Final: La Graduación.

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Finalmente había llegado la noche de la graduación. El Colegio estaba decorado con muchos adornos, el techo parecía una noche estrellada y había un montón de luces de diversos colores colgando por todo el techo. Era algo asombroso, algo mágico, como muchos lo esperaban. Las parejas bailaban, o simplemente permanecían sentadas conversando, comiendo o bebiendo.

Cierto Rubio había sido invitado a bailar por casi todas las chicas presentes en la celebración, aunque las rechazaba a todas porque estaba esperando a su amada Laura. La ansiedad lo carcomía por dentro, sólo quería verla ingresar con su vestido y su sonrisa capaz de iluminar el día de cualquiera. Además, hoy hablaría con ella, finalmente le contaría absolutamente toda la verdad. Y es por esa razón que también se sentía muy nervioso.

—Sabes que ella no sería capaz de abandonarte, sólo espera, ella vendrá —Riker palmeó el hombro de su amigo y volvió con Vanessa.

Eso esperó... —susurró él, hablando solo y suspirando cansadamente.

—...—

Laura se había colocado aquél vestido rojo, se había puesto zapatos negros con un gran tacón, un poco de maquillaje y su cabello lo llenó de rizos, porque le encantaban. Raini fue la que la ayudó, ya que tristemente aún llevaba el yeso. Raini se fue mucho más temprano, ella quería estar sola.

Ahora caminaba sola por la calle, le hacía bien sentir el aire fresco en su piel, la calmaba un poco. Después de todo, había obtenido el permiso de Stormie, eso la hacía muy feliz. El problema era que le había puesto una condición.

—Podrás ir a la graduación con hijo, pero con la condición de que en ése baile vas a romper con él, para que se olvidé de ése estúpido capricho —esa fue la condición. Y ella... aceptó.

No quería ir, porque no quería terminar con él. Pero al mismo tiempo, sí quería ir, porque quería verlo por última vez, poder despedirse de él. Ella encontraba sensato romper, ya que... las relaciones a distancia no son lo mismo. Odiaba el hecho de que todo pasaría en el baile de graduación del mayor. Todo terminaría donde inició. La vida puede ser tan irónica en ocasiones, es como si se riera de uno en la cara.

—...—

Apenas Ross vio a Laura ingresar al baile, corrió a abrazarla. La necesitaba tanto. Bastaba con verla para sentir que su corazón regresaba a su pecho.

—¡Viniste! —exclamó soltándola, pero sonriendo ampliamente debido a su felicidad.

—Nunca te decepcionaría —las palabras de la castaña hicieron sentir muy mal a ambos, que suspiraron al mismo tiempo.

—Laura... tenemos que hablar sobre algo importante —el tono serio de Ross le indicaba que esa sería su oportunidad también. Dejaría que él hable primero, y luego ella cumpliría con su promesa.

Mientras Ross y Laura salían del Gimnasio para dirigirse al jardín del colegio, Riker y Vanessa se sentaban un rato, después de haber bailado durante un buen rato.

—Vane, quiero proponerte algo —la pelinegra la miró sorprendida, eso sonaba casi como una petición de matrimonio. ¡¿Podría tratarse de aquello?! Su corazón se aceleró automáticamente.

—Dime... —su voz apenas salió, debido a la emoción contenida.

—No quiero que sigas viviendo sola, por lo que me gustaría que viviéramos juntos —Vanessa casi gritó ante aquello. No era matrimonio, pero era algo parecido: pasar todos sus días juntos, ¡eso sería asombroso! —¿Vanessa? —ella se había quedado callada, Riker se preocupó.

—¡Viviremos juntos! —ella se levantó y le dio un fuerte abrazo a su novio, el cual él correspondió enseguida. Ambos sonreían ampliamente, ahora ambos estarían juntos por siempre.

Rydel y Ellington bailaban en la pista. La música había cambiado a una canción lenta. Rydel aprovechó de acurrucarse en el hombro del castaño, lo que lo hizo sonreír.

—Estoy viviendo un sueño... —susurró la rubia.

—Y aún no acaba... —Rydel se separó de su novio y lo miró fijamente, él le guiñó un ojo y se arrodilló frente a ella. La rubia colocó sus manos en la boca, completamente incrédula —. ¿Aceptarías ser mí esposa, Rydel? —propuso colocando un anillo en el dedo de la rubia, algunos los observaban incrédulos.

—¡Por supuesto! —Rydel se tiró en los brazos de Ellington y unieron sus labios en un largo y profundo beso. Algunos de los presentes aplaudieron, algunas chicas incluso lloraron. Rydel se sentía como una Reina.

Ross y Laura iban a comenzar a hablar, pero una de las compañeras del rubio los hizo volver a ingresar al Gimnasio, ya que ahora anunciarían al Rey y a la Reina del baile. Ellos entraron, y justo cuando lo hicieron, dijeron a los ganadores: Ross Lynch y Olivia Rooney.

Un reflector los ilumina y ambos suben al escenario, les colocan la corona y la tiara y una banda con el título correspondiente, junto a un ramo. Liv toma el micrófono entre sus manos.

—¡Es un honor ser su Reina! —no podía dejar de sonreír —. Y me siento privilegiada de tener el honor de tener un baile con Ross, considerando que él se irá a estudiar lejos.

Los susurros se hicieron presentes enseguida, todos los presentes hablaban del tema, Ross era el centro de atención. Los ojos del rubio se toparon con su bella castaña, y la culpabilidad regresó. A pesar de que lo estaban obligando a bailar con la rubia, él bajó del escenario y se posicionó frente a Laura.

—Laura...

—Ross, seré yo la que hablará —Laura lo interrumpió con tono serio, él la miró apenado. Sabía que estaba enojada, y con justa razón.

Cuatro Ángeles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora