42. Vendida

594 62 4
                                    

- Ninguna de las dos somos ciegas. Te estas conteniendo, se ve a leguas de distancia. Con tus actos le dices que se aleje, pero tus ojos cuentan otra historia. - Se acerca a mí. - La anhelas. Y no hablo de cómo se dilatan tus pupilas cuando la miras, ni como la escaneas para no perderte ningún detalle. Hablo de los recuerdos que empañan tu mirada.

Hija de puta. Sabe que decir. Lo sabe muy bien. No se cuento tiempo lo habrá pensado, pero es inteligente, sabe observar.

- Si me estás diciendo esto es porque primero se lo has dicho a ella, y no te ha servido de nada. ¿Me equivoco? - Es mi única baza.

Pero ella me suelta y se pone recta. Es un poco más bajita que yo, apenas unos centímetros. Sonríe con total naturalidad, como si la sonrisa le saliera de dentro y contesta.

- Ya no es la Sharon que era. Ahora es alguien mucho mejor, y por eso, está fuera de tu alcance.

- ¿Entonces porque pareces tan irritada? - La sonrisa se le borra un poco cuando lo digo. No puedo evitar sentirme contenta por haberla fastidiado.

- Estoy irritada porque cuanto más cerca estas de ella, más manchas su nombre.

- ¿De qué hablas?

- ¿Tengo que recordarte los rumores que hay en la escuela sobre ti? Cortesía de tu buen novio. Si yo me he enterado de ellos en apenas un día, toda la escuela estará al corriente. Y los rumores corren como la pólvora si aparece el nombre de Sharon.

¿Cómo lo sabe? ¿Quién se lo ha dicho? ¿Ha sido Sharon? Ya nadie habla de eso en la escuela, ha tenido que decírselo ella. ¿Es que acaso hablan de mi cuando están solas?

- Te lo estoy advirtiendo, aléjate de ella. - Dice antes de alejarse de mí y bajar las escaleras.

Siento ira, pero también temor. ¿Ha estado hurgando en mi vida? No puedo dejar que estas emociones me dominen. Cierro los ojos y vacío mi mente, me concentro en el ritmo de mi respiración unos segundos. Cuando calculo que ya debe haber desaparecido escaleras abajo, abro los ojos y me voy. Si ella ha bajado las escaleras es porque Sharon también debe haberlo hecho. Lo que significa que la biblioteca de este edificio esta vacía. Arrastro los pies hasta allí y me siento en la primera mesa polvorienta que veo. Limpio un poco con la manga, pero se me queda negra. Genial, espero que no sea difícil de quitar.








La alarma de mi móvil suena, faltan dos minutos para que acabe el descanso. Debería recoger y volver a clase. No quiero verla, ni a ella, ni a su lapa. Pero tengo que hacerlo. La clave está en no pensar en ello. Debería enfocar mi mente hacia Males, o hacia Jayden... Joder me he portado fatal con el este tiempo. Es que me irrita que siempre saque el tema de Sharon. Suspiro. Pensare sobre ello más tarde.

Me quedo frente a la puerta de clase, escucho ruido así que aún no han empezado a dar las clases. Vale, en cuento abra, busco a Males con la mirada y camino hacia él. Bien. Agarro el pomo con determinación y abro la puerta. Una chica bajita y rubia se sobresalta al otro lado.

- Tenías que ser tú. - Dice con acento. Genial. Menos mal que lo había planeado.

La ignoro y busco a Males. Parece que no ha llegado aún. No he visto a Sharon así que me siento en mi sitio y me pongo los auriculares. Más que estudiar, finjo que lo hago. No dejo de mirar alrededor, por si Sharon, la lapa, o Malec aparecen. De momento la única que pulula por la clase es la lapa. Cuando se abre la puerta giro drásticamente la cabeza, casi estoy desesperada por que Malec aparezca. Pero es el profesor. Deja los libros en su mesa y empieza a dar la clase directamente, sin esperar a que la gente se siente. Abro el cuaderno y me preparo para el aluvión de fórmulas matemáticas que sé que van a venir.

Pero antes de que empiece, saco el móvil y le envió un breve mensaje a Malec.

"La clase ya ha empezado. ¿Dónde estás?"

Lo dejo en vibración para enterarme cuando conteste. Miro la pizarra, y de la nada ya está medio llena. En serio, ¿qué pasa con estos profesores? Paso la vista por la clase antes de empezar a escribir y me siento más relajada cuando veo que todo el mundo tiene la misma cara de pánico que yo. Incluida la lapa, pero ella no mira la pizarra sino el móvil. Entonces caigo en la cuenta: Estas separadas. Nunca las había visto separadas, es más por eso le puse el mote de "la lapa".

- Oh, mierda. - Digo cuando me doy cuenta. Ya sé dónde puede estar Malec así que vuelvo a coger el móvil y mensajeo rápidamente.

"No le digas nada, da igual lo que te pregunte."

"Por favor." Añado rápidamente.

Pulso enviar justo cuando la puerta se abre. Malec le sonríe al profesor, pero es una sonrisa un poco temblorosa. Quizás es porque tiene a Sharon justo detrás. Ella me mira directamente, y cuando ve que la estoy mirando también me sonríe como si me hubiera ganado.

Mierda, Malec. ¿Qué le has dicho? Siéntate, vamos. Ambos piden perdón por llegar tarde y se sientan. Malec ignora mi mirada y lo primero que hace es abrir el móvil.

- Joder, ¿has entrado en pánico eh?

- ¿Que le has dicho? ¿Qué te ha preguntado? - Le digo lo más bajito que puedo.

- Me ha acorralado, no he podido evitarlo.

- Que le has dicho. - Le digo con los dientes apretados y separando bien las palabras.

- Bueno, no mucho. Pero sabe cosas, y te juro que no se lo he dicho yo.

- ¿Qué cosas?

- Bueno, que te has peleado con tu hermano, quería saber porque y si la pelea era grave. Me ha preguntado sobre la psicóloga, pero eso es normal porque te seguía a todas partes.

- ¿Qué más? - Le digo ansiosa.

- A ver que más... - Apoya la frente en la mano. - También me ha preguntado mi opinión sobre vuestra situación, si creo que se va a poder resolver.

- ¿Y qué le has dicho?

- Que yo no soy dios, y que no puedo saber algo así.

Se me escapa una sonrisa.

- ¿En serio le has respondido eso?

El asiente y me da un codazo. Vaya, eso no me lo esperaba. Menuda respuesta. Sonrió un poco, pero no me dura mucho. Sharon ha entrado con una sonrisa en la cara, una sonrisa victoriosa. Lo que me ha dicho Malec es más bien trivial. ¿Quizás lo ha hecho para molestarme? Podría ser.

- Mana, a la pizarra. - Escucho a lo lejos.

- Mierda. - Dijo escapar entre los labios antes de levantarme.








Cuando por fin acaban las clases, Malec ha desaparecido por completo. No sé a dónde ha ido, hasta que me envía un mensaje.

"Fuck. ¡Se me ha caído una estantería en la biblioteca vieja! ¡Ayúdame a arreglar esto!"

¿En serio? ¿Pero que hacías ahí? Esto es material para poder meterme con el después, así que voy rápidamente.

- ¿Que estabas haciendo aquí de todas maneras? Ya nadie viene aquí... - Me callo. Todas las estanterías están de pie. Escucho la puerta cerrarse, la única maldita puerta de la biblioteca vieja.

- Por eso sonreías antes. - Digo. Maldito Malec, me ha vendido.

La chica nuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora