- Ah, no sabes cuánto deseaba esto. - Dice mirándome a los ojos y besándome de nuevo. - Te quiero tanto.
- Yo también te quiero. - Le digo mirando su cuello, aun me da vergüenza mirarla a los ojos demasiado tiempo. Sharon puede llegar a ser muy intensa. Al final levanto la vista, ella sigue mirándome.
- No permitiré que nadie te haga daño. - Me dice casi en un susurro. - Nunca.
Deposita un beso en mi cuello y me aprieta la cintura con fuerza antes de continuar hablando.
- Los destrozare si es necesario. - Dice con una convicción animal. No sé qué responderle a eso. Me encanta que me quiera proteger, pero sé que la palabra destrozar no es un farol para ella. De hecho, no creo que Sharon diga nada de farol. Pensándolo bien, Sharon piensa realmente todo lo que dice. Por eso a veces se queda callada pensando en que decir. Ella siente todo lo que dice realmente.
Sharon se mueve, suelta mi cintura y gira la cabeza hacia los estantes de la ducha buscando algo. Su movimiento hace que pierda el hilo de lo que estaba pensando. Antes de que encuentre el bote de champú, que está en un estante diferente al que está mirando, lo cojo yo.
Me hecho un poco en una mano y lo dejo en el suelo. Froto mis manos hasta crear un poco de espuma y me estiro un poco para alcanzar su cabeza. Pero está demasiado alto y me tengo que poner de puntillas para llegar bien. Sharon se agacha un poco, tratando de reprimir lo que presiento que es una gran y sonora carcajada.
-Cállate. Tsk, eres demasiado alta.
Que lo diga en alto a Sharon le hace aún más gracia y deja escapar la carcajada. La miro fijamente con los ojos entornados, pero ella tiene los ojos cerrados por la risa. Me fijo en el hoyuelo de su mejilla. Ese adorable hoyuelo. Levanto la vista y sigo limpiándole el pelo sin hacer demasiados nudos... Aunque eso es imposible en las melenas largas como la de Sharon o la mía.
Entonces una idea cruza mi mente. ¿Lo tiene largo porque le gusta o porque no puede pagar a un peluquero? Bueno, aunque no pueda pagarle, cualquiera puede coger unas tijeras y cortar, aunque sea las puntas. ¿No? Aunque... Yo no dejaría que nadie, y menos algún drogadicto o vete a saber tú que, me cortara el pelo. Agarro un mechón de su pelo y le echó un vistazo a las puntas. Están abiertas, muy abiertas. Guau, este pelo hay que sanearlo pero ya. Me gustaría ayudarla personalmente pero no le he cortado el pelo a nadie jamás, y no me atrevería a hacerle algo horrible. Después llamare al peluquero para que nos dé hora.
- ¿Sabes lo difícil que es averiguar lo que estás pensando? - Dice con los ojos entornados. No me había dado cuenta de que había parado de reírse... Ni de que sus manos vuelven a estar en mi cadera. Empiezo a ponerme nerviosa y ella sigue mirándome, esperando una respuesta. ¡Rápido, dile algo!
- Lo normal es que no puedas saber lo que el resto de la gente están pensando. - Mierda, eso ha sonado demasiado borde.
- No creo que lo normal se aplique conmigo a estas alturas. - Dice sonriendo. Sonrió también. Eso es cierto. Acabo de limpiarle el pelo y la coloco bajo el agua. Ella se estremece cuando entra en contacto con el agua caliente.
- ¿Esta muy caliente? Puedo bajarlo un poco...
- No, no. Así está perfecto. - Dice agarrándome de la muñeca y cerrando los ojos. Se hecha un poco hacia atrás para sentir el agua caliente en la cara. Sabía que apreciaría un chorro de agua caliente, no debe de ser agradable ducharse con agua fría siempre. Por no hablar de la increíble enfermedad que puede llegar a coger. Definitivamente Sharon es una luchadora. Con ese pensamiento, meto las manos bajo el agua para quitarles el jabón.

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La chica nueva
أدب المراهقينNunca un boli bic habia sido tan peligroso. Al menos no hasta que la chica nueva mato a un hombre clavandoselo en el ojo. Manna sabia que la nueva era rara, pero aun asi no cabia en si de gozo, era el dia en el que por fin iba a cambiarse ese nombre...