Capitulo. 35

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Ya no sabía cuánto tiempo llevaban allí, en algún punto perdido la cuenta exacta de los días, tal vez un mes, mes y medio; quien sabe. Estaba demasiado ocupada recolectando cada nueva absurda medicina que el doctor le pedía, sabía muy bien que muchas realmente no las necesita, pero no tenía forma de saber cuáles si y cuáles no, por lo que no tenía más opción que caer en aquella sucia manipulación. Les convenía hacerle creer que Alexander realmente nunca se recuperaría. Pero lo que no sabían era que el chico cada día mejoraba e incluso era capaz de tenerse en pie por algunos segundos. Eran un equipo y ambos debían hacer todo en sus manos para escapar cuanto antes de allí

El mundo no se detenía y nada cambiaría si no hacían hasta lo imposible por lograr lo que querían, mantenía la esperanza de que sus hermanos estuviesen buscándolos, pero no podía negar que la situación era sumamente peligrosa... Aquellos pensamientos le arrebataban el sueño cada noche, sin embargo en cuanto tenía algún momento en que no la vigilasen no dudaba en escurrirse por los pasillos para poder ver a Alexander. Y aquella mañana no fue diferente.

Una sonrisa se formo en su rostro al verle despierto, le tranquilizaba el ver al chico los suficientemente fuerte como para mantenerse despierto y sentarse en la cama.

— Aun es temprano ¿Te escapaste? — Se burlo de ella.

"Bien lo admito. Su buen humor alegra mi día"

— Por supuesto, incluso salte una pared. — Le siguió el juego ella haciéndolo reír.

Alexander fijo su vista en la bolsa que traía la chica y su estomago se contrajo. Todo aquello que el doctor pedía para él Irina lo conseguía incluso algunos días le había traído comida decente... Sabía muy bien donde estaban y por ende sabia que la chica no conseguía esas medicinas precisamente en una farmacia. No quería ni imaginarse lo que hacia la chica para conseguirlos... Pero no hacía falta los hombres que pasaban por allí presumiendo de lo que hacían con ella ya se lo dejaban muy claro. Irina al notar su incomodidad se acerco a él. Le estaba tomando cariño al chico, a pesar de que se repetía una y otra vez lo peligroso que era, no podía evitar sentirse bien con él.

"Mi rayo de luz en medio de tantos horrores"

— No te preocupes por mí. Céntrate en mejorarte lo más pronto posible — Pidió antes de pasarle la bolsa de gasas y medicinas.

— Ya puedo levantarme— Se quejo él. — ¿No crees que podríamos intentar escapar?

Pero ella realmente ya no sabía qué hacer, hasta ahora Lionell mantenía su palabra. Si escapaba comenzarían a perseguirlos nuevamente...

— Tu herida fue muy profunda y es claro que aún no cicatriza del todo. Un mal movimiento y podría abrirse de nuevo. — Razonó ella. — Hasta que no esté segura de que puedes al menos correr, no pensaré en huir.

El chico la observó ofuscado, parecía un animal enjaulado. Molesto e impotente golpe la mesa con fuerza.

— No sabes cuánto quisiera darle una paliza a esos imbéciles. Me molesta como hablan de ti. — Se quejo entonces Alexander haciéndola reír. — Desearía que pudieses escapar.

— ¿Una paliza? ¿Te recuerdo por qué estas en ese estado? — Se burlo la chica ignorando su último comentario. Afortunadamente Alexander no parecía querer insistir.

— Eso no fue justo. Eran demasiados. — Intento defenderse él. — Quiero decir, entiendo que estas personas no vas a tratarnos como amigos, pero al menos podrían tener los pantalones de enfrentarse en un duelo mano a mano. ¿No que muy machitos?...

— No sabes jugar sucio, Alex. Déjamelo a mí. —Se burlo ella envalentonándose

— Te debo la vida, ahora me toca a mí rescatarte.

— Por supuesto mi caballero de brillante armadura.

Irina no pudo evitar reírse a carcajadas contagiándolo a él. La situación de alguna forma siempre terminaba en risas, tal vez en un intento de quitarle seriedad al desastre en el que estaban metidos. Pero para Alexander sus palabras iban en serio, estaba decidió a protegerla; pues para él la chica no era la asesina a sangre fría que había demostrado ser... Para él, Irina era una víctima más... Perdida en ese horrible mundo.

De pronto la puerta se abrió de golpe y un hombre con muy mala cara entro, enojado levanto a Irina. La chica apenas y tuvo tiempo de asimilar lo que ocurría cuando esté le propino una fuerte bofetada. Aturdida se sujeto del borde de la cama para no caer y pronto sintió la mano de Alexander aferrándose a la suya, el chico no tardó en protestar arriesgándose a recibir algún mal golpe. Pero nada podía hacer, pues su muñeca fue encadenada desde el primer día. Impotente solo podía observar como aquel cerdo forcejeaba con Irina en el intento de arrastrarla lejos de él, Irina cruzó su mirada una última vez en el intento de calmar al chico.

— No tenes permiso de estar aquí tan temprano. ¡Camina! El patrón quiere verte. — Le grito el hombre retorciendo su brazo dolorosamente.

—Tranquilo. Estaré bien. — Alcanzó a susurrarle al chico sin llegar a convencerlo.

Aquel hombre finalmente consiguió sacarla a la fuerza de la habitación, dejando a un Alexander horriblemente preocupado y causando la furia en Irina. Le hervía la sangre de la rabia, el que la tratara así y aun más frente a Alexander la molestaba de sobremanera. Quería ocultarle lo que sucedía fuera de esa habitación, se negaba a ver nuevamente la culpa en su mirada cada vez que iba a visitarle, pero con el trato que constantemente recibía ahí le estaba resultando bastante difícil.

Aun así no tuvo más opción que tragarse su rabia y permitir que la arrastrase por el lugar. Una vez ese hombre la empujó dentro de despacho, diviso a Lionell sentado tranquilamente en su silla. Le sonrió a modo de saludo y ella no se inmuto en acercarse.

— Parece que te has ganado cierta fama entre mis hombres. – Se burlo a lo que ella sonrió con coquetería.

Si podía sacarle algo a ese tonto lo haría.

— Tengo mis trucos. ¿Para qué me necesitas?

— Como siempre vas directa al grano. Bien ya que tienes tan buena fama y haz probado que puedes seguir mis órdenes, tengo un trabajo para ti... — Explico e Irina enseguida se puso seria.

"Un trabajo seguramente implica armas y si logro tener un arma en mis manos entonces tendré una vía de escape. Dependiendo del tiempo y el lugar pudo usarlo a mi favor para avisar a mis hermanos."

No quería una guerra, pero tampoco quería quedarse allí para siempre; además tenía el deber de sacar a Alexander de allí y existía siempre la posibilidad de que Lionell cambiase de opinión. No podía arriesgarse.

—Tengo otros asuntos. Baja la escalera y ve por el corredor de la derecha. Otro te explicara. — Anuncio antes de echarla con la mano.

Salió del lugar ocultando su sonrisa, ese hombre le parecía patético y muy tonto. Ni siquiera era capaz de explicarle sobre un trabajo, además ¿Nunca le habían enseñado que el enemigo siempre será enemigo?

Camino por la casa siguiendo las direcciones del hombre y pronto llego hasta una puerta metálica, sin dudarlo la abrió y la brisa pronto se coló por su cabello. Estaba al aire libre por primera vez en semanas, aspiro el aire fresco y se centro en su alrededor. Solo se veían arboles hasta donde alcanzaba su vista, no podía ver un camino y mucho menos casas u otros rastros de civilización. Observo su alrededor y noto que el lugar era como un patio de entrenamiento, dianas y blancos de todo tamaño se encontraban dispuestos por el lugar, mientras que encadenados a la pared permanecían algunos casilleros grises.

Irina se acerco a una de las mesas donde parecían exhibirse un par de pistolas, a algunas chicas les gusta el maquillaje, a otras la música, las plantas o alguna otra cosa; pero ella veía cierta belleza en las armas. Tomo una y se aseguro que estuviera cargada, necesitaba desahogarse y no tardo en comenzar a disparar a las dianas, cada vez que halaba del gatillo se llenaba de una adrenalina que le gustaba y no podía parar... Era como su droga.

Irina. Bienvenidos al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora