De la gloria a la desesperación.

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Me sentía horrible, mi cabeza me dolía, realmente todo el cuerpo dolía. Mi espalda se sentía tan pesada, mis piernas también y ni hablar de mi trasero. Lo último que recordaba de la noche anterior era haber estado con un vestido de princesa, tal vez todo había sido un sueño.

Abrí mis ojos con algo de pesadez, no me sentía muy bien. Me dolió abrir los ojos, porque estaba en una habitación que era completamente iluminada. Al abrir mis ojos por completo, pude darme cuenta de que estaba en una habitación que no era la casa de mi tía Paula, eso me hizo sentir escalofríos. Me paré de un salto y sentí una risa detrás de mí, entonces me volví rápidamente y pude ver a Ross sentado en un sillón.

—¡Dios mío! —grité y me volví a meter dentro de la cama de un salto— ¿Por qué estoy aquí? —preguntó horrorizada mientras se cubría por completo con el cubrecama.

Ross no pudo evitar abrir los ojos con sorpresa. Ella anoche había prometido que jamás olvidaría aquella noche tan buena y llena de pasión que compartieron. Pero era evidente que esas palabras las pronunció estando borracha. Dio una sonrisa por obligación, y sus ojos se pusieron fríos. Laura no notó ese detalle debido a que estaba ocupada intentando recordar, mientras se mantenía oculta bajo el cubrecama.

—¿No recuerdas nada? —preguntó Ross aún sentado en el sofá en el que se encontraba, ya completamente vestido y aseado.

Laura empezó a intentar recordar algo. Pero nada, su mente se había puesto en blanco y simplemente daba millones y millones de vueltas, todo era muy confuso, aunque aún se veía a sí misma vestida como una princesa.

—Lo último que recuerdo es haber estado en una fiesta, vestida como princesa. Sí, recuerdo que tú y yo bailamos —respondió con timidez— Pero no tengo más recuerdos.

—Ya veo... —Ross ocultó la evidente decepción que aún sentía en su tono de voz— Pues la cosa es que tomaste demasiado y me vomitaste en medio de la fiesta. Lo bueno es que estábamos algo apartados, así que te traje hasta aquí.

—¡Lo siento tanto! —Laura se veía realmente arrepentida. Aunque también confundida, ella nunca había bebido en su vida. Justamente tuvo que emborracharse en su primer baile escolar, ese sería un recuerdo que la perseguiría por el resto de su vida, eso sí que sería horrible— Pero gracias por traerme hasta aquí.

La sonrisa que Laura dio fue tan inocente. Laura es una chica inocente, Ross aún no podía creer que anoche se entregó a ella de una forma tan brusa, y que ella fue quién inició aquella relación. Se sintió algo culpable, pero eso no quitaba que esa fue su mejor sesión de sexo.

Laura se volvió a levantar, pero al ver el pijama que llevaba puesto dejó escapar un grito lleno de horror. Ross la observó con espanto, puesto que ese grito era realmente fuerte y parecía que algo no estaba bien.

—¿Qué pasa? —preguntó Ross cuando Laura dejó de gritar.

—¡Me cambiaste de ropa! —dijo parándose de puntitas, porque quería llegar a su altura o algo similar, pero estar sin zapatos complicaba un poco más las cosas. Ross sonrió, pero borró esa sonrisa de inmediato— No puedo creer que hayas sido capaz de desnudarme. Si fuiste capaz de eso, no quiero ni imaginar de qué otras cosas eres capaz —lo acusó con horror.

—Laura, yo no te cambié de ropa —respondió enfadado— Aunque no lo creas, tengo tres empleados aquí y una de ellas es una mujer, le pedí a ella que te cambiará —respondió. Laura rodó los ojos, no se tragaba ese maldito cuento— Creo que lo mejor será que te vayas.

—Tienes toda la razón —Laura se dio vuelta, abrió la puerta y cuando estaba apunto de cerrar con un portazo que demostrara el enfado que sentía en esos momentos, Ross tenía que gritar algo que la haría enfadar, debido a la impotencia que estaba sintiendo en esos momentos.

Cuatro Ángeles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora