y así pueda sacar a Laura de ahí. Pero no contaba con lo que él haría. Carlos tomó una silla y con todas sus fuerzas golpeó la espalda de Ross. La silla se quebró. Ross cayó. Se quería levantar, pero no podía. El dolor era insoportable.

—¡Qué sean felices en el maldito infierno!

Ross vio como Carlos prendía un encendedor y lo tiraba dentro de una caja vacía, rápidamente se formó una llama. La cual se propagaba y terminaron en medio de un incendio que crecía cada vez más. Carlos cerró y se fue.

Ross no sentía su cuerpo, sólo sentía dolor, sobretodo en la espalda. Pero sabía que si se quedaba ahí, ambos morirían y él no permitiría eso. Con muchísimo dolor, se levantó. Soltó un gemido de dolor, incluso respirar le costaba mucho. Pero aguantaría.

Se acercó a Laura y la desató. Primero sus pies, luego sus manos y finalmente su espalda. Ella casi cae al suelo, él la zamarreó intentando despertarla; pero nada pasó. No sentía su propio cuerpo, pero aún así la cargó entre sus brazos. Esquivando las cenizas, caminó hasta la puerta. La abrió con facilidad. Él pelinegro no la había sellado, seguramente pensó que ya estaban muertos.

Ross cargó a Laura hasta la esquina, pero al no soportar más la fuerza que estaba ejerciendo, la soltó en plena vereda y él se dejó caer. De pronto su vista se volvió borrosa, luego todo se fue oscureciendo y lo último que escuchó fue el sonido de una explosión. Luego de ello, todo se volvió negro.

Cuatro Ángeles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora