- No, lo siento. Tu no vienes.
- ¿Y qué pretendes? ¿Qué me quede aquí esperando si vuelves o no?
- No voy a discutir Manna, esto es por tu propio bien.
- Ni de coña. Voy a ir, te guste o no.
- Ya hemos pasado por esto, y no pienso ponerte en peligro de nuevo. - Me dice acercándose a mí y apuntándome con un dedo. Después continua hacia la puerta.
- Se supone que te fuiste para alejarte del peligro. - Se gira cuando lo digo.
- No, me fui para alejarte a ti del peligro.
- Si tu estas en peligro, me salpicara a mi también. Es inevitable.
- Manna, no pienso discutir más. - Dice y sale por la puerta. Camino hacia la puerta, dispuesta a seguir discutiendo, pero antes de llegar escucho un pitido. Al intentar abrir la puerta, descubro que está bloqueada.
- Es por tu propio bien. - Escucho que dice. De la rabia, pateo la puerta que tiembla. Después escucho como unos tacones se alejan. Ni de coña me quedo aquí. Se va a enterar. Corro al ventanal, tiene que haber alguna manera de abrirlo, estoy segura. Reviso el marco hasta que descubro que detrás de una cortina, hay una pequeña zona elevada que se puede abrir para que entre el aire. Lo agarro con fuerza y lo abro de un tirón. Parece que Sharon no ha abierto esto nunca.
La pared es de piedra, con salientes fáciles de escalar. Y abajo del todo puedo ver un coche. Tengo que llegar a él antes que ellos. Antes de que me arrepienta, me impulso y pongo un pie sobre uno de los salientes. Con cuidado, pero con un poco de prisa, voy poniendo los pies cada vez más abajo. Empiezo a escucharles hablar cuando me queda medio metro para llegar abajo así que lo cubro de un salto. Corro al coche y toqueteo el maletero hasta que consigo abrirlo. Me meto dentro y lo cierro de un golpe. Me quedo en silencio. Escucho como llegan y se suben al coche, escucho que hablan, pero no entiendo algunas palabras.
- ¿Como de peligrosos son? - Es la voz de Sharon.
- Suelen tomar represalias cuando pierden.
- Entonces tenemos un problema.
- Para eso vamos contigo. Tu enfócate en ganar, y nosotros nos encargamos de cobrar. Como siempre.
Después de eso se hace el silencio. No sé cuánto tiempo dura el trayecto, pero empiezo a tener taquicardia. El aire aquí es cada vez más concentrado y mi sudor está empezando a agobiarme. Aun así, sigo estando decidida. Si quiere volver conmigo, bien. Pero ahora tengo nuevas condiciones. Que me haya encerrado solo ha alimentado mis ganas de escaparme. Cuando al fin noto como se para el coche, espero a que Sharon y los demás se alejen. Después empujo el maletero con las piernas. Mierda. No había pensado como salir.
NARRA SHARON
Aún tengo sus gritos en la cabeza. Sé que estará cabreada cuando vuelva. Joder, va a matarme por haberla encerrado pero su seguridad es más importante. Dios, debo de estar enferma pero su cara de enfado y odio... No puedo quitármela de la cabeza.
Mis dos guardaespaldas, ni siquiera recuerdo sus nombres, abren las puertas para que yo pase. El fuerte olor a puro del interior me recuerda que tengo que concentrarme. Manna está enfadada, pero al menos está a salvo, ahora puedo concentrarme en ganar.
- Bienvenidos. - Escucho y el olor a puro me ataca la nariz. Resisto la mueca y miro a los ojos al hombre al otro lado de la mesa redonda. Pelo negro, peinado hacia atrás y con demasiada gomina. Tendrá unos cincuenta años más o menos, en cambio sus dos guardaespaldas tendrán alrededor de treinta. Que solo tenga dos aquí hace que piense que tiene más por la zona. Pero dejare que mis propios guardaespaldas se encarguen de ello.
- Es un placer. - Le digo.
- ¿Quiere tomar algo para beber? - Dice y me mira con una sonrisa maliciosa.
- No, gracias. Estoy bien. ¿Empezamos? - Le digo fingiendo una sonrisa. No voy a tomar nada de aquí, y menos sabiendo la reputación de estas personas.
- Por supuesto. - Dice y se sienta. - ¿Texas? - Dice refiriéndose al tipo de póker que vamos a jugar.
- Me va bien.
- Chico. - Dice haciéndole gestos a un chico que no había visto. Está vestido de esmoquin así que será el Crupier. Tiene una baraja en las manos. Se acerca a la mesa.
- ¿Listos? - Dice el Crupier pelirrojo mirándonos a ambos.
- Lista. - Saco la cartera que me han dado en el coche y pongo un billete de 500 en la mesa. Es el precio de partida. El viejo hace lo mismo.
- Muy bien. - El crupier asiente con la cabeza. Y nos reparte a ambos dos cartas bocabajo. Tras un duelo de miradas, levanto parcialmente las dos cartas para mirarlas. Un seis de corazones y una reina de picas. No son muy buenas cartas, pero aún es pronto para saberlo. El viejo me mira fijamente, esperando mi movimiento. Hay mil en la mesa, para seguir tengo que poner la misma cantidad, subir la apuesta o retirarme.
- Voy. - Digo y pongo otros dos billetes en la mesa.
El sonríe y revisa sus cartas de nuevo.
- También voy.
El crupier asiente y pone tres cartas al descubierto sobre la mesa. La partida no va bien, solo tengo doble pareja. Es muy débil. Miro al viejo, continúa sonriendo, de hecho, sonríe demasiado. Creo que es un farol. Voy a presionarle, me vendrá bien sacarle un poco de información para el resto de partidas. Así que cuando el crupier pone otra carta en la mesa, sonrió levemente. La sonrisa del viejo tiembla un poco, ahora se esfuerza más en mantener la sonrisa. Si, definitivamente es un farol.
Fácilmente gano la primera partida. El viejo frunce el ceño y empieza a jugar en serio. Ya no finge, y aunque me cuesta leerle a veces sigo ganando. Cada vez se altera más y aunque mis guardaespaldas se ponen tensos, de momento no hay problemas.
Finalmente, decido que he conseguido suficientes ganancias y me levanto de la mesa.
- Me lo he pasado muy bien. Pero creo que es suficiente por hoy. - Empiezo a recoger el dinero de la mesa, pero el viejo me agarra de la muñeca.
- Esto aún no ha acabado.
Ni siquiera digo nada, dejo que mis guardaespaldas lo aparten. Yo recojo el dinero de la mesa y le toco el hombro al guardaespaldas más cercano a mí a modo de señal.
- Una última partida. - Me dice el viejo.
- Lo siento, pero tengo que rechazarlo. - Le digo y me giro.
- ¡Jefe! ¡Jefe! - Escucho como grita alguien por la zona. Un chico escuálido entra corriendo y le susurra algo al oído al viejo. El siete.
- Esto no tiene nada que ver con nosotros, vámonos. - Les digo a mis guardaespaldas.
- No, suéltame. Maldita sea. - Escucho. Y me congelo en el pasillo.
- ¿Ocurre algo? - Me dice un guardaespaldas. Le ignoro y miro sobre mi hombro. Cuando veo la cara de Manna escoltada por dos matones vestidos de etiqueta, se me cae el alma al suelo.
- Vaya vaya, ¿qué ha pasado con tu cara de póker? - Dice el viejo riéndose. - El juego ha cambiado. Siéntate querida.
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La chica nueva
Novela JuvenilNunca un boli bic habia sido tan peligroso. Al menos no hasta que la chica nueva mato a un hombre clavandoselo en el ojo. Manna sabia que la nueva era rara, pero aun asi no cabia en si de gozo, era el dia en el que por fin iba a cambiarse ese nombre...