Narra Annie:
-Ya cambié de idea. -Susurró Hayden, cuando estábamos frente a su casa.
-Vamos, no caminamos con todo este frío por nada, saldrá todo bien. -Dije y asintió, suspirando.
Sin soltar aún mi mano, abrió la puerta e inmediatamente el aroma a cigarro impactó en mis fosas nasales.
-¿¡Dylan?! -Exclamó la voz de una mujer desde la plata alta.
-No mamá, soy yo. -Respondió Hayden, sin alzar la voz.
-¡Tráeme un café cuando subas! -Pidió su madre y el castaño rodó los ojos.
Soltamos nuestras manos y lo seguí hasta la cocina, donde estaban todos los platos apilados en un rincón y los utensilios desparramados por todo el lugar, sin olvidar que había un olor asqueroso que provenía del refrigerador.
-Lamento el desorden. -Dijo y negué haciendo lo posible por no incomodarlo.
Terminó de preparar el café y ambos subimos, caminamos por el pasillo donde las paredes se encontraban llenas de graffitis y finalmente llegamos a la puerta de la habitación de su madre.
-¿Le pusiste una cucharada de miel? -Preguntó la mujer en cuanto entramos al cuarto.
-Sí. -Contestó cortante, entregándole la taza. -Ella es Annie, estaremos en mi habitación un rato.
-Hola. -Salude con una sonrisa pero solo recibí un desprecio de su parte.
-Bien. -Respondió volviendo a dirigir su mirada a la televisión.
Hayden suspiró y me tomó por los hombros, caminando hacia el pasillo otra vez, hasta que antes de salir, el castaño se devolvió.
-¿Puedo quedarme unos días a dormir con los Orlando?
-Hayden, haz lo que se te plazca, mientras no me molestes.
-Gracias. -Murmuró y cerró la puerta.
(...)
Entramos a su habitación, que a decir verdad era bastante pequeña pero acogedora y a diferencia de toda la casa, estaba ordenada y olía al perfume que él usaba.
-De verdad, perdón todo... Por esto no quería invitarte. -Dijo Hayden, al sentarnos en su cama.
-No, está bien, yo insistí porque no pensé que...
-¿Sería todo una mierda? -Preguntó "completando" mi frase y negué, poniendo mi mano en su rodilla.
-¿Por qué todo está? ... ya sabes ¿Ha sido así toda la vida?
-No, mi madre siempre maltrato a mi papá tanto física como psicológicamente y cuando cumplí diez años, mi papá decidió separarse. -Explicó, mirando un punto fijo. -Se formó un juicio por nuestra custodia pero mamá la ganó con la condición de que debía buscar trabajo, mi padre se mudó a Texas y nos visita cuando puede y mi mamá... Buscó el trabajo más sencillo según ella.
Fruncí el ceño, al entender que él imaginaba que sabría a que se refería.
-Arrienda la casa para fiestas, pero fiestas no de ceremonias o algo parecido, son fiestas de adolescentes que destrozan todo al tocar una gota de alcohol y se drogan hasta quedar en el hospital. -Contó, dejándome atónita. -Lo peor esque mi mamá lo sabe, porque también está involucrada con ese tema de vender... Pero no quiero saber más, para no involucrarme.
-Por eso siempre te quedas con Lauren y Johnny. -Dije y el asintió suspirando. -¿Por qué no me lo habías contado?
-No es un tema del cual hablar con la chica que te gusta y que no te conoce tan profundamente. -Contestó y entrelazo nuestras manos. -Hasta ahora.
Sonreí.
Narra Rush:
Quité mis audífonos al entrar a casa y lo primero que encontré fue a mis padres cenando.
-¿Qué tal tu día, cariño? -Preguntó mi madre y asentí finjiendo una sonrisa.
-¿Nada que contarnos? -Consultó mi padre, comiendo un bocado de su plato.
-Hice amigos. -Respondí cortante.
-Me alegra oírlo, mi vida. -Dijo mi madre y luego se sonreí de lado, fui escaleras arriba.
Pero cuando estaba por dirigirme a mi cuarto, escuché un par de susurros, logrando que me quedará allí escondido, a escuchar.
-Amigos claro, él cree que somos unos estúpidos.
-Tom, relájate, seguramente si hablo con gente nueva.
-Sabes que no lo hizo, Marjory, se debió pasar todo el día con esos audífonos al rincón de la clase. -Dijo mi padre. -Con razón le hacen tanto bullying en cada escuela nueva a la que va, es un antisocial rarito.
-¿Rarito? Por dios Tom, ya hemos hablado con el terapeuta, él no esta bien y que tu pienses así, le haría aún peor.
-Un terapeuta no solucionará las cosas, ¿Pero sabes que si lo haría? Un internado militar.
-Vete a dormir de una vez, Tom. -Respondió mi madre y finalmente entré a mi habitación.
Dejé mis cosas y procurando de que ninguno de ellos haya subido aún, fuí hasta su habitación.
Ellos no lo entienden, nadie lo hace, excepto Annie y ahora también la estoy perdiendo.
Recordé las insistencias de Asia y recordé todos mis momentos con Annie una vez más, hasta sacar la caja de bajo de la cama.
Mi padre decía que era para protegernos, vivíamos en Estados Unidos después de todo...
Saqué el arma de su interior y dejé todo en su lugar, volví a mi habitación y cerré la puerta, aún con el arma en mis manos me senté en mi cama y me dediqué a observar a Annie, por la ventana.
Tomé mi celular y entré al chat de Asia, enviando un mensaje, para luego volver a ver a Annie.
Es tan hermosa... Y no me arriesgaré a perderla.