24. La mascara

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- ¿Sabes que me gustaría? -Ella también habla un poco más bajito.

- ¿El qué? - Se me escapa una sonrisa nada más decirlo.

-Darte un beso ahora.

Noto como se me suben los colores y como mi corazón empieza a acelerarse por la adrenalina. Ojalá estuviera aquí.

-A mí también. - Le digo de corazón.

- ¿Podrías colgar el teléfono y abrirme la ventana? - Me dice alto y claro. Tardo un segundo entero en comprender y procesar. Mi mente está en blanco. Me levanto y camino hasta la ventana. Dejo el teléfono en la cama y con las dos manos subo la ventana.

-No pensarías que iba a cancelar nuestra cita, ¿verdad? - Me dice asomando la cabeza y sonriendo. Me tapo la boca con la mano, sin creerme que ella este aquí. Ella acaba de entrar por la ventana y cuelga el móvil. Se lo mete en el bolsillo y me mira con una sonrisa de pecado. Sus ojos brillan de excitación, como si hubiera vivido algo intenso. Me mira con esa intensidad, y es tanta que tengo que apartar la mirada. Me fijo en el paquete que lleva en las manos.

Ella sigue mi mirada y levanta el pequeño paquete. Es una bolsa envuelta en algo que parece una botella. Me sonríe con otro brillo en los ojos. De alguna manera Sharon parece diferente. Ella levanta las cejas y saca una botella de vino. ¿Vino? Miro el vino y la miro a ella.

-No me digas que no has bebido nunca. - Me dice aun con el brillo en los ojos y la sonrisa dibujada. Su voz es más seca y dura, nada que ver con la voz que me suele dedicar ella.

-Sí que he bebido, pero... ¿Que celebramos? - Digo mirándola a los ojos. No me gusta admitirlo, pero es como si hubiera hecho algo y quisiera celebrarlo conmigo. Algo malo. No me gusta el brillo de sus ojos, hacía unos días que no lo veía. Esa excitación es similar a la que vi cuando mato a aquel hombre frente a la escuela, similar a su expresión cuando la vi en el juzgado.

-Solo es una botella de vino, no celebramos nada. - Dice mirando bien el corcho de la botella. - Una cena romántica es perfecta para una cita. ¿No crees?

Avanza felizmente por mi habitación mirando por aquí y allá y sosteniendo la botella. Hasta que se gira aun con su sonrisa. Es preciosa, pero... Temo lo que pueda ocultar detrás de ella. Se sonrisa se desvanece un poco. Mi cara debe de expresar mi temor. No la temo a ella, pero temo lo que haya podido hacer. Es un miedo que tengo desde que fui consciente de que la amaba: Que en realidad ella no pueda ser capaz de separarse de su antigua vida. Sé que como pareja debería cambiar yo también, pero lo que ella hace el ilegal. Ella se pone en peligro, arriesga su vida.

-Ey. ¿Qué ocurre? - Me dice. La miro a los ojos, pero aun no puedo descubrir nada. Se queda congelada, mirándome. De alguna manera, creo que ella lo sabe. Sabe que lo sé. Sabe que ha hecho mal. Cruzo los metros que nos separan y le acaricio las mejillas con ambas manos. Es más alta que yo así que tengo que mirar hacia arriba.

-Quítatela. - Le susurro casi con dolor. Me está desgarrando por dentro. Sé que quiere pero que no se atreve. Y yo necesito que lo haga, y ella también.

- ¿El qué? - Frunce el ceño. - No sé a qué te refieres.

-La máscara. - Trato de no llorar, he llorado bastante por hoy. Pero no lo consigo. Le agarro la cara con fuerza. - Necesito que te la quites. Quiero ayudarte, quiero conocerte y amarte, pero no puedo hacerlo si te proteges tanto. No me dejas llegar a ti. - Cojo aire. - Sé que estás herida, que te han hecho tanto daño que ya no confías en absolutamente nadie. Pero Sharon... ¿Cómo puedo hacer que confíes en mí? ¿Cómo puedo transmitirte esto que siento si no te quitas la máscara? Quiero comprenderte. Quiero amarte. Así que, por favor, quítatela. Aunque solo sean unos minutos. Por favor. Lo necesito.

La chica nuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora