Nueva casa, Sorpresas y Juegos.

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Las chicas habían caminado un poco, hasta que Laura se percató de que no llevaba sus pertenencias. Se fueron a la habitación de la castaña, y estando ahí, empacaron rápidamente la ropa que habían dejado en la habitación. Y también tomó su mochila. Raini la ayudó bastante, ya que gracias a su yeso no tenía tanta movilidad como antes.

—Gracias por estar conmigo en está situación, amiga —aún se encontraban en la habitación de la castaña, sentadas en la cama —. La verdad es que ahora son mí familia me siento más sola que nunca —tuvo que aguantar un sollozo ante aquella declaración, Raini la miraba con lástima.

—Nunca vas a estar sola —Raini la abrazó. Fue un abrazo corto, pero al mismo tiempo muy reconfortante —. Ahora bajemos, tengo algo que mostrarte —sonrió ampliamente. Laura la miró con gracia.

Raini ayudó a Laura a colgarse la mochila. Luego, ella tomó la maleta. Bajaron la escalera y Raini se posicionó al lado de un auto de color negro, bastante llamativo y bonito. Laura abrió la boca debido a la impresión y miró a su amiga incrédula. Raini sólo asintió, dándole a entender que ese auto era suyo.

—Lo compré con todo lo que ahorre trabajando en tú Restaurante —los ojos de la pelinegra brillaban al mencionar aquello —. Mis años de esfuerzo valieron la pena —acarició al auto. Laura asintió.

—Felicidades amiga, te mereces tener un auto —Laura sabía que uno de los sueños de su mejor amiga siempre había sido poder tener su propio auto. Y ahora que tenía uno, no podría estar más feliz. Ella trabajaba en el Restaurante familiar desde hace mucho tiempo, ahorraba bastante; incluso llegó a abrir su propia cuenta en el Banco.

Ambas subieron al auto. Raini colocó la radio y cantaron algunas canciones Pop del momento, de distintos artistas. Estaban aprovechando de distraerse un rato, como lo hacían antes de tener problemas, antes de crecer y convertirse en adolescentes.

Luego de algunas horas de recorrido, llegaron al lugar. Era una casa de color blanco, pequeña y con un patio también pequeño. Laura observó a su alrededor y se dio cuenta de que todas las casas del vecindario eran igual de pequeñas. Al menos, no estaría tan sola. Tendría vecinos.

—Gracias por ayudarme con esto, amiga —ambas bajaron del auto. Se acercaron a la puerta, Laura giró la perilla y abrió. Las luces estaban apagadas, las encendió y de pronto... ¡todo el mundo gritó un fuerte: "¡Sorpresa!" Laura se sobresalto y retrocedió unos pasos. De pronto se dio cuenta de que todos sus amigos estaban ahí y la miraban con una sonrisa de oreja a oreja. Ella parpadeo confundida, ya que no esperaba encontrarlos en ese lugar.

Dio una rápida mirada al lugar y su sorpresa aumentó. Las paredes estaban pintadas de rojo, se veían bastante llamativas y lindas, era un color poderoso. Había un comedor de madera recién comprado, se veía hermoso, incluía sillas. Era grande. Había sillones, un mueble con una televisión y fotos colgando en la pared. Pero no eran fotos cualquiera, no señor. Eran fotos de todos ellos juntos.

Laura se quedó con la boca abierta, sin palabras debido a la impresión.

Otra grata sorpresa era que en la mesa había un pastel. Ella pensó que podría ser un regalo de Riker, o de Vanessa. Ellos eran los expertos cocinando pasteles. Su pensamiento la hizo reír sin darse cuenta. Sus amigos aún la miraban sonrientes, expectantes. Ver sus ojos brillantes era una buena señal. Ella comenzó a llorar y abrazó a su mejor amiga, que correspondió enseguida.

—Jamás te dejaremos sola, amiga —repitió Raini. Ella asintió, ahora entendía lo afortunada que era al tener a sus amigos en su vida, ellos eran personas maravillosas. Tal vez por eso los llamaban "Cuatro Ángeles."

Todos aquí te queremos mucho, eres una chica asombrosa —reconoció la voz de Ross. Sollozo un poco más, estaba muy emocionada.

—Incluso trajimos dos pasteles —ahora hablaba Riker —. Uno lo hice yo sólo, y el otro lo hizo Vanessa —explicó.

—Bien pensado Vanessa, así no nos intoxicaremos con la comida de Riker—la broma de Ellington hizo que todos los presentes comenzarán a reír. Ver el ceño fruncido del rubio fue lo más gracioso de toda la escena, claramente esa broma lo había molestado.

—Definitivamente yo comeré del que hizo Vanessa —dijo Ross. Riker le sacó la lengua. Aunque lo sorprendió ver como los demás chicos levantaban la mano, apoyando al rubio. Riker se cruzó de brazos. Mayor fue su sorpresa al ver que Raini también levantó la mano. Estaba enojado.

—Yo probaré tú pastel, Riker —Laura lo miraba con una sonrisa. Riker se la devolvió enseguida.

—Laura te aprecio demasiado, si quieres vivir más tiempo te aconsejó que jamás comas algo preparado por Riker —le aconsejó Ellington. Laura la miró con una ceja enarcada, eso había sonado muy extraño.

—No le hagas caso, ven, tienes que probarlo —Riker tomó del brazo a Laura y la sentó en la mesa. Rápidamente le sirvió un pedazo del pastel de chocolate que había preparado. Le entregaron una cuchara y ella lo probó, ante la mirada atenta de todos los presentes.

Lo probó y tragó enseguida. Ella sabía mucho de dulces, gracias a la Pastelería/Panadería que tenían sus padres. Y ese pastel no tenía ningún sabor extraño, él no había cometido el error de poner sal en lugar de azúcar, o de dejar pasar un poco de cáscara de huevo.

—Es un pastel muy bueno —lo felicitó Laura. Todos comenzaron a aplaudir debido al veredicto de la castaña. Riker sonrió agradecido.

Gracias al veredicto de la castaña, todos probaron el pastel de Riker y efectivamente: estaba delicioso. Riker recibió un montón de felicitaciones aquella noche, por primera vez se sintió muy contento de haber elaborado algo por sí mismo.

Decidieron quedarse en la mesa y jugar algo para pasar el rato. Entre todos, escogieron el juego: Verdad o Reto. Era algo común, pero al mismo tiempo podía ser algo interesante.

—Raini, ¿qué eliges? —la botella había apuntado a la pelinegra. Ellington tenía la palabra ahora.

—Elijo Reto —los presentes dijeron "uh." Aunque ella no se inmutó, era valiente y prefería la diversión de un reto.

—Te retó a besar a Calum —otro "uh" se hizo escuchar por todos.

—Eso me gusta —Calum jugó con sus cejas, a modo coqueto. Algunos rieron, otros como Laura sinplemente observaban divertidos la escena.

—¡Se pusieron de acuerdo! ¡eso es trampa! —reclamó ella —. Definitivamente, no lo haré —se cruzó de brazos, enojada.

—Es que eres una cobarde —susurró Calum, pero Ellington lo escuchó y rió. Raini también lo escuchó y definitivamente aquél comentario la hizo enojar, ella podía ser muchas cosas, pero jamás una cobarde.

Cuatro Ángeles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora