17. Mundos diferentes

1.1K 91 4
                                    

Ella se acurruca un poco y sonríe un poco, se le forma un diminuto hoyuelo en la mejilla. Sharon sube la mano y la pone sobre la mía, aun dormida. Esta cálida y tiene la palma suave aunque las yemas de los dedos son ásperos, me aprieta un segundo con fuerza antes de relajar la mano de nuevo. Me acerco un poco más y le doy un pequeño beso justo en el hoyuelo. Sharon se remueve, soltando mi mano, y se acurruca con la manta haciéndose bolita. Me acurruco junto a ella y bostezo tratando de hacer el menor ruido posible.


Me levanto de un salto, sobresaltada y con el corazón a mil. Miro a mi alrededor, desorientada. ¿Qué ocurre? ¿Dónde estoy? Me fijo en los trastos que me rodean, dignos de una chatarrería. El olor a polvo inunda mis fosas nasales. La casa de Sharon, o su refugio, o lo que sea, está hecho una pocilga. Miro junto a mí. Ella sigue en la misma posición, hecha bolita con la manta, como si no se hubiera movido en toda la noche. Me fijo en sus largas pestañas, en sus finas cejas y las manos que tiene. Delgadas y de dedos largos. Es todo lo que puedo ver, el resto del cuerpo está bajo la manta.

Aun no sé porque el de la discoteca me mintió, Sharon estaba trabajando allí claramente. Tampoco sé que va a ocurrir con Andy... Ni con los rumores que ha estado soltando por ahí. Niego con la cabeza y me acurruco de nuevo. Me niego a pensar en eso ahora y por algún milagro, mi mente me hace caso y me quedo dormida.

Algo choca contra la pared creando un fuerte sonido. Oigo a personas hablando y maldiciendo cerca de la pared. Oh no. ¿Qué pasa? Ni siquiera sé donde estamos, Sharon me trajo en brazos cuando me quede dormida.


Me giro para verla. No la distingo en la oscuridad así que con cuidado voy palpando hasta el borde de la cama. No está. Tampoco está en el baño, hubiera visto la luz.

Entonces alguien abre la puerta, abro los ojos como platos y me congelo. La luz me ciega.

-No te preocupes. -Susurra Sharon a alguien del pasillo. Lleva puestos unos pantalones de chándal viejos y llenos de polvo junto con la camiseta básica de ayer.- Adiós.

Esta cerrando la puerta con cuidado cuando gira la cabeza para mirarme.

-Oh. Estas despierta. - Dice sorprendida. Me sonríe de oreja a oreja y me observa con atención desde los pies bajo la manta hasta el último pelo de mi cabeza. Sin perderse ningún detalle. Se me seca la boca y aparto un segundo la vista de ella.

-¿Que ha sido ese golpe?- Pregunto aún con el corazón a mil, no sé si por ella o por el golpe que me ha despertado.

-Una puerta. - Dice como si fuera obvió.

-Una puerta. - Repito. Ella asiente como si no comprendiera lo que quiero decirle. Sonrió un poco y suelto aire.- Empecemos por el principio. ¿Dónde estamos?

-En un trastero.- Dice torciendo el gesto.- En realidad es un bloque de trasteros para los residentes de la urbanización de enfrente. Uno de los inquilinos escucho lo de la casa y nos hizo una oferta. En consecuencia aquí hay más gente ilegal que antes, pero a uno le faltaba la puerta así que le estamos ayudando a ponerla. - Me explica. Ah, vale ahora entiendo algo. Frunzo el ceño.

-¿Y porque no tenía puerta?- Que yo sepa todos los trasteros tienen una.

-Creo que robo algo a quien no debía. Creo que a uno de los del fondo... Bueno, ellos le quitaron la puerta y la vendieron por ahí.- Se encoje de hombros y yo parpadeo una vez, dos veces. Vale... Voy a intentar no alterarme y pensar que ellos viven de manera muy DIFERENTE a la normal. Quiero comprender a Sharon y para eso es crucial saber cómo vive.

La chica nuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora