the way you make me feel; Michael Jackson.

Sesenta y uno.

1991, Santa Bárbara.

Terminamos nuestra ducha, me peine el cabello hasta dejarlo sin nudos, apliqué crema con olor a coco, dejé mi cabello suelto, me senté en la cama, me puse mis lentes y encendí la lámpara que tenía en una mesita a mi lado, tomé un libro y seguí con la lectura, pero no me.lograba concentrar ya que Michael tenía el volumen de la televisión un poco alto.

—Cariño ¿podrías bajarle un poco por favor? –le pedí amablemente–

Él iba a protestar pero le bajó el volumen.

—Gracias.

Seguí leyendo, y otra vez no lograba concentrarme por los sonidos raros que hacía Michael con su boca, agh.

—Sigues con esos sonidos o dormiras con los perros. –le dije conteniendo las ganas de reír–

—Ni siquiera tenemos perro. –respondió confundido–

—Consideraré en comprar uno. –seguí leyendo–

—Deja ese libro y mejor dame besitos. –me quitó el libro y apoyó su cabeza en mi regazo–

—Michael, devuelve el libro. –estiré mis brazos para tomarlo–

—Nop, hasta que me des muchos besitos.
–estiró sus labios–

Rodé los ojos y le di un pequeño corto beso en sus labios.

—Eso no fue un beso. –dijo riendo–

—Al menos te di un beso, ahora dame el libro por favor.

—Nel.

Rendida tomé su cara y le di un beso largo y apasionado, me separé de él cuando sentí que me mordió el labio inferior fuertemente.

—!Auch! Eso dolió. –puse mi mano en mi boca–

Cuando la quité vi un poco de sangre en la palma de mi mano.

—Michael! –vi horrorizada la sangre–

—Lo siento, lo siento. –se sentó y tocó con cuidado mi labio–

—¿Eres caníbal o algo así? –dije riendo–

—Lo soy, y muero por comerte. –me mordió el hombro– ya sabes a lo que me refiero.

—Arde mucho.

—Descuida... –se dirigió al baño–

Salió y trajo agua oxigenada y algodón.

—Esto arderá un poco, quedate quieta.

Pasó el algodón con el líquido en mis labios, di un pequeño brinco al sentir arder un poco.

—Listo, con esto no se notará mañana... Creo. –dijo inseguro–

—Pff, claro... Mejor ven a dormir, tengo mucho sueño. –lo abracé por detrás–

—Vale.

Nos acostamos, apagamos la lámpara y el televisor, lo abracé por la cintura y puse mi cabeza en su pecho y monté mi pierna encima de él.

—Tu cabello huele a coco... Me encanta.
–dijo oliendo mi cabello–

—Jajaja, gracias, descansa bebé, te amo mucho. –le di un beso en la mejilla–