- ¿Que estabas haciendo aquí de todas maneras? Ya nadie viene aquí... - Me callo. Todas las estanterías están de pie. Escucho la puerta cerrarse, la única maldita puerta de la biblioteca vieja.
- Por eso sonreías antes. - Digo. Maldito Malec, me ha vendido.
- Solo quiero hablar.
- ¡Pues yo no!
- Deja de actuar así.
- ¡Actuare como me dé la gana! - Digo tan pronto ella acaba de hablar.
Se queda callada unos segundos.
- Podemos hacer esto por las buenas o por las malas. - Dice levantando las cejas e inclinando la cabeza un poco hacia mí.
Me quedo callada, procesando lo que acaba de decir.
- ¿Disculpa? - Entrecierro los ojos. ¡Cómo se atreve! Oh, pobrecita, todo esto debe haber sido una injusticia para ella.
- Lo que has oído.
- Ya he tenido suficiente. - Camino echa una furia hacia la puerta, la que ella custodia. Estoy decidida a pasar, se interponga o no.
Nada más acercarme a ella, se mueve para quedarse entre la puerta y yo.
- No vas a ninguna parte.
- ¡Ya te digo yo que sí! - Digo empujándola con todas mis fuerzas. Se sorprende un poco y pierde el equilibrio cuando la aparto con tanto ímpetu. Agarro la manilla de la puerta, pero antes de que pueda bajarla, Sharon tira de mi antebrazo sin contenerse. Me arranca la mano de la manilla de forma brusca y para no caerme las estrello contra su pecho. Rápidamente empujo ambas manos hacia el cuello, una zona sensible.
Aunque los recuerdos acuden a mí, me niego a ellos y continúo luchando por escapar. Sharon aparta el cuello, pero antes de que pueda escapar me agarra por la espalda y me aprieta con ambas manos. Como una especie de abrazo por la espalda, me mantiene los brazos pegados a los costados de mi cuerpo. Me retuerzo como una anguila, pero no me suelta. De tanto moverme consigo liberar un brazo de alguna manera y sin pensarlo lo llevo a su cara para que me suelte, le clavo las uñas.
- Ugh. - Escucho y me suelta. Es mi momento, ahora o nunca. Salgo corriendo de la biblioteca y corro y corro hasta salir del recinto.
Cierro la puerta de mi habitación y respiro hondo. Tengo el corazón a mil. Dejo la mochila en el suelo y me tiro en la cama. Dios, con todo lo que ha pasado no quiero estudiar, y eso que los exámenes empiezan el lunes que viene. Bueno, al menos es domingo y no tengo que pelearme con Sharon en todo el fin de semana. Algo es algo...
No siento ningún alivio, después de haberme escapado o por no verla este fin de semana. No, tengo que apartar esos pensamientos o no la superare nunca. Aunque aún así no puedo negar el picor de mano cuando le he tocado el cuello, tan suave y cálido... No, es terreno peligroso. Exámenes, tengo que estudiar, pienso mientras agarro la mochila a regañadientes.
Subo las escaleras temblando. No me puedo creer que sea tan cobarde. Bueno, al parecer no están por aquí. He venido antes así que no debería haber nadie aquí, además Sharon no es conocida por su puntualidad precisamente.
- ¡Ahí estas! - Escucho delante de mí. Levanto la vista de los apuntes para ver a la lapa corriendo hacia mi como si la vida le fuera en ello. Echa el puño hacia a otras, y sin pensarlo suelto todo lo que llevo en las manos y me pego a la pared del pasillo. Su puñetazo falla, pero lo rectifica y ahora lleva todo su brazo contra la pared donde está mi cabeza. Casi sin pensarlo me agacho y ella se golpea contra la pared.
Gateo lejos de ella y me levanto.
- ¿Qué coño te pasa ahora? ¿Es que eres una salvaje? ¿No sabes hablar? - Digo con la adrenalina en todo el cuerpo.
- Oh, claro porque tu solucionas todo pacíficamente y con una conversación. - Dice completamente cabreada. Me mira con ojos asesinos, la furia se asoma desde ellos. ¿Qué demonios le he hecho? No recuerdo haberme acercado más a ella desde ayer. Oh, quizás es por lo de Sharon.
Pero me doy cuenta tarde de que mientras pensaba la lapa se ha movido rápidamente y está a punto de darme la mayor bofetada que he visto jamás.
- ¡Para! - Escucho la voz de Sharon. Un golpe seco cerca de mi cara hace que abra los ojos. Sharon ha agarrado la mano de la lapa a dos centímetros de mi cara. Suficiente, no quiero saber nada mas de estas dos.
Me alejo, cojo todo lo que está en el suelo y camino hacia mi clase, que, por suerte, está en sentido contrario de donde están ellas.
- Mana. - Escucho, pero ni me giro. - Por favor. - Mi corazón tiembla, pero no paro de caminar.
- No me puedo creer que dejaras que te hiciera sangre.
Me freno. ¿En serio? Giro un poco la cabeza. Sharon está mirando a la lapa, y está a Sharon. Sus expresiones son totalmente opuestas. La lapa tiene cara de desquiciada, como si tuviera que liberar todo el enfado o fuera a explotar; mientras que la cara de Sharon es el reflejo de una persona abatida. Hombros bajos, cabeza agachada, ojos vacíos y grandes ojeras. Y justo debajo del ojo derecho, una fina línea roja.
La veo claramente cuando Sharon aparta la mirada de la lapa y me descubre mirándola. No cambia la mirada cuando me ve, ni se sorprende. Simplemente mantiene la expresión solitaria y destrozada. Yo me tenso y entro a la clase.
En el examen, Sharon se sienta delante de mí. Veo como apenas escribe algo en el papel de las respuestas. Se dedica a mirar a la ventana o a golpear el lápiz contra la mesa. Suspira constantemente. Tanto, que me desconcentra. Conozco varias de las respuestas y las voy escribiendo, pero cada vez que miro el papel de Sharon, aunque no puedo distinguir que pone, veo que está casi en blanco. Incluso cuando se acaba la hora, su examen es más blanco que negro.
Recojo las cosas rápidamente, esperando a que venga a decirme algo. Pero no lo hace. Recoge sus cosas lentamente, como yo. Salgo de la clase y veo a la lapa con una mejilla roja. Me mira, pero cuando ve que soy yo, se reacomoda en la pared y aparta la vista. Camino hacia la siguiente clase arrastrando un poco los pies, sorprendida por el cambio. Puede que se haya cansado ya. Pero entonces... ¿Por qué no me siento aliviada?
ESTÁS LEYENDO
La chica nueva
Teen FictionNunca un boli bic habia sido tan peligroso. Al menos no hasta que la chica nueva mato a un hombre clavandoselo en el ojo. Manna sabia que la nueva era rara, pero aun asi no cabia en si de gozo, era el dia en el que por fin iba a cambiarse ese nombre...