Cuando Sharon le dispara en el pecho a uno y este sonríe queda claro que son chalecos antibalas. Yo le golpeo en la cabeza a uno, siento mi cuerpo cada vez más pesado pero me esfuerzo por mantener mi respiración profunda. Sharon desarma a dos de ellos y lucha cuerpo a cuerpo con ellos mientras otros dos me flanquean. Miro un explosivo detrás de ellos. ¡Treinta segundos!
Entonces escucho un disparo y a Sharon gritar junto a mí.
La ansiedad se apodera de mí. ¿Qué pasa? ¿Qué ha ocurrido? Una bala, le ha dado una bala. Oh dios. Intento apartar a los terroristas como puedo pero son mucho más fuertes que yo y no consigo verla. No la escucho, no escucho nada más que mi corazón furioso. Las lágrimas empiezan a caer, no por los golpes que estoy recibiendo sino por lo que puede haberle pasado a ella.
Entonces las compuertas de mi mente se abren y me doy cuenta de algo que ha sido obvio desde hace un tiempo pero que no era capaz de ver. Ella me importa, Sharon me importa. Me alegro al saber que está bien y me apeno al saber que no. Sharon me importa mucho más de lo que pensé en un principio.
Agarro más fuertemente la palanca y con el grito de Sharon resonando en mis oídos, la dejo caer rápidamente en la rodilla de uno de ellos. Grita y retrocede un poco. De repente su compañero esta junto a mí y agarra la palanca cuando voy a golpearlo. El pánico se apodera de mí, muevo la palanca de un lado a otro con el corazón azorado. Pero no la suela. De un tirón me quedo con las manos vacías. Miro mis manos. Oh mierda.
Levanto la vista y sin pensarlo le golpeo con la punta del pie en la entrepierna. El se agarra en ese punto y cae de rodillas con la cara contraída. Levanto la rodilla para golpearle en la cara pero el otro me empuja y no consigo mantener el equilibrio con un solo pié. Caigo al suelo y el de la rodilla dolorida se pone encima de mí. Me agarra las muñecas con fuerza y las pone a ambos lados de mi cabeza.
-¡Quítate!- Le grito mientras me retuerzo. Las lágrimas empiezan a caer cada vez más rápido. ¿Cuánto tiempo nos queda? No es suficiente. ¡No es suficiente, vamos a morir aquí! ¿Y Sharon?
Giro la cabeza en su dirección, pero todo lo que veo es al otro terrorista que me mira enfurecido y con una pistola en la mano. Cierro los ojos asustada. Se acabó. Hasta aquí he llegado. Oigo un golpe seco y un disparo de escopeta. Abro los ojos para ver al terrorista caer sobre mí con sangre en la boca. Suelto un gritito y me alejo como puedo aunque su cuerpo cae sobre mi estomago. Abrumada, me lo quito empujándolo y sacando los pies de debajo suyo apresuradamente.
Miro a Sharon con los ojos como platos, tiene una mano sobre su hombro pero apenas hay sangre. Me cuesta respirar, noto como mi garganta se cierra por la ansiedad. Mi vista empieza a oscurecerse, escucho la puerta de la azotea chirriando. Sharon ha subido. Cojo aire cómo puedo, oigo el pitido, ahora mucho más rápido que antes. Las lágrimas se deslizan por mis mejillas. Escucho un disparo y mi garganta se cierra. Después todo esta negro.
Abro la boca para coger aire. No entra por mi garganta así que lo expulso y lo vuelvo a intentar. Ahora si lo consigo. Tengo algo en la boca y sobre la nariz. Toco la máscara y abro los ojos. El sol me ciega, mis ojos lloran por la intensidad de la luz. Me remuevo y vuelvo a aspirar aire.
-¡Oh Mana!- Mi madre me agarra la mano y me acaricia la cara con ojos llorosos. Veo a mi padre que deja de hablar con los enfermeros de la ambulancia y se acerca. Me sonríe.
-¡Mana! ¡Vida mía! - Me congelo al escuchar su voz. Andy me abraza con fuerza. Me estremezco al recordar el golpe.-Haz lo de siempre o ya sabes que pasa, vida mía.- Me susurra amenazador, antes de apartarse con lagrimas falsas en los ojos. Yo intento cerrar la boca. No, estas amenazas de nuevo no...
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La chica nueva
Teen FictionNunca un boli bic habia sido tan peligroso. Al menos no hasta que la chica nueva mato a un hombre clavandoselo en el ojo. Manna sabia que la nueva era rara, pero aun asi no cabia en si de gozo, era el dia en el que por fin iba a cambiarse ese nombre...