La chica nueva

28. Krimson

Me cambio y aprieto los labios con fuerza. No puedo soportar la idea de que Sharon esté encerrada con ex-convictos o dios sabe que gente, en una celda. Que yo este con un pijama suave, a punto de cenar y meterme a la cama cuando ella esta allí, me desespera. La impotencia empieza a apoderarse de mí. Aguanta, Sharon. Mañana a primera hora te sacare de allí.

Eso es lo que me digo a mi misma pero no soy capaz de cerrar los ojos y dormir. ¿Cómo se supone que debo hacerlo, si ni siquiera quiero? No, no pienso dormir. Aunque en el fondo sé que debería dormir para estar fresca mañana y pensar con claridad, no puedo hacerlo. En su lugar, enciendo el ordenador y abro un documento Word.

- Veamos... ¿Que podría saber la policía?

Apuñalamiento frente a la escuela. Tecleo. Oh, y lo del juzgado. No creo que sepan que fue ella, pero supongamos que podrían saberlo para tenerlo todo cubierto. Joder, la cosa se complicaría si lo supieran. Pero se supone que la han encarcelado por ser una ocupa y por hacer cosas indecentes. ¿Vender drogas? ¿Consumirlas? No sé, ¿contrabando? Sé que hace cosas ilegales, pero nunca le he preguntado específicamente que hace. Supongo que siempre me dio miedo saberlo. Supongo que prefería fingir que ya no lo hacía... La culpa me deja un sabor amargo en la boca. No sé si es por lo que está pasando, pero siento como que no le he prestado la suficiente atención a Sharon para ser mi novia.

Ella siempre parece que memoriza todos los aspectos de mi vida, es como si me tuviera presente constantemente. Incluso cuando lleva un inhalador siempre encima. Y en cambio yo... Apoyo la cabeza en el respaldo de la silla. En realidad se por qué es, pero no quiero acabar de admitirlo, porque tendría que enfrentarme a ello. Es porque Sharon es una chica, y yo también lo soy. Lesbiana.

Solo el pensar en la palabra hace que me estremezca. Miro a la puerta, como si alguien estuviera observándome desde allí. Pero no hay nadie. Tengo miedo de lo que mi familia piense cuando se enteren, ¿qué cara pondrá Jayden? ¿Y mama, y papa? Me imagino las caras de la gente en la calle, y sobretodo el instituto. ¿Cómo voy a presentarme allí con una etiqueta así? Por no hablar de Andy...

Sé cuál es la solución para que nada de eso ocurra, cortar esto. Parar. Alejarme de Sharon. Pero solo el pensarlo ya me duele. Se me encoje el estómago, por la culpa, el arrepentimiento y el miedo. ¿Porque cuando pienso en ella me da igual que sea hombre o mujer?

Cierro los ojos. Probablemente por eso no le he prestado tanta atención a Sharon. Este estúpido dilema no me deja en paz. ¿Y porque tengo que recordarlo en un momento tan importante como este? Maldita sea.

Oigo como la puerta se abre bruscamente y abro los ojos de golpe, miro a mi madre directamente a los ojos.

- ¿Ya está la cena? - Le digo. Supongo que habrá venido a avisarme.

- Aun no. - Dice y me sonríe amablemente. Tiene el pelo dorado atado en una coleta medio desecha y sus ojos grises brillan felices. Lleva puesto su delantal favorito, el que Jayden y yo le regalamos hace varios años por el día de la madre. Recuerdo que se lo regalamos cuando mama empezó a aprender nuevas recetas y se emocionaba con cada una que hacía y le salía bien. El recuerdo hace que mi humor se levante un poco.

- Vengo a avisarte que Jayden ya te ha llenado la bañera de agua. - Me dice.

- Yo no le he pedido que me llene la bañera. - Le digo, pero ella no pone cara de sorpresa, ni siquiera frunce el ceño. Ella ya lo sabía. Inclino la cabeza un poco. - ¿Porque lo ha hecho?

- Eso sí que no lo sé. Pregúntaselo a él. Bueno, voy a bajar que tengo algo en el horno. - Dice girándose después de sonreírme. No me ha dicho lo que hay en el horno queriendo. Niego con la cabeza y voy al baño. Toco dos veces y abro la puerta.