- Mi niña. - Dice mama y rompe a llorar. Agacho la cabeza y veo como papa y Sharon hacen lo mismo. Todos nos quedamos en silencio y yo rezo porque Manna no entre en un coma eterno.
Pasado un tiempo papa le pone las manos en los hombros a mama, esta se gira y le abraza tratando de silenciar su llanto. Yo me acerco a Manna y le coloco bien un mechón de pelo detrás de la oreja. Esta bastante blanca, las ojeras se le marcan bajo los ojos y sus labios apenas tienen color. Aunque me duele, no voy a llorar.
- Estamos aquí Manna. Te estamos esperando. Tomate todo el tiempo que necesites, seguiremos aquí. - Le digo y le beso la frente.
Mama rompe a llorar de nuevo. Le aprieto un poco la mano a Manna y me giro para mirar a Sharon, pero no está en la habitación. Extrañado, vuelvo a mirar, pero no la veo así que salgo de la habitación. Está sentada junto a la puerta, de cuclillas y con las manos en la boca. No digo nada, solo me quedo de pie junto a ella.
- Lo que he dicho antes es verdad. - Digo, pero no responde. - No es tu culpa.
Sharon sigue en silencio, pero veo por el rabillo del ojo como tiembla.
- Lo siento de veras Jayden, pero... No puedo. - Dice levantándose.
- Esta bien. No te preocupes.
- ¿Me llamaras si hay alguna novedad?
- Claro. - Le digo. Ella asiente y camina por el pasillo arrastrando los pies. De pronto empieza a caminar más segura, como si se hubiera decidido.
- Sharon. - La llamo. Ella se gira.
- Prométeme que no harás ninguna tontería. Si no volvieras... No lo superara jamás.
Sharon mira la puerta de la habitación donde se puede escuchar a mama llorando. Después me mira a mí.
- No hare ninguna tontería, pero no puedo dejar las cosas así.
Asiento.
- Sé que lo harás, pero aun así... Cuídamela. Por favor. - Dice mirándome a los ojos. - Dicho esto se marcha a paso firme.
Vuelvo a la habitación y llevo una silla hasta la cama junto a Manna.
- Sharon volverá pronto. - Le susurro y le beso la mano.
Narra Sharon
No puedo quitármelo de la cabeza, es como si un mosquito estuviera dentro de mi cráneo, dando vueltas y vueltas. Sé que debería frenar este instinto, no me permitiré ser así cuando este con Manna. Pero aún me queda una cosa por hacer. No los puedo dejar irse, así como así. Lo sé, lo es todo. Esa estúpida en silla de ruedas... Ojalá se le hubiera caído otra pared encima. Si hubiera sabido lo que iba a hacer la hubiera matado yo misma.
Me levanto y tiro todo lo que hay en la encimera. Estrello contra el suelo y la pared todo lo que encuentro, vasos, platos... Todo.
Me encargo de los tipos que vinieron a por mí, nunca estuve segura quien los enviaba. Y si fue ella... Podría ser... ¿Siempre estuvo por encima de mí? ¿Previniendo mis pasos? Cuanto más lo pienso, más rabia me entra así que empiezo a pisar los pedazos rotos del suelo con tanta rabia que me hago daño en el pie. Agarro una de las puertas de los armarios y tiro de ella hasta que la arranco. La estrello contra la pared. Sin pensarlo, lo vacío y lo destrozo.
Narra Adrienna
Bajo un poco la cabeza cuando veo que un par de personas pasan junto a mí. Ninguno de ellos me mira, bien. Me apresuro por el pasillo. No demasiado rápido, pero tampoco camino normalmente. Mantengo las dos manos en el bolsillo, la izquierda en especial. Es un cilindro con un plástico y una huella dactilar claramente grabada en él. Lo recibí junto a una nota escrita con rapidez. Era de Sharon, me decía como escaparme, cuando habría menos gente en el pasillo y el número de su habitación. Aunque eso ya lo sé.
Escucho como la gente del pasillo gira la esquina y entonces me decido a correr. Tengo que llegar lo antes posible. Estoy muy cerca. Freno frente a su puerta, saco el plástico y lo pego a la placa. La puerta se abre y yo no tardo en cerrarla. Suelto aire y me giro para verla. ¿Estará sola? ¿Se habrá dado cuenta de que me necesita?
Pero mi mente jamás hubiera podido adivinar la escena que tenía delante. El sitio es un desastre, el suelo está lleno de cristales, porcelana, pedazos de madera, tela e incluso creo que hay algún pomo de alguna puerta. Todo está hecho añicos. Lis cristales son muy pequeños, no grandes como suelen ser habitualmente. Las sillas junto a la encimera han desaparecido, creo que los pedazos de madera han salido de ahí. Doy un paso para ver a Sharon sentada en el suelo, contra la encimera. Doy otro paso hacia ella un poco cautelosa. Tiene las manos en la cara. ¿Estará bien? No me digas que esta...
- No te acerques. - Dice en tono neutral. Me sobresalto y me quedo donde estoy.
Ella se sorbe la nariz y baja las manos por su cara sin mucho ánimo.
- La voy a matar. - Dice mirado a la nada.
- ¿A quién?
Se queda callada unos segundos con la boca semiabierta.
- A la puta en silla de ruedas. - Dice girando la cabeza y mirándome fijamente a los ojos. Parece desquiciada. No entiendo nada, parece que algo grave a pasado, pero no tengo ni idea de que podría ser. Camino hasta ella y me agacho con cuidado de no cortarme.
- Cuéntame que ha pasado.
- Me han hecho daño, me han herido en lo más profundo, me han dado un golpe bajo, me han cabreado tantísimo... Es todo lo que necesitas saber. ¿Estás conmigo o no? - Dice sin mirarme. Vuelve a poner la vista sobre la cama, parece la única parte de la casa que está intacta.
- Sharon puedes contármelo. - Le insisto. Jamás la había visto así, casi me está dando miedo.
- Está en coma. - Dice con la voz rota.
- ¿Quien? - Le pregunto, pero creo que ya se a quien se refiere. Sharon gira la cabeza y deja que una lagrima se caiga de su ojo.
- ¿Me ayudas a matarla o no? - Me pregunta. Yo me quedo en silencio. Esa chica no me gusta, pero yo sé muy bien porque no me gusta. Quiero a Sharon para mí y decir que ella no es de fiar es mi manera de alejarla. Pero está claro que he perdido la batalla. Esa chica... Cristina o Manna o como se llame... Ha conquistado su corazón. Apoyo la nuca contra la encimera. Bueno, ha ganado limpiamente. Me duele, pero verla así me duele aún más. Así que me levanto y quito los cristales de la encimera. Sharon se levanta y me mira sin entender.
- Necesitaremos un plan. - Le digo. Ella asiente y me parece ver una ligera sonrisa en su cara.
- Vamos, aquí no es seguro. - Dice y coge un bote de aceite del suelo.
Sin decir nada subimos al coche. Sharon conduce hasta una tienda de coches y aparca a unas manzanas de allí.
- Necesitamos un coche nuevo. - Dice y levanta el capo.
- ¿Y qué le pasa a este? - Digo, pero ella hecha el aceite encima del motor y después, saca su mechero del bolsillo y lo enciende.
- Sharon... ¿Qué vas a hacer con eso? - Digo alejándome. Tira el mechero. El motor del coche explota haciendo un ruido ensordecedor. Las llamas empiezan a devorar el coche, pero Sharon camina hacia la tienda de coches como si nada.
- No era seguro. - Dice como si fuera obvio.
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La chica nueva
Ficção AdolescenteNunca un boli bic habia sido tan peligroso. Al menos no hasta que la chica nueva mato a un hombre clavandoselo en el ojo. Manna sabia que la nueva era rara, pero aun asi no cabia en si de gozo, era el dia en el que por fin iba a cambiarse ese nombre...