Prólogo

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En alguna parte de Milán, Italia en una quinta alejada de la ciudad se encontraba una pequeña rubia sentada frente al televisor, miraba entretenida su programa favorito, My Little Pony. Amaba los caballos y todo lo que tuviera que ver con ellos pues en su hogar había muchos de ellos.

Para ese entonces apenas tenia cinco años. Vivía con su Madre en la preciosa casa que había sido construida especialmente para ellas. A pesar de ser tan pequeña sabía que su madre era su única familia y que por alguna razón debían vivir alejadas de los demás.

— ¿Irina? Irina ¿Donde estas?

Su madre, una mujer morena de cabello negro y ondulado entro al salón y ella corrió rápidamente a sus brazos.

"La adoraba..."

La mujer alzo a su pequeña hija en brazos dándole un sonoro beso en la mejilla haciéndola reír.

Su nombre era Chiara. Por la mente de la pequeña pululaban recuerdos de verle siempre con sus costosos vestidos y zapatos de tacón alto paseándose por la casa. Siempre estaba en la piscina o en la cocina, adoraba cocinar con ella todo tipo de dulces. A pesar de llevar una vida de millonarios Chiara era una mujer humilde y bondadosa, adoraba a su hija y siempre pasaba todo el tiempo que podía con ella.

"Mamá solo tenía ojos para mi..."

— Vamos cariño Nona te espera en tu habitación, iremos al parque.

Le informo con una sonrisa. Ella asintió feliz, llevaban mucho tiempo sin salir de casa por lo que no tardó en correr escaleras arriba a su habitación. Nona era parte del servicio de la casa, su niñera y ama de llaves, pero las tres se querían tanto que se había convertido en parte de la pequeña familia que tenían.

Su habitación era la más grande de la casa aparte de la de su madre claro, estaba decorada en colores lilas y blancos, y tenía peluches y juguetes por todas partes.

"Era la habitación de una princesa..."

Entro en la habitación y pronto diviso a Nona, la mujer estaba sacando toda su ropa del armario apresuradamente. La pequeña Irina ignorando lo que pasaba se acerco sigilosa a la mujer y de un salto la sorprendió.

— ¡Nona! — Grito asustándola.

— ¡Virgen santa! Irina me asustaste — Reclamo la anciana mujer.

Nona era una mujer de unos cincuenta y tantos, pequeña y robustas, su rojizo cabello se había teñido de blanco con los años y siempre llevaba puesto esos pantalones lisos junto a sus suéteres enormes que la hacían ver más grande.

Era una mujer amable y muy cariñosa, los demás la consideraban muy sabia aunque para Irina eso no era del todo verdad. Estaba convencida que su manera de hacer las cosas era mejor que la de Nona...

"Aun lo pienso... Pero ya no tengo forma de saber si tengo razón."

Para Irina, Nona se veía muy graciosa sujetándose al armario para no caer. La pequeña rubia se rió a carcajadas mientras se lanzaba en su acolchada cama.

— Nona ¿Por qué sacas toda mi ropa? — Pregunto curiosa al ver su armario vacío.

— Debo preparar tus maletas Iri — Explico la mujer.

— ¿Mis maletas? ¿Para qué? — Pregunto girando la cabeza en ese gesto tan gracioso que había copiado de su cachorro.

Nona la miro con ternura, era obvio que la niña no sabía nada. Su madre había disimulado todo lo que pudo para que la pequeña no se diera cuenta de la angustia que la consumía. La mujer se debatió entre decirle la verdad o seguir con la historia que Chiara había inventado.

— Escucha Irina, tu Mami quiere darte una sorpresa. — Le dijo haciendo gesto de silencio. La niña la miro impaciente — Ustedes se irán de viaje a un lugar muy bonito y conocerás a tus primos y tíos — Dijo la mujer con una sonrisa.

De nada servía decirle la verdad apenas tenía cinco años, que podría saber una niña de un mundo tan horrible. En secreto Nona siempre había rogado porque Irina no cometiera los mismos errores que Chiara y se involucrara en ese espantoso mundo del que la mujer apenas logro salir viva.

— Pero Nona yo no quiero irme, quiero quedarme con ustedes aquí y cuidar de los caballos con Raúl para siempre, siempre — Chillo la pequeña ilusionada.

— Lo sé pequeña y lo harás, esto será solo por unos meses, serán una lindas vacaciones y luego volverás aquí — Explico la mujer.

— ¿Y podré ir con Raúl y Fio a cabalgar? — Pregunto.

— Si podrás hacerlo — Prometió la mujer.

Irina salto en la cama de felicidad haciendo que su liso cabello volara por los aires. Nona la cargo antes de que por algún tropiezo se cayera y la envió a bañarse mientras ella seguía recogiendo la ropa y algunos juguetes de la niña.

Esa mañana había llegado una llamada de Sebastián Ferrer. El padre de Irina, y un poderoso empresario, claro está que solo como coartada, pues el hombre era una piedra en el zapato de la policía. Ferrer era mejor conocido con el líder de un cartel de narcotráfico y otros negocios que la policía desconocía, pero al ser un hombre tan rico se había creado un imperio que ni siquiera el gobierno era capaz de destruir.

Pero...

El hombre se metió con las personas equivocadas, un cartel ruso mucho más poderoso que él. Ahora eran amenazados de muerte e iban tras la familia del hombre y de sus segundos al mando; este no podía permitir que algo les ocurriera por lo que no tardó comunicarles que enviaría un jet para llevar a ambas directo a Brasil con la familia de Chiara y lejos del peligro.

La mujer no tuvo más que aceptar.

Pero antes de que Irina saliera del baño escuchó ruidos de autos, la pequeña se acerco a la venta subiéndose al inodoro y observo como varias camionetas negras entraban al lugar destruyendo el portón de entrada.

La pequeña observo por primera vez como las balas les arrebataban la vida a las personas que quería...

"Fue en ese momento en que supe que nada sería como antes nunca más."

Irina. Bienvenidos al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora