- Sé que Sharon tenia a alguien especial, a quien quería llevar a una partida de póker. - Se acerca más a la mesa y me susurra al oído. - Y sé que arriesgo todo el dinero para salvarte.
Giro la cabeza poco a poco para mirarla a los ojos.
- ¿C-Como sabes eso? - Le pregunto.
- ¿Aun no lo has descubierto? Soy la jefa de Sharon. Y estas tan jodida porque tengo a Sharon en la palma de mi mano. Tengo su dinero, su casa me pertenece y absolutamente todas las personas que viven a su alrededor, incluyendo sus guardaespaldas, trabajan para mí. ¿Ya te doy suficiente miedo, o tengo que romperte otro dedo?
Intento contener las lágrimas que siguen cayendo por mi cara. Antes de que se le ocurra romperme otro dedo, me apresuro a contestarle.
- ¿Q-que quieres saber?
- Así me gusta. Bien, ¿cuál es tu relación con Sharon?
- Somos pareja. Ella me quiere, o eso creo.
- Explícate.
- Desapareció durante un tiempo, aunque después volvió conmigo.
- ¿Significa que hay más personas importantes en su vida? - Me pregunta.
- Quizás, pero eso no lo sé. - Le digo. Ella me agarra del pelo, me tira un poco pero después me suelta.
- Te creo. ¿Adrienna es importante para ella? - Dice, pero su tono de voz es diferente al de antes.
- Es su guardaespaldas, bueno lo era.
- Si, eso ya lo sé. Pero está muerta y quiero saber si es algo que le habrá dolido.
Abro los ojos como platos. ¿Muerta? ¿Cómo que muerta? ¿La ha matado ella? Por la manera en la que lo ha dicho, al menos ha tenido algo que ver.
- Vaya, tu cara es increíble. ¿Significa eso que le ha hecho daño?
- Si. - Le digo. No sé si le habrá hecho daño, pero sé que no se lo esperaba, igual que yo.
- Bien. Llévatela. - Le dice al hombre que sigue agarrándome del cuello. El me levanta de un tirón. Agarra mi brazo y me lo retuerce para mantenerme bien recta. - Tengo una última pregunta para ti, pero te la hare dentro de unos días. - Me dice la mujer pelirroja.
- ¿A dónde me llevas? - Le pregunto, pero no me responde. El hombre me aprieta aún más el brazo y me lleva por pasillos interminables, cuando empezamos a bajar por las escaleras empiezo a asustarme.
- Necesito un médico para mi mano. - Le digo. El abre una puerta de metal y me arrastra hasta una especie de celda. - ¿Qué haces? Suéltame. - Empiezo a chillar. Me tira dentro de la celda y por instinto pongo las manos para evitar la caída. Cuando mi dedo roza el suelo chillo aún más del dolor. El hombre cierra la puerta y me deja ahí.
Mucho tiempo después, quizás horas después, un hombre diferente se acerca a mi celda y deja algo en el suelo.
- Súbete. - Me dice. Yo no me muevo. - Sube o llamo para que te obligan.
Me levanto, me enjuago las lágrimas y me subo al aparato. Es una báscula. El hombre asiente y me empuja para que me baje. Agarra la báscula y se va. Yo agarro los barrotes con la mano sana y pego la cabeza a ellos.
Tres semanas después
Un sonido metálico me despierta bruscamente.
- Buenos días. - Me dice una voz angelical. - Sé que te preguntaras porque te hago esto, y vengo a contártelo.
- Agua, por favor. - Le suplico.
- Veras, yo vivía en una casa humilde junto a mi familia. Éramos felices, aunque no teníamos mucho. Cada semana, el lunes, yo iba al almacén y miraba lo que faltaba o había que comprar para la semana. Como cualquier otro lunes, yo fui al almacén y empecé a mirar las cosas que faltaban. Mis padres estaban acostando a mi hermano pequeño, en la habitación de al lado. - Se queda en silencio. - Pero ese lunes no fue como los demás. Porque de repente algo exploto. Toda la pared se me cayó encima. Cuando me desperté, me dijeron que jamás volvería a mover las piernas. Mi familia había muerto. Pero lo mejor de todo, es que mi familia y mis piernas no fueron más que un daño colateral de Sharon. Detono una bomba en el piso de arriba, y todo nuestro techo nos cayó encima. Jure, que me vengaría de ella. Y tú, eres mi venganza.
- Yo no puedo hacer nada para ayudarte. - Le digo con la garganta seca. Tengo ganas de vomitar del hambre que tengo, he perdido peso y casi estoy en los huesos, no me dan nada de comer ni de beber y eso me está matando.
- Sí que puedes. Puedes responder a mi última pregunta: ¿Le dolería que te pasara algo? - Me dice y saca una pistola. Intento alejarme, pero me dispara y me acierta en el estómago.
Alguien abre la puerta de la celda y me levanta. Mi cabeza da vueltas y vueltas, noto como cada vez tengo más frio y mi corazón empieza a entrar en taquicardia. Tras varios movimientos bruscos, me dejan en una zona fría y húmeda.
- He llamado a Sharon, no creo que tarde en llegar. Pero en tu mala condición y con la mala salud que tienes por no comer ni beber, te morirás en sus brazos.
Noto como se aleja. Y cuando lo hace, empiezo a escuchar ecos por todas partes. Hasta que al final mi visión se vuelve borrosa y dejo de escuchar absolutamente todo.
- ¡Manna! ¡Dios mío, MANNA!
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La chica nueva
أدب المراهقينNunca un boli bic habia sido tan peligroso. Al menos no hasta que la chica nueva mato a un hombre clavandoselo en el ojo. Manna sabia que la nueva era rara, pero aun asi no cabia en si de gozo, era el dia en el que por fin iba a cambiarse ese nombre...