Sesenta y nueve.

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1992, Bremen.

Michael se dio una ducha, mientras yo arreglaba un poco su habitación, cuando terminé me senté en la cama junto a Prince mientras él jugaba con su peluche favorito.
Salió del baño ya cambiado, dejó la toalla colgada y sacudió su cabello.

—Dios, Michael! Secate el cabello con la toalla no sacudiendolo. –le dije riendo–

Lo siento. –rodó los ojos–

—Mejor vamos por algo de comer, tengo mucha hambre.

—Está bien, vamos.

—Espera, me cambiaré la ropa. –abrí la maleta–

Saque la ropa y me fui al baño, me quité toda la ropa y me di una ducha rápida, y me cambié, me maquille naturalmente.

Saque la ropa y me fui al baño, me quité toda la ropa y me di una ducha rápida, y me cambié, me maquille naturalmente

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Salí del baño ya arreglada, me puse mi reloj y me rocíe de colonia.

—Ahora sí, podemos irnos. –le puse el abrigo a Prince–

Yo me puse un abrigo y Michael también, él cargó a Prince con su brazo izquierdo, salimos de la habitación y bajamos al último piso. Y como nunca deben faltar sus lentes oscuros, se los puso, yo lo tomé por el brazo.
Empezamos a caminar igual que una familia normal, Michael se quedaba admirando los arboles moviéndose de un lado a otro por el viento, y hasta que llegamos a un restaurante. Y no faltaban las personas que gritaban Oh por dios! Es Michael Jackson!

—Yo buscaré una mesa en donde sentarnos, tu puedes ir a tomar nuestra orden. –cargué a Prince–

Él asintió y fue a tomar el pedido, me fui a sentar en una mesa que estaba casi en las últimas, senté a Prince en una silla que son para niños y acomodé su gorrito. Minutos después vino Michael con un papel en su mano y se sentó enfrente de mi.

—Sigo sin creer que estás cumpliendo 34.

—Ni yo lo creo, cada día voy más viejo. –dijo riendo–

—No lo estás, tienes un hermoso rostro de bebé. –acaricié su mejilla– Yo también cada día voy más vieja.

—Pareces una chica puberta de 19 años, ni se nota que tienes 25 años, y eso me gusta.
–me guiñó un ojo– Eres una madre y esposa muy hermosa.

—Basta que me sonrojas. –sonreí y poco a poco me ruboricé–

Y una chica nos vino a dejar el desayuno, uy, son pancakes con miel y café, empezamos a desayunar. Todo era paz hasta que miré en la salida que habían muchas personas y periodistas, lo que faltaba.

—Michael, creo que tenemos un pequeño problema. –le dije viendo hacía la entrada–

Él volteó a ver y quedó con cara de "ya valimos"

—Caray, tendremos que pedir ayuda.

Michael le pidió un teléfono a los empleados y marcó a Frank, después de 1 minuto colgó y se acercó a mi.

—Vendrán en unos minutos.... ¿Puedo ir a saludarlos? Porfaaaa. –me hizo cara de perrito–

—Vale, solo no salgas y ten cuidado.

Él asintió y fue hacía la salida, se asomó por la puerta y saludó a los fans, siempre con su seña de amor y paz. Minutos después llegaron los guardias de Michael, apartaron con cuidado a las personas y entraron 5 hombres.

—Ya podemos irnos, señor Jackson. –le dijo amablemente–

Yo me acerqué a Michael, con una manta que traía tapé a Prince, lo cargué y lo sujeté con fuerza. Él me tomó por la cintura y se puso detrás de mi, salimos y las fans empezaron a gritar cosas como feliz cumpleaños te amamos. Los guardaespaldas nos rodearon y empezamos a caminar, Michael y yo entrelazamos nuestras manos.

—El día se ve muy triste. –dijo viendo el cielo–

—Lo sé... Pero a tu lado todo es mejor. –le di un beso en su mejilla–

the way you make me feel; Michael Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora