44. Quemando ruedas

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Incluso cuando se acaba la hora, su examen es más blanco que negro. Recojo las cosas rápidamente, esperando a que venga a decirme algo. Pero no lo hace. Recoge sus cosas lentamente, como yo. Salgo de la clase y veo a la lapa con una mejilla roja. Me mira, pero cuando ve que soy yo, se reacomoda en la pared y aparta la vista. Camino hacia la siguiente clase arrastrando un poco los pies, sorprendida por el cambio. Puede que se haya cansado ya. Pero entonces... ¿Por qué no me siento aliviada?



Cierro la puerta de mi habitación y me quedo muy quieta. Ni siquiera me importa el examen que acabo de hacer. No puedo quitarme la expresión de Sharon de la cabeza, es como si la tuviera grabada a fuego en la retina. Yo quería esto desde el primer momento, yo quería que se alejara. Pero no pensé que fuera a dolerle. Quiero decir, es ella la que se ha estado divirtiendo por ahí con otras.

- No me importa. - Digo alejándome de la puerta. Me siento en la mesa y saco el temario del examen siguiente.

Cinco minutos después, abrumada por todo lo que entra, cierro el libro y decido que necesito un descanso. Podría acercarme a Sammy's a ver qué tal va todo, pedí vacaciones para centrarme en los exámenes así que no deberían decirme nada si voy. El único problema es que ese lugar está plagado de recuerdos... Supongo que me quedare en casa. Justo cuando lo decido, mi teléfono empieza a sonar.


Sharon

No lo entiendo. Simplemente no lo entiendo. Incluso pensarlo es doloroso. Sus miradas de odio, los comentarios venenosos, la rudeza de su actitud. Todo indica que ha pasado página, o que simplemente me detesta. Sabía que estaría enfadada, pero no imaginaba que no me fuera a dejar hablar con ella. ¡Solo quiero explicarle todo lo que he hecho! Quería que estuviera orgullosa de mi, quería dejar de ser una carga para ella... Pero la he cagado, de nuevo. A pesar de que le dije que quería que mi relación con ella saliera bien.

- Confirmado, el perímetro es seguro. - Me dice Adrienna cabizbaja y sin mirarme a los ojos. Tiene una zona del pómulo roja. Es culpa mía pero no pienso disculparme, su comportamiento ha sido nefasto. Se supone que solo tiene que ocuparse de mi seguridad, nada más. Desde el primer momento se ha situado en contra de Manna, ni siquiera sé por qué.

Antes de comenzar a caminar la miro fijamente.

- Mírame. - Le ordeno. Ella la acata sin rechistar. - ¿Has hablado con Manna sin mi presencia?

Pone cara de poquer. Lo sabía, aquí han pasado más cosas de las que se.

- Contéstame. - Ella se muerde el labio desde dentro y desvía la mirada. Parece que va a llorar. No tengo tiempo para sus sentimientos. - Muy bien, cuando volvamos quedas relegada de tu puesto por mala desobediencia e interferencia de mis intereses.

- ¡Pero...!

Le hecho la mirada más furiosa que tengo. Podría matarla ahora mismo, es más, debería hacerlo. Ha interferido entre Manna y yo como si lo supiera todo. No sabe nada. Adrienna agacha la cabeza.

- Como órdenes.

- Ni se te ocurra llorar. - Le digo sin mirarla y comenzando a caminar. Esta vez no responde y continúa caminando detrás mío. Tengo tanta rabia que casi no puedo controlarla. Necesito romper algo, meterme en una pelea o... Acostarme con ella. Eso siempre me calmaba, daba igual que me atormentara. Dejo escapar aire. Dios, esto va a dolerme demasiado.

Me pongo junto al coche y abro la puerta. Adrienna se sienta detrás sin decir nada. Apenas en unos minutos ya estamos paradas en un semáforo en rojo. Aun dándole vueltas a todo lo que ha estado pasando, agarro el volante con fuerza. Entonces escucho unas risas, el odio se apodera de mí. ¿Porque ellas si pueden ser felices y yo no? Abro más los ojos. Es Manna, esta preciosa con un vestido con líneas y unas medias negras. La adoración que siento por ella desaparece cuando veo con alguien le agarra de la cintura y la estrecha junto a ella. Una mujer morena, un poco más alta que ella le sonríe. Bufo. Y cuando la mujer acerca su cara a la de Manna, estallo.

Acelero, aunque el semáforo este en rojo, y sea un paso de peatones. Derrapo hasta quedarme junto a ellas.

- ¡Sharon! - Me grita Adrienna, asustada.

- Bájate del coche. ¡Ahora! - Le chillo.

Me bajo yo también. Mana y su acompañante se han separado del susto. Ja, yo no la hubiera soltado jamás. Manna abre más sus preciosos ojos al verme. Le agarro del antebrazo sin decir nada, ella se resiste un poco, pero paso mi pie bajo los suyos para que caiga dentro del coche. Cierro con fuerza cuando yo entro y bloqueo las puertas. Salgo quemando rueda y me incorporo a la primera calle que veo sin decir absolutamente nada.

- ¿Qué coño te pasa? ¡Esto es un secuestro!

- Exacto. - Le digo. - Eso es exactamente lo que es. - Acelero.

La chica nuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora