-¿Quién eres? ¿Quién eres? … Empecé a preguntar de manera insistente, él me miraba de manera preocupa sin saber qué hacer.
-Tan solo cámbiame tu abrigo por favor, te lo pido. (Poniéndose las manos en la cabeza, y dando vueltas por el baño)
-Si quieres mi abrigo ¿Dime quién eres y porque estás aquí, que es lo que realmente quieres?
En ese instante se quedó quieto, se puso frente a mí y mirándome a los ojos (Sentí que me iba a caer, su mirada era fría, pero tierna, preocupada pero sincera) Me dijo:
-Tú estás jugando conmigo ¿Verdad?
-No estoy jugando con nadie tu eres él que está jugando conmigo. ¿Dime quién eres?
-Está bien ¿quieres saber quién soy? Te lo diré pero tienes que prometerme que me darás tu abrigo ¿Trato?
-Ok…………………. Tanto misterio, ni que fueras tan importante (Susurre en ese momento)
-Mira mi nombres es….
Toc toc (En ese momento sonó la puerta)
-Hija, ¿estás aquí?
Apurándose me agarro nuevamente, con su mano me sujeto la boca, mientras yo estaba tratando de hablar, ya que sabía que era mi papá quien estaba en la puerta.
-Suéltame (Eso era lo que trataba de decir, pero no podía decirlo muy fuerte ya que el apretaba su mano contra mi boca fuertemente)
-¿Estas hija,… respóndeme? Replico mi papá
-Por favor te lo pido, no grites, solo no grites. Créeme no te voy hacer daño lo único que quiero es que me cambies tu abrigo; pero por favor no digas nada.
En ese momento mi mente está totalmente desorientada, ya que me sentía asustada de que esta persona pudiera hacerme daño, pero por algún motivo sentía que podía creer en sus palabras.
Él fue soltándome lentamente, mientras lo hacía me miro a los ojos y me dijo con una voz cálida:
-Confía en mí, por favor.
(Para mi ese momento fue casi eterno, sus palabras parecían sinceras, su vos y la forma en que me lo dijo me hizo sentir algo, increíble algo que no puedo expresar con palabras)
En ese momento me soltó, salí corriendo hacia la puerta, pero algo paso, mis piernas se detuvieron, mi corazón empezó a latir más rápido y me quede ahí en frente de la puerta y lo único que pude hacer fue abrir mi boca y decir:
-Estoy bien, ya salgo papa, es que tengo malestar por el viaje y el cambio de horario, espérame unos minutos y ya salgo.
El me miraba nervioso ya que no podía entender lo que estaba diciendo (Estaba hablando en español)
-No te demores, voy a estar esperándote en la salida 4.
-Ok, pa’ en unos momentos estoy allá.
Me volteé y mirándolo fijamente le dije:
-No sé porque te estoy ayudando.
Me empecé a quitar el abrigo que traía puesto; el solo me veía asombrado, no era capaz de decir una sola palabra, tan solo se quedó allí parado, con una pequeña sonrisa en su rostro.
-Si en verdad no me quieres decir cómo te llamas, por lo menos dime ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué quieres mi abrigo?
-Mmm, es muy difícil de explicártelo.