Amistad, Propuestas y Bailes.

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Un chico rubio estaba impaciente mientras observaba a su amada doncella descansando. Se dio cuenta de que cuando dormía se veía vulnerable, tierna e inocente. Sintió deseos de acariciar su hermoso cabello, pero desistió al verla tan calmada. Se sentía impaciente ya que aún no despertaba, lo único que quería era ver esos bellos ojos café abiertos nuevamente, perderse en su mirada y enamorarse del brillo que éstos irradiaban siempre.

La castaña en su subconsciente veía todo negro. Era normal en ella, nunca soñaba, o al menos nunca recordaba sus sueños, a menos de que tuviera una pesadilla. De todas formas, eso le gustaba porque cuando dormía podía descansar sin preocuparse de nada.

De pronto, sintió mucha sed y muchas ganas de levantarse. Perezosamente fue abriendo sus ojos, la luz del lugar la molesto bastante por lo que cerró sus ojos nuevamente. Y al sentir una presencia cerca de ella, decidió que ya era momento de abrirlos definitivamente. Recordaba bien lo que había sucedido ayer, su cuerpo se sentía adolorido, su garganta resentida. Pero lo único que le importaba era saber si Ross estaba bien. Ciertamente ella había pasado más tiempo en el frío, pero ¿Y sí Ross había enfermado por su culpa? Eso no se lo perdonaría.

Abrió los ojos de una vez y lo primero que vio fue la sonrisa de oreja a oreja de su amado rubio. Ross miraba a su amada con adoración y felicidad. Mientras que Laura tuvo que entrecerrar sus ojos, debido a que la luz le molestaba en exceso. Pero de todas formas sonrió al ver ante ella los relajantes y hermosos ojos de su amado.

Aclaró su garganta, estaba dispuesta a hablar pero cuando intentó hacerlo su voz no salió, ahora sí que su garganta la estaba matando. Frunció el ceño y se sentó, tomó un poco de agua que vio en el velador al lado de ella. Ross se dio cuenta y recordó que la enfermera le había comentado que Laura podría tener complicaciones menores, entre ellas la pérdida temporal de voz. Y no es para menos, si había estado pérdida bajo la nieve durante horas.

Laura se dio cuenta de que su cabeza dolía, no pudo evitar fruncir el ceño aún más. Decidió acostarse de nuevo, no podía más con los dolores.

—Seguramente te quedaste sin voz por lo de anoche, lo mejor será que no fuerces l garganta —le comunicó Ross. Ella asintió con el ceño fruncido, por lo que él rubio se rió —. Además, tienes que tomar éstos remedios.

Ross le entregó tres remedios que venían en caja. Laura los vio y suspiro derrotada. Odiaba estar enferma, ya que en casa siempre tenía que ayudar, tenía que trabajar y también estudiar. Estaba tan acostumbrada a mantenerse activa, que ahora se sentía muerta en vida. Además, ¿Cómo podría soportar sin hablar durante unos días? Eso sí que se le haría muy difícil.
—¿Quieres que te lleve a la habitación?  —preguntó él rubio de modo cortés. Ella simplemente asintió.

Ross se retiró y fue a hablar con una enfermera, para avisarles que Laura había despertado. Lo hicieron retirarse por unos minutos, en ello revisaron a Laura. La enfermera le comentó que estaba delicada, que era recomendable que entrase en calor y se quede en cama para reposar, ue quizás sus articulaciones, extremidades no funcionen muy bien debido al entumecimiento que pasaron por largas horas. Pero le dieron permiso para retirarla sí eso era lo que ella quería.

Ross entró a la habitación. Laura llevaba ropa de hospital, pero al contarle a sus amigos que Laura se encontraba bien, le mandaron una mochila con ropa. La castaña se levantó con sumo cuidado, y siendo ayudada por una enfermera fueron al baño, para que allí se cambiara tranquilamente. En eso, él suspiró con cansancio. Ratliff se había encargado de contarle todo a su madre, se imaginó lo furiosa que está estaría y quiso darse ánimos a sí mismo, pero no encontró un modo. En eso, recordó que Calum le había enviado un mensaje en el que le comentaba que su madre canceló el viaje, que debido a lo que pasó con Laura, mañana todos volverían a casa. Seguramente ahora todos sus compañeros lo odiarían, pero eso no le importaba. Lo único que importaba era que ella estaba bien, con eso le bastaba.

Cuatro Ángeles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora