23. ¡Sorpresa!

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-Admite que mi ilegalidad ha sido útil. - Dice levantando una ceja y entregándome un uniforme. - Y sexy. - Dice levantando las cejas, aun con su mirada divertida.

-Jamás. - No sé a qué le estoy respondiendo, pero definitivamente es mentira, su ilegalidad me ha salvado el día de trabajo y ha sido... Bueno, ha sido malditamente sexy. Agarro el uniforme antes de que se le ocurra levantarlo y no dejarme cogerlo. Lo pego a mi pecho y le sonrió con suficiencia. Ella pega la palma de su mano derecha a la taquilla de mi izquierda y me acorrala. Levanta una ceja y abre un poco la boca.

- ¿Disculpa? - Dice acercándose a mi poco a poco sin dejar de mirarme fijamente. Se me empieza a acelerar el pulso. - Me ha parecido escuchar una gran mentira.

-Eh...- Es todo lo que soy capaz de decir antes de que se me resbale el uniforme de las manos y caiga al suelo. Sharon, sin dejar de mirarme, se acerca un milímetro más. Como si me estuviera pidiendo permiso. Oh, adoro eso de ella. No importa el momento, ni el lugar, lo más importante para ella es saber que yo estoy de acuerdo. Ese pensamiento me distrae y mi última neurona racional desaparece. Me olvido de donde estamos y me convierto en una adolescente con la persona a la que ama. Pongo las manos en sus hombros y subo con cuidado por el cuello, como si fuera una caricia. Sharon cierra los ojos unos segundos, disfrutando del tacto. Aprovecho ese momento para ponerme de puntillas y hacer lo que he querido hacer desde hace un rato.

Nada más rozar sus labios con los míos, gruñe y me pega la espalda a las taquillas de un empujón. Pega su cuerpo al mío y me presiona para que habra más los labios. No tarda en apoderarse de mí. El sentimiento es tan potente que me nubla la mente, y solo me deja pensar en una cosa: Sharon. Le acaricio la nuca mientras nuestras lenguas se pelean. Ella se acerca tanto que presiona su rodilla entre las mías. La dejo pasar casi sin darme cuenta de ello. Toda mi atención está centrada en nuestras bocas. Entonces ella me pasa el brazo por la parte baja de la espalda, rodeándome la cintura. Me pega más a ella y nos inclinamos un poco. Yo estoy un poco inclinada hacia atrás y le rodeo el cuello con fuerza.

Entonces, de repente, se aleja. Coge aire con fuerza y yo hago lo mismo. Me había perdido tanto en el beso que no me había dado cuenta como mis pulmones me arden por la falta de oxígeno. Sharon cierra los ojos y aprieta con fuerza los labios.

-Lo siento. - Se separa un poco de mí y baja la cabeza. - Me he dejado llevar por la caricia.

-Ha sido culpa mía, yo he empezado el beso. - Ella levanta la cabeza de pronto. Sus ojos demuestran la determinación que siente.

-Oh créeme si no lo hubieras hecho tú, te hubiera besado yo. - Sus ojos verdes brillan con intensidad cuando lo dice. - Tu caricia. - Niega con la cabeza y se pasa la mano por la nuca.

- ¿Que?

-No, no es nada. - Dice sin mirarme. Camino hasta ella y le acaricio la cara suavemente. Le presiono un poco para que levante la cabeza.

-Dímelo Sharon, sabes que a mi puedes contarme cualquier cosa. - Me gustaría que llegara a confiar tanto en mí que fuera capaz de decirme cualquier cosa sin preocuparse por nada. Me gustaría que se liberara de todo lo que le molesta conmigo, ojalá pudiera ser esa persona con la que se quita la máscara que tanto tiempo ha tenido puesta. Ese pensamiento viaja directamente hasta mi pecho. Definitivamente es algo que tengo que conseguir. Al fin levanta la cabeza y me mira directamente.

Nunca nadie me había acariciado tan suavemente. Siempre son movimientos rudos y directos. Yo... Nunca nadie...- Niega con la cabeza mirando a algún punto sobre mi hombro. - Nunca me había sentido así.

Una lagrima se desliza por mi mejilla, ya estaba floja desde la charla con Jayden. Una tras otra, las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas al imaginarme a una niña pequeña con los ojos verdes y tristes que no sabe cómo se siente una caricia. Automáticamente Sharon pega un salto, como si tuviera un muelle dentro.

La chica nuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora