46. Déjame demostrártelo

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- Pero ya lo he entendido. No volveré a cruzarme en tu camino. Lo siento, solo dame unos segundos.

Sigo petrificada. No acabo de procesar nada de lo que ha dicho. Cuando se incorpora un poco y me suelta la cara, es como si escuchara por primera vez su última frase. ¿No volveré a verla? ¿Jamás? No quiero eso, al menos ya no.

Vuelve a sorberse la nariz. Oh, no. Se va a levantar. Me dedica una sonrisa triste y dejo de ser yo misma. Algo que estaba enterrado dentro de mi vuelve a renacer. Con cuidado, pero rápidamente, le agarro la cara como ella lo ha hecho hace tan solo un segundo. Noto el calor de su mejilla enrojecida en la palma. Y sin dudar, sabiendo lo que tengo que hacer, la beso y esta vez soy yo la que mete la lengua en su boca sin avisar. Casi suelto un gemido cuando encuentro su lengua. Un escalofrió me recorre toda la columna.

Oh, dios mío...

Sharon se estremece encima mío, puedo notar como tiembla. De nuevo nuestras lenguas chocan y Sharon deja escapar un pequeño gemido. Se separa un poco para poder respirar y yo le muerdo el labio inferior. No quiero que se aleje, me da igual quedarme sin aliento. ¿Cómo he podido estar tanto tiempo sin probar su boca?

Su mano viaja hasta mi cadera y después a mi cintura. Me aprieta. Estoy tan perdida en el momento que solo puedo pensar en lo bien que se siente. Rezo porque me apriete aún más. No quiero que esto acabe, por eso le rodeo el cuello con mis brazos. Sharon me gruñe y me ataca la boca de nuevo. Me clava las uñas en la cintura.

- Sharon... - Suplico por ella. Ella se estremece.

- Ah no. - Dice de pronto. Separa mis brazos de detrás de su cuello y se aleja de mí.

- ¿No qué? - Mi cabeza no sirve para mucho ahora mismo, pero me aterra no saber a qué se refiere.

- No voy a volver a besarte hasta que no jures que me escucharas antes.

Su frase me sienta como un cubo de agua fría. Recuerdo todo lo que ha ocurrido hasta ahora y porque nos separamos. Resoplo.

- No quiero saberlo.

- Pues vas a saberlo.

- No puedes obligarme.

- Mírame.

- Quítate de encima.

- ¿Porque coño no quieres escucharlo? - Me grita.

- Quítate. - Me remuevo aún más. Pero Sharon se tira sobre mí y coloca ambas manos sobre mi boca.

- Me fui para cambiar mi pasado o al menos solucionarlo. Estaba harta de que mis antiguos errores te salpicaran. Lo conseguí, ahora soy una persona un poco mejor, tengo dinero y puedo protegerte.

Le muerdo la mano. Ella hace gesto de dolor y retira la mano.

- Te estas equivocando de rubia, a la que tendrías que estar diciéndole esto es a la que corre a tu lado todo el rato.

- ¿Adrienna? - Escuchar su nombre de su boca, escuchar como lo pronuncia perfectamente me molesta. Me molesta mucho.

- Supongo. - Digo y me trago la rabia. La echo a un lado y me intento levantar. Me pega los hombros al suelo de nuevo.

- Es mi guardaespaldas.

- Pues que tengas una feliz relación con ella.

Sharon niega con la cabeza y pone cara de enfado.

- ¡Te estoy diciendo que no tengo nada con ella!

- Ja. Me encantaría creerte.

De pronto ella se relaja. Se sienta sobre sus piernas y las mías.

- Puedo demostrarlo. - Se mete las manos en los bolsillos y me tira un manojo de llaves y su móvil. - Revisa mis mensajes, pon patas arriba mi casa. Busca evidencias de que he estado con cualquier otra persona. Y si aun así no me crees, tengo testimonios. Ven conmigo y te lo demostrare.

Unas sirenas me separan de los ojos de Sharon y de su hechizo.

- Esto es una vía publica. - Escucho a lo lejos. Sharon agacha la mirada y cierra los ojos. Respira hondo.

- Lo siento. - Digo sorprendiendo a Sharon y a mí misma. - Nos hemos dejado llevar. - Dejo escapar la sonrisa más falsa que tengo. - Ya nos íbamos.

Empiezo a caminar hacia el coche de Sharon. No pasan muchos segundos hasta que escucho sus pisadas detrás de mí. Gracias a dios los policías deciden dejarlo ahí y nos dejan marchar. Sharon no dice nada y conduce.

- Desbloquea el móvil. - Le digo tendiéndoselo.

- Puedes hacerlo tú. - Me quedo mirándola. - Tu huella está metida, puedes desbloquearlo con tu dedo.

Pongo el dedo en el lector y se abre. Oh. No le digo nada, pero estoy sorprendida. Aunque seguro que lo sabe ya que tiene una estúpida sonrisa en la cara.

Acelera y después de cambiar de marcha se incorpora a la carretera. Su móvil tiene pinta de caro, la verdad. Es de color negro metalizado, la pantalla es táctil como todos los teléfonos de hoy en día. Pero va muy rápido, cotilleo un poco la cámara también. Guau, tiene mucha calidad. Definitivamente tiene que ser caro. Salgo de la cámara y entro en la aplicación de mensajería. Hay un montón de conversaciones con mujeres, eso para empezar, me molesta. Pero primero de todo abro la conversación de Adrienna. Después de diez minutos, me doy cuenta de que Adrienna realmente trabaja para Sharon. Todos son mensajes hablando de lugares y los horarios de Sharon, aunque Adrienna envía corazones Sharon no le responde. Tampoco significa nada para mí...

Decido revisar el resto de conversaciones, pero ninguna tiene o parece haber tenido alguna relación sentimental. Salgo de la aplicación y por curiosidad entro en la de música. ¿Que escuchara? Nada más abrirla, el teléfono se sincroniza con el coche.

"I kissed a girl and i like it" Canta Katy Perry por los altavoces del coche. Rápidamente Sharon baja el volumen y la deja al mínimo. Paro la canción y finjo que no ha ocurrido nada. No me esperaba que tuviera esa canción en concreto.

Sharon sale de la autopista y cuando me doy cuenta nos hemos alejado de la civilización. Paramos delante de unas verjas enormes. Sharon pone su dedo en lo que parece un escáner y las verjas se abren. No emiten ningún sonido, ni al aceptar la huella, ni al abrirse. Después hay un camino asfaltado que parece no acabar nunca, a ambos lados hay una especie de bosque. ¿Dónde demonios estamos?

Al final del camino, hay una casa enorme y preciosa. Hecha de piedra e incluso tiene una pequeña torre a un lado. La piedra es blanca y el techo es de color negro. Las ventanas también están revestidas con metales negros. Cuento cuatro pisos.

A la derecha hay una pequeña rampa que desciende. Sharon vuelve a poner el dedo en un escáner y la puerta se abre. Hay varios coches aparcados a ambos lados. Sharon pasa de largo y continua por el pasillo que se estrecha gira a la derecha. Veo varios ascensores, pero me resisto a preguntar. Intento mantener la cara de póquer. Al final nos detenemos es una zona donde solo hay una única plaza. Sharon aparca fácilmente y sale del coche. Yo la imito. Pone el dedo en otro escáner... ¿Qué pasa aquí con los escáneres? Parece una película de espías.... El ascensor se abre y entramos. Me fijo en que no tiene botones, pero el ascensor sube igualmente. Cuando las puertas se abren abro la boca del asombro. Es un piso abierto, casi sin paredes. La cocina es enorme y de mármol, igual que la isla que hay después. A la derecha hay una mesa increíblemente grande y elegante. Al fondo hay un sofá junto a la tele y una chimenea. Me acerco más y veo que la cama esta ahí, junto a un enorme ventanal.

- ¿Te gusta mi casa?

Antes de que pueda decir nada mu estomago suena. Avergonzada fijo la mirada en el suelo. Sharon se acerca a un interfono que hay junto a la puerta y lo pulsa, el piloto se pone verde.

- Sube una cena para dos. - Dice.

- ¿Alguna preferencia, señorita? - Contesta una voz con acento francés.

- Italiano. Sube una botella de vino también.

La chica nuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora