-¿Sharon?- Musito. Una niña pequeña y negra sale descalza por una de las puertas abiertas. Sus pasitos resuenan en el suelo. Me mira con sus grandes ojos negros, detrás de ella viene su madre y la levanta para meterla de nuevo a la habitación de donde ha salido. Cierra la puerta. El hombre que intenta taparse completamente con la manta me señala con la cabeza la última puerta a la izquierda. Mira mi chaqueta como si fuera oro puro. Trago saliva y miro la puerta que me ha señalado.
La única puerta cerrada.
Me acerco poco a poco, pasando con cuidado junto a las personas y me detengo junto a la puerta. La miro, es de madera desconchada y vieja, hace años que se debería haber barnizado de nuevo y tiene agujeros de alguna infestación de hormigas madereras. Levantó la mano temblorosa como para tocar la puerta. Tengo el corazón a mil. Cojo aire. No pienses, solo hazlo.
- Está dormida.- La niña me habla desde detrás. Me giro aún con la mano en alto y suelto un pequeño grito inaudible. Miro a la niña negra y descalza que esta detrás de mí. ¿Cuando ha vuelto a salir? -Trabaja esta noche así que no la despiertes.- Me habla más bajo.
Parpadeo un poco, procesando lo que me ha dicho. Le tiendo la carpeta.
-¿Se la darías por mi?- Digo con voz temblorosa. La niña la coge y la mira, curiosa.
No quiero entrar en su cuarto, o su sitio. O lo que sea. De repente siento ganas de llorar y no quiero que nadie me vea. Odio que me vean llorar. La amenaza de Andy no tiene sentido para mi ahora mismo. La situación precaria de Sharon me deja sin palabras. Me alejo un poco queriendo irme. La niña se me acerca de nuevo y me agarra de la manga. Mira a los demás, todos parecen dormidos, menos su madre, que está en la puerta, observándonos fijamente. Su mirada fija añade más miedo y tensión a mi cuerpo. Mi corazón palpita frenético.
- Si me das unos euros te digo donde trabaja. - Dice en voz baja, como para que solo yo la escuche. Miro a mí alrededor también. Tengo poco dinero pero quiero saberlo. Saco un billete de cinco euros. La madre me mira más atenta ahora. La niña los agarra rápido. Le dice algo a su madre en un idioma que no entiendo, ella le responde igual de bajito. La niña me mira.
- En una discoteca en las afueras. Nosotras no sabemos qué hace exactamente pero...- Me mira fijamente y después a mi bolsillo. Curiosa saco una moneda de dos euros. La niña lo coge también.
-Pero siempre va con poca ropa y esta toda la noche fuera. Después siempre tose mucho.- Dice rápidamente y entra a su habitación. La madre cierra la puerta rápidamente. No tardó en salir de allí y nada más llegar a la peluquería aguanto las lágrimas. Sonrío a la peluquera, que me sonríe a su vez y salgo corriendo. Ahora si las lágrimas no dejan de caer por mi rostro. Agradezco los cuarenta y cinco minutos de vuelta a casa, me ayuda a aclararme la mente.
Veo a Sharon desde otro punto de vista. Lo que hace sigue estando mal, pero no sé porque una sensación de pena se extiende por mi pecho. Y además está su trabajo. No creo que la niña me haya mentido pero si es verdad... Trabaja con poca ropa, en una discoteca y durante toda la noche. ¿Sera una estríper? Oh dios, ¿no será prostituta? Niego con la cabeza. No, no puedo pensar en esto ahora.
Cojo el inhalador cuando empiezo a sentir como me cuesta respirar. Recuerdo lo que ocurrió el pasado jueves. Me compro el inhalador y pareció preocupada por mí. Ahora sí que no estoy segura si su faceta de locura no es más que una máscara para ocultar todo lo que está pasando o si realmente ha acabado desequilibrándose. Su facilidad para matar sigue poniéndome los pelos de punta.
El miércoles miro fijamente el asiento junto a mí. El profesor correspondiente viene y empieza la clase. Sharon no ha venido hoy tampoco... Ya son tres días y a cada hora que pasa pienso más y más en ella. ¿Tendrá para comer? Pago un Banana Split en Sammy's... Aunque luego se lo comió rápidamente como si estuviera hambrienta. También tiene móvil, uno viejo, pero tiene. No vi su habitación pero no tenia buena pinta... La puerta estaba descolorida y parecía no encajar del todo en el marco.
Levanto la vista a la pizarra. He perdido varios días de teoría... Debería estar más atenta pero no me siento capaz. No ahora que se cómo vive Sharon. Recuerdo cuando encontré purpurina azul en el asiento. Las gogos de las discotecas siempre llevan brillantinas así... Niego con la cabeza. No puedo dejar de pensar sobre ello. En el primer descanso de la mañana decido bajar a comprarme un refresco. Me gustaría poder invitar a Sharon algún día... Pienso sobre ello cuando alguien me agarra de la muñeca y me empuja contra la pared.
- ¡Hau!- Protesto cuando me aprieta demasiado.
- ¿Por qué no has venido a buscarme?- La voz de Andy suena enfurecida y sus ojos oscuros están encendidos por la ira. ¿A buscarle? Oh... Mierda. ¡Se me había olvidado su amenaza! De todas formas él no debería estar enfadado, sino yo. Me exigió que le diera dinero cuando el siempre me trata mal.
- Y-ya te dije que no tenía dinero.- Musito asustada por la mirada de Andy. El me muestra una sonrisa temblorosa y se pasa la mano por el pelo, nervioso. Tiene los ojos muy abiertos como si estuviera utilizando todo su autocontrol. Trago saliva, nunca he visto a Andy así...
- Mira Mana. Ese collar me valió dinero. Solo te pido dinero a cambio, como todas las parejas hacen.- Dice tocándose el pecho.
Le miró fijamente. De verdad que no puedo darle más. A demás esto no puede seguir así.
- Andy, te digo que no tengo.- Digo alzando un poco la voz, desesperada por qué me haga caso. Su cara se contrae, retrocedo justo cuando noto su puño bajo mi mandíbula. El golpe hace que me golpee la cabeza contra la pared. Caigo al suelo de culo mientras me agarro la mandíbula. Las lágrimas queman en mis ojos. Me ha... Golpeado... Pienso casi sin creérmelo.
-Lo siento Mana. Te quiero.- Dice antes de irse. Me quedo ahí sentada unos minutos hasta que suena el timbre que indica el fin del descanso. Con las piernas temblorosas voy hasta el baño, por suerte está cerca y nadie me ve. Todos están en las máquinas de refrescos. Tengo los ojos azules muy abiertos y llorosos. Mi piel pálida está muy roja bajo la mandíbula. Lo toco un poco, está empezando a hincharse y duele. Dios... Mañana estará morado...
Una lágrima se derrama por mi cara, me la quito rápidamente por si entra alguien. Hoy llevo un jersey negro de cuello vuelto, si lo subo un poco y mantengo la cabeza agachada el golpe no se nota. Mis manos tiemblan. Andy siempre ha sido bastante antipático... Desde que le dije que sí a salir con él. Pero nunca me había pegado, jamás en los dos años que llevamos saliendo. Cuando inclinó la cabeza me fijo en las raíces de mi pelo, las teñí de moreno y ahora no se nota lo rubio.
Salgo del baño y caminó hasta la clase. Creo que llego tarde pero me da igual, lo único que quiero es no encontrarme a Andy. Se me hace un nudo en la garganta al pensar su nombre. Llevo mi mano bajo la mandíbula, al lugar del golpe, está caliente por la sangre que esta acumulándose ahí.
La puerta de clase está cerrada y todo está en silencio. Mierda, eso significa que la profesora ya está dentro. Abro la puerta con la cabeza gacha y caminó hacia mi mesa pero me congelo cuando veo a los hombres con turbante y pasamontañas. El más cercano a mi me apunta con una escopeta. Alguien cierra la puerta a mi espalda. El terrorista me agarra del cuello y me agacha la cabeza con fuerza, me lleva hasta en centro de la clase donde están todos mis compañeros y la profesora Marga.
Me empuja al suelo cuando llegó, me golpeo la cabeza contra el suelo de la fuerza con la que me empuja. Levanto la vista, todos tienen pañuelos en la boca. Antes de que pueda incorporarme noto la dura bota en mi espalda. Me estira del pelo tan fuerte que las lágrimas amenazan con salir de nuevo. Me aprieta la mandíbula hinchada, ahogo un grito de dolor. El terrorista estira hacia abajo para abrirme la boca y me coloca otro pañuelo en ella. Lo ata sin cuidado con mi pelo y me da un fuerte tirón para que me siente sobre los talones como los demás.
Todos tienen la cabeza gacha, y varios están llorando. Malec tiene la cara en el suelo, creo que se ha desmayado. No veo a Sharon por ninguna parte. Mantengo la vista en suelo. Por una vez me hubiera gustado que estuviera en clase, ella habría hecho algo. Los terroristas hablan algo en un idioma que no entiendo y uno apunta a la profesora Marga. Le pone el cañón en la frente y le tiende una pistola. Señala a una chica que no para de sollozar. La chica cuando se da cuenta de que está siendo señalada comienza a sollozar más alto sin poder parar. El terrorista se gira a la profesora Marga que tiene la pistola en las manos temblorosas.
- Mátala.
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La chica nueva
Teen FictionNunca un boli bic habia sido tan peligroso. Al menos no hasta que la chica nueva mato a un hombre clavandoselo en el ojo. Manna sabia que la nueva era rara, pero aun asi no cabia en si de gozo, era el dia en el que por fin iba a cambiarse ese nombre...