the way you make me feel; Michael Jackson.

Noventa y tres.

1994, Santa Bárbara.

Era la hora del almuerzo, le serví a Michael y empezó a comer. Pero sonó el teléfono, me dirigí a la sala y contesté.

—¿Diga?

—¿Podrías venir a casa? Te necesito. –me dijo John llorando–

—¿Qué pasa? Voy para allá.

Colgué el teléfono y fui al comedor.

—¿Era John? –preguntó serio sin mirarme–

—Sí, era él... Iré a su casa, volveré en un rato, espero y entiendas que él me necesita Michael... Nos vemos. –le di un beso en la mejilla–

Me fui otra vez a la sala, me puse mi abrigo, tomé las llaves del auto y salí. Lo encendí y rápido manejé hasta la casa de John, me siento tan mal por él, lo que le está pasando en tan duro... Conocí a su mamá, era una mujer tan dulce y cálida, muy cariñosa conmigo, atenta, buena persona. Lo era todo para John, y es tan doloroso que se haya marchado.

Minutos después llegué a su casa, rápidamente bajé, abrí la puerta y entré.

—!John! –dije en voz alta–

Busqué en la parte de abajo pero no habían señales de él, subí a su habitación, estaba tirado en el suelo echo bolita llorando, sin pensarlo me acerqué a él y lo abracé fuerte.

—Shh, tranquilo John... Estoy aquí. –tomé su mano–

Escondió su rostro en mi pecho y lloró más, se aferró a mi y se acurrucó entre mis brazos, algunas lágrimas se escaparon y corrían por mi mejilla, me siento tan mal por él.

—Inhala y exhala, calma. –tomé su rostro entre mis manos–

Limpié sus lágrimas, se nota que estuvo llorando casi todo el día, tenía la nariz roja y sus ojos rojos.

—Así está mejor, calma John. –lo tranquilice– Ven, te haré un té.

Me paré del suelo y nos dirigimos a la cocina, se sentó en el comedor. Yo empecé a preparar un té de canela, su favorito, John me veía atento, sin quitarme la vista de encima.

—John... ¿Podrías de dejar de verme así, por favor? –le pedí amablemente–

—L-lo siento...  –dijo avergonzado–

Le serví el té y se lo di.

—¿Mejor? –le pregunté–

—Mejor, gracias. –tomó otro sorbo de té–

—John... –tomé su mano– Sé que han pasado muchas cosas entre nosotros, pero a pesar de eso te sigo queriendo ¿vale? Ya sabes, si necesitas apoyo o consejos, estaré aquí para ti. –le hablé cálidamente– Tu madre ahora está en un lugar mejor, descansa en paz... Jamás estarás solo, ella siempre estará contigo aunque no la veas, pero la sentirás a cualquier lado que vayas...

—No sé que decir... Eres muy buena conmigo después de lo mierda que fui contigo en el pasado, agradezco tener a una persona como tú apoyándome en las buenas y en las malas, aunque no quiero tener problemas con Michael... Te ves muy feliz con él y no quiero arruinar nada...

—No arruinarás nada... Michael entiende que estás pasando por un momento difícil y necesitas apoyo...

(...)

Estuvimos platicando un rato, y al parecer eso le fue bien, ya está más tranquilo y mejor, era hora de irme.

—Ya sabes, no dudes en llamarme por si necesitas algo, cuidate mucho y no intentes hacer nada. –le di un abrazo–

—Lo tendré en cuenta, muchas gracias ____.

Nos separamos del abrazo, él se me quedó viendo un rato, le sonreí y me di la vuelta, caminé hacía el auto y me fui en dirección a mi casa.

Llegué, me bajé y entré a casa, Michael estaba en el mueble leyendo un libro mientras que Prince y Paris veían la televisión. Me acerqué a a ellos y les di un beso, dejé mi abrigo colgado y me senté al lado de Michael, apoyé mi cabeza en su hombro.

—¿Estás molesto?

—No, no lo estoy. –dijo sin despegar su vista del libro–

—Sé que te quieres reír, no puede durar ni un minuto serio... Una sonrisa, por favor.

Y terminó riéndose, es muy difícil que Michael se mantenga serio.

—Yeiiih! –dije feliz– ¿Quién es mi pequeño gran algodón de azúcar? –le agarré los cachetes– !Tú! 

—!Yo!

—Claro que tú lo eres. –le di un pequeño beso–

—Hoy en la noche mi amigo Zack hará una fiesta, y quería que fueras conmigo ¿qué dices?

—Claro. –asentí–

—Tienes que estar lista a las 7.

(...)