Capitulo 33: Cosas inesperadas

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Me desperté por los rayos del sol que entraban por la ventana, ya que olvidamos cerrarlas. Mire qué hora es en mi celular y apenas son las ocho, pero al ver la fecha salí brincando de la cama. Hoy es 20 de diciembre y hoy en la noche nos iremos a san Francisco.
—Manuel, amor despierta. —le dije moviéndolo.
—¿qué pasa?—pregunto con la voz ronca y medio dormido.
—hoy es 20 y hoy en la noche nos iremos a san Francisco. —le dije.
—ya lo sé Aria tranquilízate. —me dijo.
—cómo quieres que me tranquilice si no tenemos todavía ningún regalo ni las maletas hechas o ropa para noche buena para los niños y para nosotros nosotros y nos vamos esta noche. —le dije.
—ya se tranquilizaste Aria. Ya veremos cómo lo reglamos. —me dijo.
—bueno como quieras yo me iré a bañar. —le dije. Desconecte mi celular, fui por una toalla y luego fui al baño.

Al salir me puse unos pantalones verdes obscuros, un top blanco de tirantes delgados, una camisa de cuadritos verdes y azules y unas botas cafés para la nieve. Salí del vestidor y fui por una maleta para mis cosas.
****
Ya solo me falta poner unos zapatos y acabe de hacer la maleta. Agarre unos tenis y los guarde. Empecé a cerrar la maleta pero no quería cerrar.
—¡Amor!—llame a Manu para que me ayude.
—¿qué paso?—pregunto al entrar al vestidor ya se alistado. Manu se puso una camisa blanca con unos pantalones de vestir grises y unos zapatos negros.
—me ayudas a cerrar la maleta por favor. —le respondí. Se acercó y la cerró. —gracias. —le agradecí y le di un beso rápido en los labios.
—oye voy a salí regreso antes de la comida. —dijo y salió. Los últimos días Manu se a estado comportando algo raro y cortante conmigo. Solo espero que sea estrés del trabajo.

Fui a la habitación de Ana para ver cómo va con su maleta. Toque en su puerta.
—pase—dijo al otro lado de la puerta.
—¿cómo vas?—le dije entrando.
—solo iré a comprar unos zapatos y ya acabe. —me dijo.
—bueno ya sabes las condiciones Ana. —le dije. —ah y por favor regresa antes de la comida. —le pedí.
—si. —me dijo y salió de la habitación.
******
Por suerte mi mama a estado en la cuidad y hoy pudo cuidar a los niños para que pudiera hacer unas cosas en la oficina y después comprar cosas.
—¿sabes si ya regreso Manu?—le pregunte a mi mamá por qué ya pasó la hora de la comida y en dos horas nos iremos.
—no se hija ve a ver a su despacho a lo mejor ya regreso y está ahí, si no llámalo. —me dijo y me fui al despacho de Manu. Toque en la puerta y no hay nadie ya que la puerta se abrió cuando toque. Saque mi teléfono del bolsillo del abrigo y marque su número. Al quinto tono contesto.
—Aria estoy en la oficina no puedo ahorita. —me dijo y me colgó.
*fin de la llamada*
Me quede boca abierta por qué ni me dejo hablar.
—mama voy a salir rápido regreso en una hora y media máximo. Te veo en el aeropuerto y si no te caven todos los niños en una camioneta ya que traen maletas llévate una de las camisetas grandes o que se vallan con unos guardaespaldas. —le dije y baje en el elevador.

Al llegar al garaje Christopher, William y Rafael están abajo hablando.
— oigan tómense el resto de estos días festivos libres y la empresa les pagará el vuelo de ustedes y de las personas que vallan con ustedes para que vallan a donde quieran las próximas dos semanas y lo que quieran. —les dije y a ellos se les abrieron los ojos como platos.
—gracias Aria te vemos en dos semanas. —dijeron los tres y se fueron. Yo me fui a un coche y me subí. Salí del edificio y tome rumbo a la oficina de Manu. Las calles de Nueva York ahorita están llenas de nieve y hielo como siempre en el invierno y hace un frío horrible.
****
Al llegar deje estacionado el coche y me baje. Entre con toda normalidad a la oficina. Subí al piso 25 en el que está la oficina de Manu. Salí y me encontré a la secretaria de Manu.
—buenas tardes señora Wallter. —me saludo. —¿en qué le puedo ayudar?—me pregunto.
—iré a ver al señor Ríos.—le dije y ya iba caminado a su oficina cuando ella se me puso enfrente.
—me pidió que no deje pasar a nadie por qué esta muy ocupado. —me dijo.
—nuestro vuelo sale en una hora y media y ya nos tenemos que ir al aeropuerto. —le dije y me encaminé a la oficina de Manu. Toque y escuche del otro lado un pase. —hola amor—lo saludo. Me acerqué a su escritorio y le plante un beso.
—hola—me saludo sin quitar la mirada del ordenador.
—¿te falta mucho?—le pregunte y puse mis manos en sus anchos hombros.
—no estoy por acabar, solo tengo que hacer una última cosa. —me dijo y no sé cómo lo hico pero me sentó en sus piernas. Me rodeó con sus brazos y me empezó a plantar besos por toda la cara.
—amor para. —le dije entre risas por qué su barba de tres días me da coscillas.
—no hasta que me saludes como debería de ser. —me dijo.
—pues entonces para. —le dije divertida. Paro al instante y le di un beso en los labios lento y al final le mordí ligeramente su labio inferior.
—ese sí que es un saludo. —me dijo después con los labios hinchados por el beso.
—bueno pero ya nos tenemos que me ir al aeropuerto. —le dije mirándolo a los ojos. Ya me iba a levantar pero él me lo impidió.
—espera solo déjame apreciar la vista un momento más. —me dijo y sabía a lo que se refirió.
—Manuel. —le dije y le di un ligero golpe en el hombro. Me levante de sus piernas y me encaminé a la puerta. —¿vienes o no?—le pregunte esperándolo.
—ya voy tranquila. —me respondió levantándose de su silla y rodeó el escritorio.
*****
Al llegar al aeropuerto me baje de la camioneta de Manu y camine hacia el jet. Solo veo los coches de los guarda espadas de los niños así que creo que mi mama ya los dejo y se tuvo que ir lo más probable. Manu me alcanzo y me tomo de la mano. Su mano está cálida como siempre.
—¿no tienes frío?—le pregunte a Manu por qué yo tengo un chingo de frío con esta falda y abrigo, ya que tuve que ir a la oficina.
—no ¿y tú?—me respondió volteando a verme.
—si y mucho solo espero que ya hayan entrado al jet. —le respondí y me acere más a él para tratar de calentarme. Me rodeó con sus brazos y me plantó un beso en la punta de mi nariz que está toda roja por el frío.
—ya casi llegamos. —me dijo y se quitó su abrigo para ponérmelo encima del mío.
—gracias. —le dije y le di un beso rápido. Y para mí suerte también ya empezó a nevar. —oh vamos—dije mientras caminaba.

Desde ese día [sin corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora